-En su gestión de cuatro años, ¿cuáles han sido esos planes que ha logrado sacar adelante y cuáles serían los que quedaron pendientes de su programa de gobierno?
Mi mandato va a estar marcado por la pandemia del COVID-19. ¿Por qué lo digo? Porque de 48 meses, que tiene un cuatrienio, 30 meses nos tocó estar enfrentando a este enemigo invisible y por eso es muy importante ver el contexto de nuestra administración enfrentando la crisis más grande que ha sufrido el mundo en nuestras vidas. Hay tres hitos; uno, el haber enfrentado la crisis de salud, vacunando masivamente al pueblo colombiano, una vacunación gratuita, equitativa, que nos permitió terminar este gobierno ubicados en el índice Bloomberg de resiliencia frente a la pandemia como el primer país de América Latina, el segundo en las Américas y el doceavo en el mundo. Segundo, duplicamos las unidades de cuidado intensivo y nadie se quedó sin una atención en Colombia. A eso hay que agregar la reactivación económica. Nosotros ya veníamos con una economía creciendo muy fuerte. Vino la pandemia y fuimos una de las economías que menos decreció en el 2020 y de las economías que más rápido se recuperaron y más crecieron con un 10.6% el año pasado y este año vamos a crecer por encima del 6.5%. Es el mejor primer trimestre de este siglo y este año vamos por el segundo mejor segundo trimestre en términos de crecimiento este año. En lo estructural, en cuanto a transición energética pasamos de 0.2% nuestras matrices renovables no convencionales a casi el 20%. Dos, entregamos casi el mismo número de kilómetros de carreteras que en los primeros 30 años de concesiones, tuvimos mayores ventas de vivienda de interés social en la historia de Colombia y ventas de vivienda en general. Y tuvimos la mayor inversión social de nuestra historia, dejándole a Colombia la matrícula universitaria pública gratuita para el 97% de los estudiantes. Es un gobierno que tiene una transformación tecnológica, reactivación, vacunación masiva y en resumen logramos cumplir más del 85% nuestro Plan Nacional de Desarrollo, enfrentando una pandemia sin cambiar indicadores, teniendo el Plan Nacional de Desarrollo con mejor nivel de ejecución en casi 40 años.
-Las personas que están fuera de Colombia recibieron el acuerdo de paz en su país como una buena noticia. Sin embargo, su materialización tuvo algún nivel de afectación. ¿Qué balance hace usted de lo que ha significado este acuerdo?
Hay que desmitificar que no es el acuerdo de la paz en Colombia. Lo primero es entender que eso fue un acuerdo con un grupo armado [FARC]. Lo segundo, que en Colombia ha habido muchos acuerdos con grupos armados. Colombia tuvo acuerdos con el EPL [Ejército Popular de Liberación], con el Quintín Lame, con el M-19, con el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Las FARC era el grupo terrorista más antiguo que tenía nuestro país. ¿Qué me parece bueno? [del acuerdo de Paz] Que haya desmovilización, desarme y reinserción, sea el grupo que sea. Si eso se va logrando, creo que es bueno para el país. ¿Qué no me gustó y que como ciudadano lo hubiera querido cambiar en su momento? El plebiscito se ganó por parte del NO, pero nunca hubo la voluntad del gobierno anterior [de Juan Manuel Santos] de llegar a un acuerdo nacional. ¿Qué es lo único que yo creo que hace daño? La impunidad. Es que no haya sanciones proporcionales para los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad. Ahora tenemos una justicia transicional que tendrá que mostrar cuál es el alcance de sus sanciones. Nosotros los hemos apoyado presupuestaria y normativamente, y sí esperamos que las víctimas vean que hay sanciones reales, sanciones propias a quienes cometieron estos crímenes que entrañan también una restricción efectiva a la libertad. Yo creo que eso hubiera podido ser distinto y quizás hubiera podido unificar mucho más al país. Cuando llegué a la presidencia, quise pasar esa página y salir de esa utilización electorera que tuvo la paz, donde el país lo dividieron entre amigos y enemigos de la paz. De hecho, superamos ese debate, inclusive al interior del gobierno una buena parte de nuestros ministros votaron por el NO y otros por el Sí. Y fuimos capaces de crear una política de paz con legalidad. Pero el reto más grande en donde van a estar los ojos del mundo es cuáles van a ser las decisiones de la Justicia Especial para la Paz relacionada con los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad.
