La percepción de los cubanos es, por supuesto, el resultado de la politización de las investigaciones para desarrollar una vacuna contra el COVID-19 en la Isla. La campaña política que progresa asociada a los estudios clínicos abarca hasta los nombres de los candidatos vacunales: Soberana 02 y Abdala.
En conversación con CubaNet, el bioquímico y profesor de inmunología Oscar Casanella ofreció su opinión sobre el riesgo de sentirse protegido con una vacuna en fase experimental aún.
“Los medios oficialistas cubanos dan la idea de que ya se está realizando una campaña de vacunación y esto crea una percepción falsa de protección. Una vacuna que no tenga una eficacia mayor del 50 por ciento puede ser peor que no tener ninguna vacuna, porque las personas adquieren una falsa percepción de seguridad”, asegura el científico.
La primera etapa del ensayo clínico en fase III de dos de los cinco candidatos vacunales cubanos, Soberana 02 y Abdala, ya completó su tercera semana de ejecución. La próxima etapa de evaluación continúa en abril con una amplia intervención poblacional.
Pero, antes que se compruebe la efectividad del producto y se registre adecuadamente, los medios oficialistas del régimen aseguran que los estudios de intervención diseñados para grupos vulnerables como el personal de la Salud tienen el objetivo de “proteger a grupos poblacionales en riesgo que contribuyen a la epidemia”.
En las fases I y II el número de voluntarios cubanos alcanzó varios cientos de personas. En el caso de Soberana 02, fueron incluidos 40 sujetos de estudio en la primera fase, y 900 en la segunda, lo que resultó la base investigativa de la primera etapa de la Fase III de ensayos, recién concluida.
Avalado por el resultado obtenido en estos ensayos, el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED), aprobó la ejecución de la Fase III de los candidatos vacunales Soberana 02 y Abdala.
“En la tercera fase es cuando más se acerca el estudio al escenario real, porque los sujetos de estudios estarán expuestos al posible contagio del virus SARS-CoV-2”, explica Casanella, y añade su criterio sobre el desarrollo del estudio clínico de los candidatos vacunales.
“Sin tener los datos concretos de eficacia, frecuencia de reacciones y efectos adversos graves (parálisis, infartos, incluso muertes) se está usando un número sobredimensionado para realizar la primera etapa de la tercera fase. Se habla de un ensayo de intervención sin haber aprobado el uso de emergencia de los candidatos vacunales, a donde se llega con los datos de eficacia y efectos adversos”.
En una reciente intervención televisiva, María Eugenia Toledo, investigadora principal de los ensayos clínicos fase III, señaló que, al completar el esquema de vacunación con la tercera dosis, las vacunas cubanas aspiran a que el enfermo no transite a formas graves de la enfermedad.
“Lo importante es que más del 82 por ciento de los eventos adversos reportados han sido leves. Los eventos adversos graves han estado asociados a hospitalizaciones por antígenos positivos”, declaró la doctora, sin esclarecer la trascendencia de los eventos graves.
Las publicaciones oficiales del régimen sobre el progreso de los candidatos vacunales se limitan a describir los procesos de captación y administración de las primeras dosis, así como los eventos adversos leves (fiebre y malestar) provocados por la vacuna.
Fuentes médicas consultadas por CubaNet en policlínicas del municipio Diez de Octubre, donde se da seguimiento a sujetos de estudio, alegan que la hipertensión arterial es un síntoma recurrente después de aplicada la vacuna.
Voluntarios
“En forma personal no me atrevo a recibir una vacuna experimental”, señala Casanella. “Prefiero esperar a que avancen los estudios y estén publicados los resultados. Pero mi recomendación es que las personas se vacunen sin miedo, incluso en esta etapa de estudio; lo esencial es no confiarse, o creer que un candidato vacunal nos protege”.
Si bien los medios oficiales del régimen exaltan la disposición de los voluntarios cubanos en el estudio, no es menor el grupo de cubanos que se rehúsa a recibir la inyección del medicamento en desarrollo.
Una de las voluntarias, residente en el municipio Centro Habana, que se identificó por el apellido Iglesias, narró que “la vacunación” del día 31 de marzo en el policlínico Ngyen Van-Troi tuvo que ser concluida con residentes del municipio Diez de Octubre.
“Faltaron muchos de los que estaban citados, pero llegaron de otros municipios”, relató la fuente, que también afirmó sentirse protegida contra el nuevo coronavirus y segura de que no había sido “vacunada” con un placebo.
Por su parte, el voluntario Yadriel Cuesta publicó en su muro de Facebook una foto de la tarjeta de vacunación y el comentario: “Ya estoy vacunado, hasta ahora todo bien”.
“Qué bien, muchos no podrán tener ese privilegio”; “Gracias a Dios, qué gran privilegio”, escribieron varios usuarios en el foro generado debajo del post. “Yo no sé qué le dio a Yadriel por eso. Por qué no agarraron al Consejo de Estado o a los miembros de la Asamblea Nacional”, se preguntó Akell. “Ellos se ponen la Pfizer o la que tienen sus amigos chinos”, respondió Reylazaro.
El riesgo de no quedar protegidos
Soberna 02 apuesta por ser la primera vacuna latinoamericana, pero de aprobarse como han asegurado los medios oficiales de la dictadura llegará con retraso al mercado internacional. Aun así, el régimen de la Isla no ha declarado ningún plan B para controlar el virus en el territorio nacional. En este contexto, ha desplegado su campaña propagandística sobre la supuesta protección que ofrece una vacuna en estudio, descrita como “la más probada” de las existentes.
“Hay que dejar bien claro que Cuba no ha comenzado el plan de vacunación para los cubanos, que lo que están recibiendo las personas voluntarias son candidatos vacunales, por tanto, existe un riesgo que no queden protegidos contra la COVID-19”, advierte Casanella.
FUENTE: CubaNet