JUAN CARLOS SÁNCHEZ
Especial
Evo Morales ha celebrado su llegada al poder hace 10 años en medio de escándalos de corrupción, acusaciones de autoritarismo y falta de apoyo de varios sectores indígenas
JUAN CARLOS SÁNCHEZ
Especial
El presidente boliviano Evo Morales trata de aferrarse a su cargo propiciando un referéndum que tendrá lugar el próximo 21 de febrero, con vistas a reformar la Constitución y hacer posible su postulación para un cuarto mandato consecutivo.
Para los principales líderes de la oposición y del exilio, existen posibilidades de que en esta consulta -la octava que realiza durante su gobierno- gane el ‘NO’ a la reforma de la Carta Magna. El problema, según el exministro de la Presidencia Carlos Sánchez Berzaín, es que “la dictadura de Evo Morales tiene montado un aparado de fraude electoral, igual que sucede en Venezuela y Ecuador, que está institucionalizado. Y avisa: “El fraude es lo único que puede evitar que eso suceda”.
Pero el Gobierno de Morales arrastra otros problemas. Tras 10 años en el poder, ha dejado el país con una democracia en riesgo de desaparición y una economía hipotecada, a pesar de su repetitivo discurso de protección a los más pobres.
Su mandato coincidió con una subida de los precios de las materias primas y la presencia de un sistema financiero internacional dispuesto a prestar dinero a países como Bolivia. Pero durante la bonanza económica no se ahorró ni un centavo; se gastó todo en contentar a una neoburguesía formada por los más estrechos aliados de las autoridades del régimen, sus familias y amigos, quienes han logrado amasar enormes fortunas gracias a contratos corruptos y una burocracia bien estructurada donde las principales empresas y, por tanto, los principales medios de comunicación, son del Estado.
Humberto Roca, propietario de la empresa AeroSur, señaló que sólo el Estado y el narcotráfico han crecido. Mientras que en el sector privado ese crecimiento no llega siquiera al 30% en estos 10 años”. Roca, quien vive exiliado en Miami, apela a la responsabilidad y le preocupa que muchos empresarios hayan sido comprados por un Estado corrupto, gestionado por malos administradores que terminarán hundiendo al país.
El Gobierno niega que las fuertes caídas de los países vinculados a las materias primas vaya a afectar a Bolivia, pero ya se aprecian síntomas de una economía agonizante, mantenida sólo en los elevados ingresos obtenidos por la exportación de gas a Brasil y Argentina, y en adjudicaciones de proyectos a empresas extranjeras (sobre todo chinas), en detrimento del sector privado. Cuesta entender igualmente el abandono de la industria nacional, que tropieza ahora con la caída de los precios del petróleo, una disminución de un 30% del valor de las exportaciones y la tendencia decreciente de las reservas de dólares.
Modelo agotado
Violaciones de derechos fundamentales, criminalización de protestas sociales, encarcelamiento de disidentes, censura, cierre de medios de comunicación, propiedades confiscadas, altos índices de violencia doméstica y contra la infancia, personalidades muy cercanas al presidente acusados de narcotráfico… Ése es, lamentablemente, el panorama de la Bolivia de hoy. La que parece no ver buena parte de la comunidad internacional.
Nunca un presidente del país andino había estado tantos años en el poder. Para Manfred Reyes Villa, exgobernador de Cochabamba y candidato a la presidencia, se trata de “un Gobierno totalitario que ejerce el terrorismo de Estado y que ha dejado como saldo una gran cantidad de presos políticos, más de 1.000 exiliados, entre ellos políticos, militares, jueces, fiscales, trabajadores y a una gran cantidad de empresarios a los que les ha arrebatado sus empresas”.
Hasta hace poco parecía inconcebible que los ciudadanos bolivianos salieran masivamente a protestar en contra su presidente. Sin embargo, en los últimos años grupos indígenas las repiten -a menudo con violencia- para enfrentar la construcción de carreteras y las prospecciones en sus reservas naturales.
