@DesdeLaHabana
ESPECIAL
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LA HABANA.- Se los presento. Se llama Gustavo Luis Rodríguez Rollero, nació el 21 de diciembre de 1963 en el poblado de Iguará, municipio Yaguajay, provincia de Sancti Spíritus, a unos 360 kilómetros al este de La Habana.
Según EcuRed, la enciclopedia digital cubana, Rollero, como le dicen, fue jefe de pelotón de infantería motorizada en las fuerzas armadas. Una vez licenciado del Ejército, laboró como técnico agrícola, jefe de brigada, subdirector agrícola y director de un complejo agroindustrial en Ranchuelo, en Villa Clara.
Después fue delegado provincial del Ministerio de Agricultura y viceministro en ese departamento. Posteriormente fue viceministro del Ministerio del Azúcar, donde llegó a ser viceministro primero. En junio de 2010 llegó a la cúspide y fue nombrado ministro de Agricultura, cargo que le sería ratificado en julio de 2018 por la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Su biografía, como la de otros funcionarios del Partido Comunista de Cuba, no tiene sombras. Pero ningún experto en la Isla puede explicar cuáles han sido sus méritos para que durante nueve años se haya mantenido en el cargo, a pesar de que desde 2013 las estadísticas en el sector agropecuario han caído en picada.
Si usted pregunta en la calle cuál es el ministro más impopular en el país, la gente señala en primer lugar a Rollero, el de la agricultura. En segundo lugar al de transporte, Eduardo Rodríguez, pero como fue designado en enero de este año no es tan conocido como el anterior, Adel Yzquierdo, quien estuvo cuatro años al frente del MITRANS.
Antecedentes
Eduardo, jubilado, trabajó 55 años en el antiguo central Toledo, ubicado en Marianao, al oeste de La Habana. Recuerda que en el 2000, cuando Fidel Castro ordenó reestructurar la industria azucarera -una reestructuración que fue denominada Tarea Álvaro Reinoso-, se cerraron más de cien ingenios azucareros, entre ellos el Toledo, el único que había en la capital, rebautizado por el Gobierno de Castro con el nombre Manuel Martínez Prieto, un dirigente sindical de ese central asesinado en 1958 por la dictadura batistiana.
“Tornillo a tornillo se desarmó todo el central. El desmantelamiento propició que vecinos de los alrededores aprovecharan y robaran. Por el central Toledo pasaron funcionarios del MINAZ prometiendo villas y castillas. Pero el más mentiroso fue Rollero. Llego un día, con pinta de alumno de la Ñico López (escuela superior del partido comunista), asegurando que se iba montar una industria para procesar alcohol y aprovechar los subproductos de la caña de azúcar. Dijo que esa producción se iba exportar. Todo fue mentira", rememora Eduardo, quien a sus 72 años, vende coquitos de azúcar prieta, que le permite ganar unos pesos y compensar su pensión, equivalente a 12 dólares.
Desinformación
Se sabe que la desinformación es habitual entre altos funcionarios del régimen castrista. Algunos están más desinformados que otros. El canciller Bruno Rodríguez Parrilla, por ejemplo, ‘desconocía’ que a los médicos cubanos que desertaban de sus misiones se les prohibe visitar su patria. Tampoco sabía que casi un centenar de disidentes y periodistas independientes se encuentran 'regulados', no pueden viajar al exterior, a pesar de no tener cargos delictivos en su contra.
En un encuentro con emigrados cubanos residentes en Irlanda, el pasado mes de octubre, el presidente designado Miguel Díaz-Canel afirmó que el Gobierno ‘no reprime’ a los que piensan diferente. En un país donde la mentira se ha convertido en un estilo de vida, son comprensibles las puestas en escenas, la cataratas de consignas huecas y el barraje mediático de contenido ideológico sesgado y manipulado por expertos en el control de los medios estatales.