-En ese tema de la paz también debemos mencionar al ELN (Ejército de Liberación Nacional). ¿Es una tarea pendiente sentarse a la mesa con ese grupo para negociar?
El ELN hoy es un grupo mucho más débil que el ELN que yo recibí. Al ELN le golpeamos a alias “Fabián”, a “Uriel”, a “Elefante”, “Mono Clinton”, “Simón” y a todas sus estructuras regionales. Eso es un debilitamiento muy grande, muy fuerte, debilitamos a ese grupo en Colombia. Por otro lado, también pusimos toda la presión frente a los miembros del Comando Central del ELN, que están en La Habana y que sabían del atentado a la Escuela General Santander y que han sido solicitados por la justicia colombiana en extradición y que, además, son responsables de crímenes. Pero también tuvimos una gran victoria política y es que logramos una reforma constitucional para que ni el narcotráfico ni el secuestro fueran delitos conexos al delito político y por ende no son amnistiables. Además, hemos denunciado las estructuras de ELN que están en Venezuela, particularmente sus dos principales cabecillas, que son “Pablito” y “Antonio García”. Si llegase a abrirse un espacio de conversación con el ELN por parte del próximo gobierno, tiene que ser un espacio muy práctico porque al ELN le encanta el show. Ellos se comportan como si fueran un grupo terrorista con un halo de entretenimiento y les encanta el flash y a sus comandantes les gusta la buena vida, toman rones finos, fuman habanos muy finos y les gusta siempre estar al lado del mar y filosofar, y mientras van ocurriendo actos criminales, ellos tratan de hacer consejos nacionales, consejos populares, asambleas del pueblo para demorar todo eternamente. Nunca me presté a ese juego porque parto de la base de que cualquier aproximación a la construcción de la paz tiene que partir del hecho de saber qué se quiere. A ellos no les interesa eso. Los 17 meses de negociación que estuvieron con el gobierno que me antecedió mataron 100 personas, hicieron 400 actos terroristas y secuestraron a más de una decena de personas. Siempre les dije: ‘Si ustedes quieren tener una aproximación en la conversación, suspenden las actividades criminales y me liberaran a los secuestrado’. No lo hicieron porque además es un grupo terrorista cuyo control está totalmente descentralizado. Hoy “Pablo Beltrán” es una especie de lagarto que tiene el ELN para posar de diplomático, mientras tienen otros bandidos dedicados exclusivamente al narcotráfico, como en el caso de “Fabián”, “Uriel” y “Antonio García”. “Gabino” está agonizante y en cualquier momento se muere por su grave estado de salud. Inclusive ya lo jubilaron al interior de esa organización criminal. Cualquier aproximación con el ELN tiene que partir de la base de ser cosas muy concretas, pero también no permitir que sigan cometiendo actos criminales mientras están en negociación.
-Como ciudadano colombiano, además de la responsabilidad que ha desempeñado como presidente durante cuatro años, ¿qué le augura a su país cuando será la primera vez que esté en manos de una persona que pertenece a la izquierda?
Hay algo muy importante para no quedarnos en clichés. ¿Qué quiere decir un presidente de izquierda? Mucha gente dice “que tenga una gran vocación hacia lo social”. La razón por la cual Colombia nunca ha tenido presidentes dentro de lo que en el cliché se llama izquierda es porque Colombia ha tenido gobiernos de un gran impacto social. Alfonso López Pumarejo fue un gran reformador social, también Alberto Lleras y Belisario Betancur. Todos hicieron cosas sociales y el gobierno nuestro es el que más inversión social ha hecho en la historia de Colombia. Pero lo que es curioso también, por ejemplo, es que yo veo que el nuevo gobierno, primero a quienes está incorporando en su gabinete, está incorporando a una buena parte de las personas que estuvieron en el gobierno de Juan Manuel Santos y en el gobierno de Ernesto Samper. Yo no lo estoy juzgando y no me quiero poner en el plano de juzgar. Pero a la pregunta de, por ejemplo, la coalición que se está armando en el Congreso, pues es en una muy buena parte de la misma coalición que me acompañó a mí. Hay unos en los sectores liberales, en los sectores conservadores o en sectores independientes, en sectores cristianos, están tratando de buscar a los mismos que durante tantos años criticaron y eso uno podría ver como una oportunidad de lograr triunfos colectivos. Yo siempre he dicho que al próximo gobierno hay que desearle que le vaya bien y como patriota y como compatriota todo lo que yo pueda hacer por el bienestar de mi país lo tengo que hacer sobre todo después de haber gobernado, pero sí he alertado de dos cosas. Hay dos cosas que son perniciosas para la democracia. La polarización es tan mala como la unanimidad, porque en la polarización no permite los acuerdos. Yo no he sido persona de rencores ni de odios. Soy un patriota y todo lo que yo puedo hacer por mi país y para que mi país le vaya bien, lo haré. Pero también tengo absoluta claridad que Colombia no necesita un animismo. Por eso hay que ver siempre que haya contrapesos, pero contrapesos con la capacidad de llegar a consensos.
