Abraham Jiménez Enoa nace de manera simbólica con el derrumbe del comunismo y la intentona desesperada de un régimen náufrago por sobrevivir. Cuando las dictaduras se saben desaparecer, se vuelven más peligrosas y recurren a un sortilegio de estrategias descabelladas y anacrónicas. Graduarse de periodismo en Cuba es un camino espinoso donde, al llegar a cierto punto, tienes dos opciones: O te dedicas a la propaganda servil dentro del aparato oficialista y gozas, de cierta manera, de las mieles del engranaje; o rehúsas doblar la cerviz de tu pluma y te conviertes en un Quijote posmoderno, armado con lanzas de palabras.
“Esos retazos de Cuba que publico cada mes, son algunos de los paisajes que el Gobierno cubano quiere guardar bajo llave, para que no se les derrumbe la imagen de país que Cuba no es, a los que no conocen esta realidad. Y porque una de las esencias de los regímenes totalitarios es silenciar las voces que narran la cotidianeidad más subversiva”, escribió Abraham (prefiero llamarle por el nombre y no por su apellido), y es que, ser columnista de “The Washington Post” lo convierte prácticamente en enemigo declarado y víctima de un sinnúmero de vejaciones y maltratos.
Agregó que “el único reto de un periodista independiente, oficialista, como de un periodista galáctico, como un periodista subterráneo, es contar la verdad y contarla de tal manera que esa verdad sea potente, que sea una historia atrayente y que pueda mostrarle a la audiencia, eso que ellos están esperando. Yo creo que no hay ningún otro reto que no sea navegar por las aguas de la realidad e intentar llegar a una verdad. Este tiene que ser el único y el principal fin de todo periodista, ya sea el periodista del Granma -que sabemos que no lo hace-, ya sea el periodista independiente, el corresponsal. No hay otra razón de ser para un periodista que no sea arroparse y embarrarse de la verdad”.
Pero esa misma verdad acaba por ser uno de los mayores delitos si es contada y amenaza la yugular de los mecanismos represivos y sus dependencias. El juglar se expone entonces a la barbarie, convertida en ley por los escribanos de la dictadura: “Intentar, llegar al fondo de las cosas y llamarlas por su nombre siempre va a garantizarte cuidar tu pellejo, cuidar tu integridad moral, ética y hasta física, porque, de alguna manera, que cuentes la verdad te va a permitir tener siempre un escudo moral y el escudo de la fuente y de los sucesos, que contra eso no se puede”.
Como puntualizó: “Hay que saber que, amén de que uno es periodista independiente y que, de alguna manera eso casi siempre en Cuba está relacionado con una crítica al régimen, hay que ser lo suficientemente objetivo para identificar y contar los acontecimientos. Si bien uno está en contra del régimen y aboga por acabar con esta pesadilla que llevamos viviendo seis décadas, uno debe tener el tino para juzgar por los acontecimientos y no por la opinión. Sabemos que la objetividad es una cosa utópica, atravesada siempre por la perspectiva, por la visión, por la construcción cultural de cada persona, pero existe la triangulación de datos, triangulación de información y triangulación de fuentes: Esa es siempre mi estrategia para escudarme de los ataques del régimen, hacer bien mi trabajo, brindar y publicar un artículo que sea lo suficientemente sólido que cueste desmontarlo”.
Abraham es un tipo de esos con el don del verbo lacerante. Arrestado, desnudado, interrogado, maltratado y otros “ado”, participios del terror en el diccionario del totalitarismo. “El régimen cubano no tiene la más mínima intención de pegarle un disparo en la sien a alguien para luego lanzarlo a una cuneta de noche en un campo perdido; le es innecesario, con asesinarte cívicamente tiene. Estrangularte en el día a día es su estrategia: aniquilar la mente para apoderarse del cuerpo, de los cuerpos todos, de la masa”, sentenció tras actos de violencia contra su persona.
“Un periodista serio no se puede dejar llevar por todo el humo que corre todo el tiempo en las redes sociales. Yo creo que lo fundamental en la era de las redes sociales, si bien posibilita estar en un montón de lugares al mismo tiempo y acceder a un cúmulo enorme de información, lo principal en todo esto es comprobar y recontrachequear toda la información, todas las declaraciones, todos los sucesos… Yo creo que, justamente, que el auge de los medios independientes que se ha dado el último lustro esté acompañado con este momento tecnológico mundial es parte de la caracterización del periodismo independiente cubano. Muchas veces se comete el error de hacer noticias de declaraciones o sucesos que no lo son. Los periódicos y los medios deben ser mucho más profesionales en ese sentido”.
El poeta indio Rabindranath Tagore dijo: “Los hechos son muchos, pero la verdad es una”, y es que, adornarlos desvirtúa, adjetivar los condiciona. La realidad más cruda, sin maquillaje, es el principal legado, a merced del género o el estilo. En ese sentido Abraham está enamorado de su profesión.
“Ser periodista es sencillo. El periodismo es un servicio social que se le brinda a la ciudadanía. Nosotros somos contadores de historias, nosotros somos contadores de realidad. No creo que el rol o las funciones del periodista sean otros. El periodista es esa persona que tiene todo el tiempo, entre ojo y ojo, contar una historia, narrar la realidad, siempre todo apegado a la verdad”.
Abraham Jiménez Enoa (La Habana, 1988) es periodista. Se graduó de Periodismo en la Universidad de La Habana. En 2016, cofundó la primera revista online cubana dedicada al periodismo narrativo, El Estornudo, que dirige en la actualidad. Ha colaborado con BBC World, Al Jazeera, Courrier International, Vice News, Huffington Post, Univision, The Clinic, Revista Anfibia, GQ y El Faro. Mantiene un blog con frecuencia mensual en la revista Gatopardo.
@YoandyCastaneda
