domingo 9  de  febrero 2025
AMÉRICA LATINA

El terremoto en México cobró cientos de vidas y arruinó muchos hogares

En la comunidad indígena de San Francisco Ixhuatán, en Oaxaca, una de sus pobladoras describe las vivencias tras el siniestro del 7 de septiembre que ha dejado el mayor número de muertos desde 1985

POR ALBERTO PÉREZ
Especial

MÉXICO. La situación sismológica en México sigue inestable, los temblores continúan. El pasado 23 de septiembre, cuando la población sintió un nuevo movimiento de magnitud 6.1, el temor regresó a la gente de San Francisco Ixhuatán, Oaxaca, la región más dañada del país el 7 de septiembre por un sismo de magnitud 8.2 grados en la escala Richter. Aunque las labores de recuperación continúan, las actuales condiciones son mucho más complejas en comunidades remotas como esta.

Victoria Cabrera Sánchez estuvo a punto de perder la vida en el devastador sismo de principios de septiembre. “Se me cayó mi casa, pues; ahí vivimos mi esposo, mi hija, su hijo y una hermana mía”, cuenta mientras al hablar parece no haber asimilado completamente los hechos.

Esta mujer, de 67 años y origen zapoteco, se enfrenta ahora a las dificultades agravadas de esa parte de la población que incluso en condiciones normales reciben menos apoyo.

“Mi esposo es campesino –señala con humildad. Se va a su trabajito y viene, no gana mucho, de repente le pagan un día el trabajo, 150 pesos el día, pero eso es todo”.

Con su hablar entrecortado, Victoria también hace énfasis en el rol que le toca en la economía familiar: “Y yo pues hago tortillas, tengo mi horno, tenía –rectifica–, con el temblor se estrelló. Ya no podré hacer memelas (tortillas de maíz grandes y delgadas), pan y totopos; con eso saco para comer”.

Más de 60 familias de San Francisco Ixhuatán perdieron sus hornos debido a los derrumbes que provocó el sismo considerado como el más intenso en México en casi un siglo. Recorriendo las casas destruidas de este lugar junto a otras misioneras, andaba Sor Bertha López Chávez, directora del Programa de Apoyo a Personas Inmunodeprimidas (PAIPID), quien, al referirse al dolor que viven las madres al frente de estos núcleos familiares, se emocionó diciendo: “Depende de estos hornos el que ellas puedan tener una estabilidad económica y un futuro. Ayudémoslas”.

Durante la entrevista, muchas veces Victoria cruza los brazos en señal de incertidumbre y se frota las manos acostumbradas a tortear (amasar y moldear las tortillas), quizá con la esperanza de que pronto vuelva a hacerlo. Por el momento se mantiene atenta en compañía de familiares y vecinos ante cualquier nuevo movimiento de la tierra. Con el cansancio y la preocupación marcados en el rostro, mira a lo lejos, respira profundo y concluye: “Pensé que había perdido la vida, pero gracias al Señor aquí estamos”.

Temas

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar