lunes 18  de  marzo 2024
Cuba

Cuba, el país de los oficios raros

Con la aprobación de los 178 oficios que pueden realizarse en Cuba por cuenta propia, salieron a la luz labores que, comunes en la isla, pueden llegar a ser inverosímiles vistas desde otras latidudes

La autorización de la actividad económica privada por el Gobierno de la isla sacó a la luz labores comunes en Cuba consideradas inverosímiles en otras latitudes.

Fueron 178 oficios para trabajadores por cuenta propia consentidos por ley, que el imaginario popular extendió a otros tantos para paliar la crisis, bajo un Gobierno que, hasta aquel momento, perseguía el negocio particular con empeño, condenando a vendedores de durofríos (una suerte de cubos de hielo saborizados), de coquitos, y a todo el que se buscara la vida al margen del Estado.

Un vendedor callejero pregonando a viva voz por la calle es el signo de estos tiempos, igual que las carretillas que venden productos agrícolas. El carretillero es el oficio donde recala mucha gente hoy como medio de sustento.

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Los carretilleros cubanos llevan hasta los barrios los productos agrícolas.
Los carretilleros cubanos llevan hasta los barrios los productos agrícolas.

Baldo Vázquez, un cubano con ánimos de emprender, cuenta entre risas una historia real que parece un chiste: "Fui a buscar trabajo a la Bolsa de Empleo y solo tenían sepulturero y cazador de cocodrilos. Esta última con altos estipendios, primas por sobrecumplimiento, dieta por lejanía, peligrosidad y condiciones especiales de trabajo. Pero con muchos riesgos, debido al pésimo estado de los botes, la zona infestada de animales adultos y el ortodoxo procedimientos de enlace".

"Sepulturero del cementerio también tiene un buen salario", sigue contando Baldo. "Redondeado con la reventa clandestina de coronas, portarretratos y el canibaleo de los sarcófagos. Pero no quise trato anticipado con el Más Allá y monté una carretilla".

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Trabajadores del criadero de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata, en el centro sur de Cuba.
Trabajadores del criadero de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata, en el centro sur de Cuba.

En estos tiempos de crisis se acelera la imaginación de los emprendedores, como Pluvio, exgerente de una firma extranjera, quien brinda servicio especializado de barbería y hace también de "ponchero" y mecánico nocturno.

"Hago masajes faciales, mascarillas, tratamiento a calvos y depilación con cera. Además, cojo ponches fríos, echo aire y arreglo cualquier desperfecto. En muchos kilómetros a la redonda soy el único disponible y a la hora que sea voy con mis herramientas a resolver cualquier problema", asegura.

Visitar su barbería deja el grato sabor de un futuro posible. Igual piensan los clientes cuando, de madrugada y sin ensuciarse las manos, pueden proseguir la marcha, con solo una llamada al celular de Pluvio "el Multioficio".

En Romerillo, barrio marginal del capitalino municipio Playa, existe un "rellenador de fosforeras" apodado "El Bate" quien, a diferencia de sus colegas, no permanece sentado en un banco esperando clientes. "El Bate" sale a buscarlos. Pregona por la calle su negocio y cuenta que en su trayecto siempre encuentra trabajo.

"He conocido gente muy buena que me brinda café y, en ocasiones, merienda. Una vez me sorprendió un aguacero en una casa, arreglando una fosforera Clipper, y hasta almorcé con aquella familia", recuerda.

Los reparadores de colchones son también un gremio numeroso. Caminan en pareja por las calles seguidos del camión con las materias primas. Cuando encuentran clientes arman el lugar de trabajo en plena calle y, como en una carrera contra reloj, desbaratan los viejos colchones para construir los nuevos.

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Los "cacharreros" son obreros de nuevo tipo, especializados en arreglar computadoras. Existen en todos los pueblos de Cuba. Son esos talentos empíricos que, como bien dice su nombre, aprendieron cacharreando las PC.

Hay otros oficios autóctonos, que tal vez se conozcan en otros países, pero en Cuba alcanzan el festinado surrealismo típico de esta isla del Caribe: fumigadores; bicitaxistas; boteros; cocheros; calandraqueros; buzos de la basura; buzos del limpio; recicladores de hierro, cobre, bronce y plástico; limpiadores de calderos; parqueadores; vendedores ambulantes, y los compradores de oro y plata a domicilio.

Pero uno de los oficios más insólitos que he podido encontrar es el de cambiador de menudo. Ancianos que se apostan en las paradas de los ómnibus y cambian a los pasajeros que esperan su ruta a razón de 80 centavos por cada peso.

Pudiera pensarse que los pasajeros pierden 20 centavos en el trueque pero, al contrario, ganan 40. Porque en una economía inflacionaria como la cubana, donde es muy difícil encontrar monedas francionarias para pagar el servicio de transporte público, casi siempre hay que echar un peso en la alcancía del ómnibus. Y con estos cambiadores de menudo, el pasajero no tendría que gastarse un peso y le quedarían a su favor 40 centavos para pagarse el viaje de regreso.

Los policías reconocen que estos ancianos están prestando un servicio a la población y no los molestan.

Sobre el tema de los oficios raros en Cuba consulté al viejo Crispín, un filósofo popular de Jaimanitas, población al este de La Habana. Él establece como el oficio de naturaleza más embrollada de todos los conocidos en la Isla, el de presidente de la República. Y lo demuestra con esta pregunta: "¿Pudieran decirme cuántas personas del pueblo votaron por su nominación para gobernar? ¿Y por cuánto tiempo?".

FUENTE: Publicado originalmente en Diario de Cuba

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