lunes 17  de  febrero 2025
Cuba

Feria de artesanos en La Habana: el triste "despertar" de Verusca

Así como Verusca, decenas de cubanos ingresaron a FIART con la intención de llevarse a casa cualquier producto artesanal y novedoso. Sin embargo, con solo dar los primeros pasos se toparon con una realidad que no esperaban

Por JUAN CARLOS LÓPEZ
Especial

LA HABANA.- El sueño de Verusca, una pinareña que nunca había venido a La Habana, ciudad que su abuela le dibujaba con pinceles marcados por el mito del comunismo, era asistir a la Feria Internacional de Artesanía (FIART), en el recinto ferial de Pabexpo de la capital cubana.

A sus 19 años, con cuerpo de sirena, cabellos rubios y rizados, además de unos ojos azules como el mar, la hermosa jovencita llegó a Pabexpo ‪la mañana de este jueves poco después de que asomara el sol altanero de un caluroso día. Pero ni él podría entorpecer el cumplimiento de un deseo anidado en su mente desde la niñez.

Los primeros pasos de la niña en las manualidades habían sido al lado de su abuela Esperanza, una mujer nacida en el oriente del país y dedicada al bordado de manteles, y que a pesar de su longeva edad lograba enhebrar una aguja sin necesidad de espejuelos. Verusca sacó la vena artesanal de su abuela. Con solo siete años, diseñaba y cosía a mano la ropa de sus muñecas.

La abuela de la entonces adolescente murió hace siete años cuando estaba a punto de iniciar una edición de FIART. Sus manteles quedaron en un armario. Verusca hizo hasta lo imposible para encontrar a alguna persona que pudiera llevar las creaciones de Esperanza a la feria, sin saber que los espacios para los expositores tienen un costo. Finalmente, fue un vecino quien compró los manteles.

Desde entonces, la naciente artesana se trazó la meta de ahorrar dinero para asistir a una edición de FIART, aunque solo fuera como parte del público, consciente de que su pobreza, que es la misma de sus padres, abuelos y todos sus ancestros, no le permitiría exhibir alguna de sus creaciones. “Pero tampoco soy tan buena como mi abuela en eso de las manualidades”, afirmó con un dejo de vergüenza en sus palabras.

La hora para abrir las puertas del recinto ferial se acercaba. Verusca era una de las primeras en la “cola” formada en uno de los dos costados del edificio. En el otro también había centenares de personas ansiosas por recorrer esos pasillos. ‪A las 11:00 am un murmullo de voces daba a entender que la “aventura” estaba por empezar.

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Cientos de cubanos avanzan hacia las instalaciones de Pabexpo, en La Habana, para descubrir los productos que ofrece FIART 2016.
Cientos de cubanos avanzan hacia las instalaciones de Pabexpo, en La Habana, para descubrir los productos que ofrece FIART 2016.

Un hervidero humano irrumpía en las instalaciones del recinto como si dentro del mismo estuvieran realizando las primeras elecciones libres y democráticas en la isla después de la muerte del dictador Fidel Castro.

La gente corría para entrar; algunos se empujaban, otros lanzaban palabras groseras. Pero esta vez en lugar de comicios, como lo anhelan los cubanos para elegir a sus gobernantes dentro del marco de la democracia, lo que muchos tenían en frente era otro sueño casi imposible: tener acceso a los productos de la feria.

De un reto a una decepción

Así como Verusca, decenas de cubanos ingresaron al área expositiva de FIART con la intención de llevarse a casa cualquier producto artesanal y novedoso en virtud de que las tiendas del estado en la isla no ofrecen un surtido muy atractivo.

Sin embargo, con solo dar los primeros pasos se toparon con una realidad que no esperaban: para un cubano, una billetera de cuero por 15 CUC (peso cubano convertible, con valor equivalente al dólar estadounidense) o una cartera de mujer por 150 CUC son precios inalcanzables. El rostro de Verusca pasó de mostrar felicidad por el sueño cumplido, a un estado adusto y triste.

Igual que la jovencita pinareña, Didier, un habanero elocuente y de ojos expresivos, se lamentó por los precios de unos productos que calificó “de excelente calidad” pero que “valen ‘un huevo’”, porque, asimismo, acorde con sus palabras, “no están al alcance del bolsillo de los cubanos”.

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Cubanos, entre la curiosidad y el asombro, recorren los pasillos de la XX Feria Internacional de Artesanía FIART 2016.
Cubanos, entre la curiosidad y el asombro, recorren los pasillos de la XX Feria Internacional de Artesanía FIART 2016.

En efecto, en Cuba los salarios de los trabajadores oscilan entre los 300 y 1.000 pesos cubanos (entre 12 y 40 CUC), ingresos pírricos en una economía deteriorada que obliga a la gente a vivir del “invento” y las “oportunidades” para poder llevar a la mesa un pedazo de carne de puerco o un par de libras de pollo al menos tres veces a la semana.

Madelin Fajardo pidió el día libre en su trabajo para dejarse envolver por los “sueños irrealizables” de esta feria. A su juicio, “todo aquí es muy lindo, demasiado bello, lo único malo es que ¿de dónde podría sacar 1.200 CUC para comprar un juego de cuarto?”.

Zaylí, quien acompañaba a Madelin, consideró que es injusto que la entrada a FIART tenga un valor de 5 pesos, en la moneda nacional, mientras que dentro de la feria los costos sean en CUC. Y se preguntó: “¿Por qué no dan los precios en moneda nacional? ¿Será porque si los ponen en moneda nacional un sencillo adorno de mesa podría valer más de 1.000 pesos cubanos?”.

La edición número XX

La XX Feria Internacional de Artesanía FIART 2016, organizada por el Fondo Cubano de Bienes Culturales, se mantiene abierta ‪hasta el 18 de diciembre, dedicada en esta edición a la provincia Cienfuegos y a las creaciones en textil como expresión artística.

En FIART 2016 participan artesanos de Haití, Portugal, China, Argentina, Ecuador, Corea, Venezuela, Italia, España, Canadá, India y Perú, que se unieron a sus similares cubanos en 26 stand institucionales y 243 individuales.

El público asistente, en su mayoría, tiene la oportunidad de apreciar y, unos pocos, adquirir productos de manufactura local e internacional dentro de las manifestaciones de cerámica, muebles, artesanías para el tabaco, piel y calzado, textiles, orfebrería, herrería, lámparas y vitrales, entre otras.

Verusca se despidió de la feria con un sabor agridulce y sin ganas de regresar a otra edición de FIART en La Habana. “Estuve aquí una hora, me gasté todo lo que había ahorrado y solo me llevo tres ‘cositas’ que pude comprar”, dijo.

“Mi abuela estaba un poco equivocada”, subrayó.

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