domingo 23  de  marzo 2025
RELIGIÓN

Cubanos en peregrinación de San Lázaro imploran salud, concordia y prosperidad

“Todos los años voy a orarle a San Lázaro para que a mi familia y a todos los cubanos les dé salud y bienestar", dice una creyente en La Habana

Diario las Américas | IVÁN GARCÍA
Por IVÁN GARCÍA

LA HABANA.- El sábado 16 de septiembre, luego de caminar bajo una llovizna fina, casi diez kilómetros desde la barriada pobre de Coco Solo, en el municipio Marianao, al oeste de La Habana, Yosmani, 48 años, estibador en un almacén de víveres, se sentó a descansar en un descampado próximo a la Avenida Boyeros.

Se quitó su gorro morado y de una caneca plástica bebió un trago de ron barato. Luego prendió un mocho de tabaco y prosiguió la marcha hasta el Santuario Nacional del Rincón, donde entregará su ofrenda al ‘viejo’ Lázaro, uno de los iconos religiosos con más seguidores en Cuba.

“Con suerte llegaré antes de la medianoche”, dice Yosmani, mientras camina apoyado de un trozo de madera sin tallar que usa como bastón. Viste una ropa de saco y una especie de bufanda de color púrpura. En el cuello, varios collares de cuentas verdes y amarillas.

La temperatura es fresca. En el trayecto se ven decenas de devotos arrastrándose con piedras amarradas a sus pies. Sus acompañantes limpian el asfalto con un ramo seco. Ya en el poblado de Santiago de las Vegas, al sur de la capital y a poco más de dos kilómetros del Santuario, la presencia policial es notoria. Camiones Kamaz de fabricación rusa y furgones Mercedes Benz se encuentran aparcados en una calle interior cercana al paradero de ómnibus. En el camino estrecho y oscuro que conduce hasta la ermita de San Lázaro, militares con capotas negras ye protegen de la lluvia.

Yosmani cuenta a Diario Las Américas que antes no solía acudir a la procesión. "Soy palero y ñangué, pero no era muy religioso. Las cosas cambiaron después de 2020 tras la muerte por Covid de mi esposa. Mi hijo mayor está preso. Vengo a pedir por él y rogar a Babalú Ayé que me dé fuerza y salud para superar esta etapa tan difícil que estamos viviendo. Las cosas en Cuba tienen que cambiar. Hay que parar la sangría de miles de muchachos marchándose del país. Estos tipos (los gobernantes) tienen que cambiar o dimitir. De lo contrario podría haber un baño de sangre. El 4 de diciembre ya se lo supliqué a Santa Bárbara y ahora vengo a implorar a San Lázaro que se acabe esta locura”.

María Eugenia y su hija adolescente atravesaron la ciudad desde el reparto Alamar, al este de La Habana, hasta el Santuario del Rincón. “Todos los años voy a orarle a San Lázaro para que a mi familia y a todos los cubanos les dé salud y bienestar. Ya es hora. Este pueblo no se merece las necesidades que estamos viviendo. Los que gobiernan no representan el deseo de la mayoría”, confiesa.

Devotos de San Lázaro

La procesión a San Lázaro es una de las celebraciones más importantes en la Isla. La gente acude por miles de manera espontánea. Ningún estamento del régimen los convoca. Al contrario. Los medios estatales apenas difunden historias e imágenes de la peregrinación. Durante años, las autoridades miraron con ojeriza ese fervor. “Fidel Castro nunca comulgó con la religión. Y cuando decidió utilizarla, lo hizo como una estrategia política y no por mostrar tolerancia. En los primeros años de su llegada al poder persiguió a los curas y a muchos los expulsó del país. Invisibilizó a las monjas y prohibió festividades católicas como las Navidades y el Día de Reyes. También intentó anular las tradiciones sincréticas, entre ellas la santería, el palo y el ñañiguismo. Cuando permitió la apertura de algunos templos fue con la condición que no criticaran al proceso”, explica Daniel, historiador, quien añade:

“Si después permitió diversas prácticas religiosas fue a cambio de que no alzaran la voz. Fidel se percató que necesitaba vender una imagen de indulgente, porque América Latina es el continente con mayor número de católicos del mundo. Y muchos de los que apoyaban a la revolución eran cristianos enrolados en la Teoría de la Liberación, como el brasileño Frei Betto, un incondicional del régimen que ahora ocupa un cargo de asesor presidencial en materia de alimentación. Pero el gobierno sigue viendo a la religión como un presunto adversario”, concluye el historiador.