Ahora mismo, Gustavo Rodríguez Rollero es el tiro al blanco perfecto de la gente de a pie. Unas semanas atrás, apareció en el noticiero nacional de televisión, enredado en una montaña de papeles. Mientras se acomodaba sus gafas, aseguraba que en una reunión de ministros con Díaz-Canel, se había dicho que se estaba cumpliendo "la orientación de que cada cubano consuma 30 libras mensuales de frutas, hortalizas y viandas". Y aseveraba que se "trabajaba para garantizar 5 kilogramos de proteína animal per cápita al mes".
Realidad
Mirta, ama de casa, es asidua a ver los noticieros televisivos. "Cuando en la tele veo las mentiras que los funcionarios dicen, me sube la presión arterial. Pero soy masoquista y sigo viendo los noticieros, sobre todo el estelar, como le llaman al de las 8 de la noche. El que más miente es Rollero. El tipo es más rollo que película. ¿Treinta libras de frutas y vegetales y cinco kilogramos de carne? Permítame reírme, señor ministro”, expresa Mirta, y menciona la situación en que se encuentran los agromercados habaneros: “En diciembre la carne de puerco siguió subiendo de precio en La Habana. La libra de carne de cerdo deshuesada no baja de 50 o 60 pesos. Probablemente para la última semana del año cueste aún más cara”.
Y continuó: “En los agros estatales no hay ná, solo plátanos, boniatos, yucas y frijoles negros, tampoco tomates ni cebollas. Frutas, a veces naranjas dulces resecas, ácidas y sin zumo y unas piñas chirriquiticas que cuando le quitas la cáscara apenas da dos vasos de jugo. Es cierto que hay cubanos que pueden comer 30 libras de viandas, vegetales y frutas y5 kilogramos de pollo, cerdo o carnero al mes. Lo que no dice el cara de guante de Rollero es la cantidad de dinero que mensualmente se gastan las personas que pueden comprar esos productos”.
Por las nubes
DIARIO LAS AMÉRICAS recorrió varios agromercados estatales en La Habana. El desabastecimiento es notable. Por lo general cinco o seis productos agrícolas, casi siempre plátanos, yucas, boniatos, frijoles negros y colorados.
Los vendedores particulares tienen una oferta mejor, pero los precios están por las nubes, si se tiene en cuenta que el salario promedio en Cuba es 777 pesos al mes, unos 31 dólares. La libra de tomates cuesta 20 y 25 pesos y la de cebollas, 30 o 40 pesos. Una col, 15 a 20 pesos, un limón 7 u 8 pesos y una libra de garbanzos, 25 pesos. Guayaba, 8 a 10 pesos la libra; una piña madura, 15 o 20 pesos; un mamey, 25 pesos; un melón de cuatro libras, 40 pesos, a diez pesos la libra, y una fruta bomba entera puede costar más de 50 pesos.
Liliana y su esposo, emprendedores privados (pequeños empresarios) afirman que ellos intentan llevar un menú lo más sano posible. “Pero la cantidad de dinero que gastamos es tremenda”, dice Liliana y muestra una libreta donde apunta los gastos.
“Cada mes gastamos más de 2.000 pesos, alrededor de 80 dólares, solamente en frutas, hortalizas, viandas y frijoles. Y entre 250 y 300 cuc (250 o 300 dólares) en carne de res, pollo, pescado, queso, yogurt, espaguetis y puré de tomate, entre otros alimentos de los mercados en divisas. Cuando sumas, la cifra te da 9.000 o 10.000 pesos mensuales, solo para que tres personas, mi esposo, nuestra hija y yo podamos desayunar, almorzar y comer. Rezo todos los días para no enfermarme y poder trabajar, pues si nos faltara el dinero no las vamos a ver negra”.
Desde hace seis décadas, la prioridad número uno de las familias cubanas es poder preparar en sus casas una o dos comidas calientes los siete días de la semana. Pero a medida que la "revolución ha ido avanzando", en una isla de clima tropical, increíblemente cada vez es más complejo, difícil y caro conseguir alimentos.
La gente de a pie culpa al Gobierno y en particular al ministro de Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, por la escasez, desabastecimiento, mala calidad y altos precios. Y por disparar mentiras en ráfagas.