MIAMI.-JUDITH FLORES
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La reciente nominación de la Primera Dama de Nicaragua como compañera de fórmula del presidente Ortega, despierta inquietud entre las fuerzas de pensamiento democrático
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Desde que Daniel Ortega retomó la presidencia en Nicaragua en 2007, su control sobre los poderes del estado se ha ido extendiendo de manera absoluta.
Entre las estructuras del estado comprometidas con Ortega se mencionan el Ejército y la Policía, de quienes se dice que abandonaron su compromiso nacional para defender los intereses del caudillo.
En corto tiempo Ortega reformó las leyes de su país y ha instaurado una nueva dinastía familiar.
Lejos de esta nueva actitud quedó el clamor de Ortega que durante la campaña electoral de 2005 rogaba por una nueva oportunidad para gobernar en tiempos de paz.
Durante ese tiempo contrajo nupcias con su mujer, Rosario Murillo, para demostrar que había cambiado, pero al llegar al poder y solo dos años más tarde logró que la sala constitucional de la Corte Suprema de Justicia, controlada por el sandinismo y en un acto de usurpación funciones, eliminara el artículo de la Constitución que impedía la reelección indefinida.
Ese acto abrió las puertas para la instauración de una época dinástica en Nicaragua, que ahora se consolida con la recién anunciada candidatura a la vicepresidencia de Rosario Murillo, la fórmula de Ortega para su cuarta reelección presidencial.
El jurista y analista político nicaragüense, José Pallais, sostiene que la designación de Murillo como candidata no es legítima ni legal porque atenta contra la esencia de la democracia “al concentrar en una familia el poder político, instaurando una dinastía propia de la monarquía e inadmisible en una República”.
“Jurídicamente Rosario [Murillo] está inhibida por el artículo 147 de la Constitución, al ser cónyuge del presidente en ejercicio y como tal familiar del presidente, según lo dispone el nuevo código de familia; es difícil encontrar precedentes de esta actuación antidemocrática”, sostiene Pellais.
La dinastía
Pallais consideró que la designación de Murillo tiene como objetivo mantener el poder en familia en caso que Ortega no pudiera gobernar.
En estos momentos ha trascendido información de que el presidente Ortega tiene problemas de salud. Supuestamente son padecimientos cardiacos y lupus, pero este asunto es manejado como secreto de estado, y la atención médica la recibe en Cuba.
“Es evidente que Ortega depende de Rosario y ella a su vez de él, al estar ligados por múltiples intereses comunes es que han decidido en caso de que Ortega llegara a faltar, esos intereses familiares, puedan continuar amparados en el ejercicio del Poder”, afirmó el jurista.
Comprar silencio
Humberto Castillo Toledo, secretario nacional de juventud del Frente Democrático Nicaragüense (FDN), cree que Ortega ha cedido el poder a su mujer para comprar su silencio por las acusaciones que existen contra el mandatario por abuso sexual y violación contra menores de edad.
Tres casos han sido documentados, dos de ellos por DIARIO LAS AMÉRICAS, el caso de Elvia Junieth Flores Castillo, y el de Patricia Jeannette Ortega Prado.
La familia de Elvia Junieth permanece en EEUU en busca de asilo político, mientras el hermano mayor Santos Sebastián Flores Castillo, se encuentra preso por denunciar el presunto abuso sexual de Ortega contra su hermana Elvia Junieth.
“Que ella [Rosario Murillo] mantenga la boca cerrada es algo que tiene que pagar Daniel Ortega”, sostuvo Castillo.
Murillo cogobernante
Para Castillo la denuncia de violación que hizo Zoilamérica Ortega Murillo, hija de Rosario Murillo, contra su padrastro, le ha facilitado a Murillo cogobernar.
La esposa de Ortega dirige el 50 por ciento del Gobierno, controla los programas sociales e instituciones del Estado, coordina los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), un órgano paraestatal de vigilancia en los barrios, y ha fungido como canciller en funciones, en sustitución del canciller Samuel Santos.
Es actualmente la Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, ejerce de portavoz del Gobierno con autoritarismo, ningún funcionario puede dar declaraciones a medios de comunicación sin previa autorización, y mantiene una política hostil hacia medios independientes.
Los hijos también
Cuatro de los hijos de Ortega, son sus asesores, sus nombramientos son ilegales y no han sido registrados en La Gaceta.
El artículo 130 de la Constitución política establece que “en todos los poderes del Estado y sus dependencias, así como en las instituciones creadas en esta Constitución, no se podrá hacer nombramientos en personas que tengan parentesco cercano con la autoridad que hace el nombramiento y, en su caso, con la persona de donde hubiere emanado esta autoridad. Para los nombramientos de los funcionarios principales regirá la prohibición del cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad. La ley regulará esta materia”.
Luciana y Camila Ortega Murillo, son “asesoras presidenciales”, mientras Rafael Ortega Murillo ostenta el cargo de asesor con rango de ministro, hasta ahora se desconoce en qué asesoran al padre.
Laureano Ortega Murillo es asesor presidencial en inversiones y negociador para la construcción del canal interoceánico con el empresario chino Wang Jing.
Los otros cuatro hijos de la pareja presidencial: Tino, Daniel Edmundo, Juan Carlos y Maurice, están directamente relacionados a los negocios de la pareja presidencial, obtenidos al amparo de los 4,032 millones de dólares, de la ayuda de Venezuela y que Ortega maneja como fondos privados.
Pallais dijo que en las actuales circunstancias, Ortega tiene asegurada la sucesión familiar “estamos ante una dictadura dinástica”.
Sostiene que el único camino para liberarse de la dinastía es la resistencia pacífica y cívica, hacer repudio a la farsa electoral, mediante la abstención del voto.
El joven político Leopoldo Escobar dijo que en Nicaragua nadie quiere la guerra que dejó más de 100.000 muertos, pero tampoco una dictadura. Cree que la denuncia internacional, el relevo de liderazgo opositor, las protestas y la resistencia de la lucha en las calles y no de selfies son necesarios para derrotar a la nueva dinastía.
Ortega se ha encargado de despejar el camino para establecer el unipartidismo, un sueño que reveló tras asumir el poder en 2007, ha logrado infiltrar, comprar y dividir a la oposición. La última estocada fue la destitución de 28 diputados opositores en el Congreso, y se presenta a los comicios sin contrincante fuerte.
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