REDACCIÓN.- Después de estar mirando al cielo a ver si llueve, ahora resulta que llovió en abundancia y que aun así Cuba seguirá sin los niveles necesarios de agua potable para la población. Hace solo cinco meses, Inés Chapman Waugh, presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) se quejaba de la compleja situación hidrometeorológica que enfrentaba la Isla.
Pues aquello se acabó, el mes de julio trajo agua suficiente a los embalses cubanos. El promedio nacional alcanzado durante el fin de semana llegó a los 147,9 milímetros, algo así como una cifra equivalente al 110 % de la media histórica mensual.
Los datos publicados en el periódico oficialista Granma remiten a la opinión experta de Argelio Omar Fernández, de la dirección de Uso Racional del Agua del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH). Fernández es máster en Ciencias y lo que viene a decir es que la lluvia batió un récord de precipitaciones en diez de las 14 provincias Cubanas.
Si el problema era la sequía y ahora acaba de diluviar a niveles de 'Cien años de soledad', entonces las 242 presas, las 729 micropresas, las 61 derivadoras y las 64 plantas potabilizadoras activas en el país deberían estar desbordadas. Pero, no lo están.
Lo que se interpreta al comparar el promedio de lluvias con el promedio de agua embalsada es que Cuba seguirá con un importante déficit porque la mayoría de las presas de llenado útil para abastecer a la población muestran un volumen inferior al 30 %.
Son datos de una media aportada por el propio especialista que categoriza como deprimidas el estado de algunas de las presas de abasto de agua a la población. Por ejemplo, los embalses de Ciego de Ávila solo tienen un 17 % de llenado útil, y los de Las Tunas, 19 %.
Significa que aunque esté lloviendo por encima de los esperado, la población cubana se verá en breve en apuros debido a la acucian te escasez de agua, si la temporada de lluvias no se alarga eternamente.
Si Cuba tiene 242 embalses administrados por el INRH que retienen 3 662 millones de metros cúbicos de agua, y esa cifra representa el 40 % de su capacidad. Entonces Cuba debería estar acopiando unos 9155 m2. Hacia dónde se está filtrando el resto?
Porque si la porción utilizable es de 2 984 millones de metros cúbicos de agua, significa que un país de clima tropical, en el que llueve durante casi todo el año, solo puede almacenar menos de la mitad del agua que permiten sus infraestructuras y, luego, si de ese porcentaje almacenado, solo una tercera parte es utilizable, no es necesario ser un lumbrera para entender que Cuba apenas tiene agua.
La misma información del diario oficialista dice "Llama la atención que de los 77 embalses destinados a ese fin en el país, 30 muestran un llenado igual o inferior al 25 % de la capacidad aprovechable". Efectivamente, llama mucho la atención.
También informó que de los 13 acuíferos (agua subterránea) de categoría 1 vinculados al suministro de agua a las principales ciudades y polos turísticos, dos están en una situación desfavorable, tres son estables y ocho mejoran sus niveles.
Recientemente, la Ciudad de la Habana atravesó una crítica escasez de agua, debido en gran parte al deterioro progresivo de la infraestructura hidráulica y de la red hidrológica, pero la culpa se la llevo completa el cambio climático.
Cierto es que las temporadas de sequías se han ido enlazando, hasta crear un ciclo consecutivo entre los años 2012 y 2017. Con un 2014 sin que del cielo cayera apenas una gota de agua. Pero esta situación era exactamente la misma en 2005 y en 2010, dos años más secos que la arena del desierto. Entonces Cuba se vio en una situación sin salida. No tenía agua para cubrir siquiera los servicios mínimos que según Chapman se distribuyen así: Un 60 % para labores agrícolas, un 20 % para el consumo de la población, un 5 % para el uso industrial, y el resto en otras actividades económicas no identificadas.
Desde entonces no ha llovido mucho, pero tampoco la mayoría de pueblos y ciudades han recibido inversiones de infraestructuras bien gestionadas. Por eso en la Isla han pasado de tener un sistema deplorable de redes de distribución hidráulica a casi perder el control de la situación hasta el punto de llamar crisis hidrometeorológica al hecho de llevar más de 56 años sin aplicar un adecuado mantenimiento a las infraestructuras, embargo de EEUU y caída del campo socialista aparte.
Para peor pronóstico, los campos cubanos se van despoblando. La demanda de agua aumenta y su abasto empeora junto a un insuficiente sistema de redes que la distribuyen. Esta situación, unida al extensivo deterioro de la vivienda le hará la vida difícil a la mayoría de familias cubanas que ven sus destinos cada vez más dependientes de los azares internacionales y de la parsimoniosa gestión de los organismos y de quienes los dirigen.
FUENTE: REDACCIÓN