Eduardo, excombatiente en la guerra civil de Angola, asegura que “días antes de comenzar la peregrinación a San Lázaro se activan los ‘factores’, entiéndase, agrupaciones políticas y organizaciones de masas, Seguridad del Estado, policías, fuerzas armadas, escuelas de cadetes y asociaciones de combatientes, que organizan un vasto operativo y garantizar que no se arme ningún conato de protesta contra el gobierno”.

La fe vigilada por el régimen

“Después del 11J, las autoridades han redoblado esos operativos. La orden es no interferir la celebración, excepto si suceden disturbios de carácter político. Dentro y fuera de la iglesia del Rincón se vigila estrechamente a aquellas personas consideradas ‘contrarrevolucionarias’. Se toma nota de las homilías y comentarios que puedan hacer los sacerdotes en contra del gobierno. La actual crisis económica y desabastecimiento general ha potenciado el descontento. Este tipo de eventos son peligrosos, pues cualquier cosa puede generar una protesta masiva”, expresa.

Según Eduardo, este año las autoridades calcularon que más de 25 mil personas participarían en la peregrinación. “Pero por los problemas del transporte y la lluvia no fue tan masiva. Además de que han emigrado medio millón de cubano en los últimos dos años”.

Tras quince horas de viaje por carretera en un viejo camión General Motors desde Sagua de Tánamo, municipio de la provincia Holguín, a 850 kilómetros al noroeste de La Habana, Héctor y su esposa, llegaron al santuario dispuestos a cumplir su promesa a San Lázaro. “Hace cuatro años mi mujer tuvo un cáncer de mama que gracias al ‘viejo’ pudo superar. Y a mí me pedían doce años por malversación y por nuestras oraciones a San Lázaro no fui encarcelado. Aunque sea caminando vengo al Rincón”, manifiesta Héctor.

Al filo de las doce de la noche del 17 de septiembre, en el pequeño santuario colindante al leprosorio, después de encender velas y depositar sus ofrendas, sea un puñado de pesos o un ramo de flores, cientos de personas escuchaban la homilía del obispo.

“Es enorme la frustración popular. La crisis económica ha hundido al país y las familias. El futuro en Cuba es indescifrable. Ante tantas incertidumbres, muchos como yo vienen a pedirle a San Lázaro que les abra el camino para poder emigrar de este desastre”, comenta un joven.

Ana Luisa, residente en el poblado del Rincón y dueña de un puesto de venta de entrepanes y flores, “en esta época del año, casi todos en el pueblo se ponen a vender comida, flores, velas o estatuillas de San Lázaro”. El día antes, las casas se engalanan con adornos florales y representaciones de San Lázaro se colocan en urnas de cristales en los portales de las viviendas.

A las diez de la mañana del domingo 17, cuando la lluvia arreciaba, cientos de jóvenes católicos se reunían en el Santuario Nacional con el Cardenal Juan de la Caridad García, Arzobispo de La Habana. Devotos, como Ernesto, grababan con su celular el encuentro. "Viajé desde Miami para orar por la reunificación con mi hija que vive en Cuba lo más pronto posible. Yo sé que San Lázaro me va ayudar”, dice convencido.

Ya de regreso en su casa en la barriada de Coco Solo, Yosmani mira al cielo y afirma que “el Viejo Lázaro no va a dejar desamparados a los cubanos. San Lázaro escucha a todos”.

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