-Usted habla de ayudar de alguna forma al próximo gobierno del presidente Petro, ¿cómo se ve usted ahí en ese escenario?
Yo no busco ningún rol. No voy a regresar a cargos públicos en Colombia. Yo tengo eso claro, ya fui presidente. En Colombia no hay reelección, entonces yo cumplo un ciclo. En esa vida electoral tengo absoluta claridad de que los expresidentes (cuando lo sea) debemos tener claridad de que uno no puede convertirse en un dolor de cabeza, que le hace mucho daño a la democracia. Los expresidentes que se eternizan en el rol de estar todos los días en la negociación de la pequeña política o en la presión de la pequeña política. Yo creo que el rol de los expresidentes tiene que ser siempre como una especie de consejos superior al cual acudan, pero también donde crean que pueden hacer una opinión o un comentario constructivo, también lo puedan hacer. Para mí, mi vida no termina con la presidencia, mi vida está mucho más allá de la política. Seguiré opinando sobre los temas internacionales en los cuales me he involucrado en los temas ambientales, en los temas migratorios y estaré siempre elevando mi voto en la defensa de la democracia y en la lucha contra la opresión y la dictadura en América Latina.
-Usted es un hombre muy joven aún, pero el día que llega el momento en que quizás se sintiera estimulado de escribir cosas importantes, hitos de su vida, Iván Duque, el hombre que ya ha salido de su postura de presidente, cómo describiría estos cuatro años trascendentales.
En estos cuatro años yo he pensado en muchas cosas, he pensado mucho en la fe. Soy un hombre de fe y la fe me ha acompañado en esos cuatro años para pasar por muchas tempestades, huracán categoría cinco; una pandemia, una crisis migratoria, la dificultad de implementar un proceso de paz diseñado con muchas debilidades, con fragilidad. Bueno, en fin, son muchos retos. Pero la fe estaba ahí. Lo segundo, el coraje. Otra palabra que la tengo muy cercana y que hoy, cuando yo mantengo en el escritorio el libro de Perfiles de coraje que escribió John F. Kennedy, donde dice que muchas veces uno debe tomar decisiones que son impopulares, que son difíciles de manejar. Y ese coraje lo tuve. Yo tomé muchísimas decisiones impopulares, inclusive cuando algunos de mis críticos me llaman, pero es que las encuestas sí. Cuando uno quiere gobernar pensando no en la próxima elección, sino en la próxima generación, uno tiene que estar tomando decisiones impopulares, decisiones para una reforma fiscal el año pasado, impopulares, pero necesarias. Y la economía no estaría creciendo hoy, como está creciendo, sino hubiéramos tomado decisiones como esa, o la decisión del Estatuto de Migración Temporal impopular. Quién en el mundo hoy puede aspirar a tener popularidad dejando que 4% de su población en equivalente de migrantes estén cumpliendo libertades, sobre todo cuando hay tanta desinformación. Lo hicimos porque era lo correcto. Entonce,s el coraje está ahí y también algo que ha estado presente en esta administración ha sido la palabra resiliencia, que es mi palabra favorita ¿Por qué? Porque es convertir la adversidad en una oportunidad y eso para mí significa mucho, entraña mucho. Y yo creo que también es otro de los elementos diferenciadores de lo que hicimos en estos cuatro años. Ahora estoy terminando una carta a los colombianos, que es prácticamente una especie de libro donde yo quiero ir a lo más práctico, hay una frase, una palabra: es con hechos, no con palabras, es con hechos como se muestra el resultado de una obra de gobierno.