Mientras el partido oficialista MAS, las organizaciones sociales que le son afines y el propio Evo Morales buscan abanderar el proyecto de “Socialismo del Siglo XXI” ampliando aún más los poderes estatales, Bolivia puede votar por un drástico cambio de rumbo tras 10 años de gestión de un modelo político y social que no solo se ha mostrado totalmente agotado sino que ha hundido al país en la inseguridad jurídica, el autoritarismo político y el descrédito internacional.
Humberto Roca, Manfred Reyes Villa y Carlos Sánchez Berzaín. (ARCHIVO)
Las voces del exilio bolivano
Preocupación, cautela y un trasfondo de desconfianza. Así es como viven los bolivianos en el exilio en Miami la situación de su país, ante el referendo que debe validar o rechazar la reforma constitucional que se realizará el próximo 21 de febrero para autorizar al presidente boliviano, Evo Morales, a postularse una vez más a la presidencia en 2019.
Para el empresario, Humberto Roca, a quien el Gobierno destruyó todo su patrimonio y lo ha condenado de manera infundada a cinco años de cárcel por enriquecimiento ilícito, Evo Morales usa la corrupción como sistema. “Al controlar todos los poderes del Estado, juega con ventaja y de esta forma la corrupción, y su principal negocio, el narcotráfico, no son tan evidentes”.
Preguntado sobre las adjudicaciones a dedo que hace el ejecutivo boliviano, Roca explicó que a “Morales no le importa cómo se llevan a cabo los convenios ni el cumplimiento en la entrega de la obra, valoradas cinco veces más de lo que cuestan y que casi siempre no funcionan. Sólo le interesa que le paguen a él. Y advirtió: “El problema es que ni los empresarios bolivianos, ni los gobiernos, ni los analistas se dan cuenta que Bolivia se está transformando en un foco de infección peligrosísimo dentro de Sudamérica. Y eso puede afectar a todos al final”.
Por si fuera poco, Morales ha desmantelado a la oposición. “El pueblo boliviano necesita que alguien los escuche, que alguien vea lo que está pasando”, agregó.
Manfred Reyes Villa, exalcalde y gobernador de Cochabamba, tiene claro que en Bolivia no se puede hablar de democracia porque es un Gobierno que no respeta ni la propia constitución política del Estado. “Los opositores más importantes estamos fuera de Bolivia y los que viven en el país están presos, sin sentencia alguna”, como es el caso de Leopoldo Fernández, quien fue gobernador, presidente del Senado y diputado.
Reyes Villa, que está acusado por la justicia oficialista y refugiado en EEUU, no sólo pide el “NO” al pueblo boliviano en el referendo. También sugiere a la comunidad internacional que abra los ojos ante lo que pasa en su país. Su temor es que olviden que hay enormes cantidades de litio, de tantalio en Bolivia, elementos que pueden ser usados por regímenes como Irán contra la seguridad mundial.
Por su parte, el exministro de Gobierno y exministro de Defensa Nacional Carlos Sánchez Berzaín aseguró que “el pueblo boliviano está cansado de corrupción, de abuso de poder, del crecimiento del narcotráfico, de la ausencia de justicia, de la impunidad”. Y lo que es peor, “que haya una cantidad de nuevos ricos vinculados al Gobierno que ostentan sus fortunas provenientes de la corrupción y de la vinculación con el Estado.
Sánchez Berzaín no duda que la mayoría de los bolivianos votará por el “NO”, pero reconoce que Morales pondrá en marcha su maquinaria de terror, de miedo, de persecución para generar desinformación entre el pueblo que contribuya al fraude electoral.
“Morales y su Gobierno son antehistóricos. El pueblo los repudia”. Por eso, en su opinión, “más que una transición, Bolivia necesita una recuperación democrática. El reto es frenar la delirante propuesta de crear un Estado plurinacional, un fenómeno político de concentración del poder con el que ambiciona perpetuarse al frente de la nación y recuperar la República de Bolivia y el Estado de derechos y de libertades que necesita el país”, concluyó.
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