PUERTO PRÍNCIPE.- En respuesta a una ola de violencia sin precedentes durante el fin de semana, las autoridades de Haití decretaron un toque de queda nocturno en un intento desesperado por restablecer la paz en las calles. La medida llega después de que pandilleros fuertemente armados irrumpieran en los principales centros penitenciarios del país, liberando a miles de reclusos y desencadenando una espiral de caos y violencia.
El gobierno anunció el domingo por la noche un estado de emergencia de 72 horas, con el objetivo declarado de capturar a los responsables de estos actos atroces. "Se ha ordenado a las fuerzas del orden utilizar todos los recursos disponibles para hacer cumplir el toque de queda y detener a los delincuentes", declaró el ministro de Finanzas, Patrick Boivert, en un comunicado oficial.
Mientras tanto, el primer ministro, Ariel Henry, quien se encontraba en el extranjero buscando apoyo para un plan de seguridad respaldado por la ONU, fue convocado de urgencia para enfrentar la crisis en su país natal.
Asalto a penal
El asalto al Penal Nacional el sábado por la noche dejó a la nación conmocionada. Casi 4.000 reclusos lograron escapar de las instalaciones, convirtiendo la prisión en un escenario surrealista de abandono y desorden. En otros lugares de la ciudad, los residentes se encontraron con escenas de violencia sin sentido, con cuerpos tendidos en las calles y barricadas improvisadas ardiendo en llamas.
Entre los fugitivos se encuentran 18 exmilitares colombianos acusados de participar en el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse el año pasado. Sus súplicas de ayuda fueron ampliamente compartidas en las redes sociales, destacando la desesperación que se vive en las calles de Puerto Príncipe.
El gobierno colombiano exigió garantías de seguridad para sus ciudadanos atrapados en esta crisis, mientras que la comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos en Haití, temiendo un colapso total del orden público.
Los enfrentamientos armados y los disturbios civiles han sumido al país en una profunda crisis política y humanitaria, con consecuencias impredecibles para el futuro de Haití y su gente. La esperanza ahora reside en la capacidad del gobierno para restaurar la calma y la estabilidad antes de que sea demasiado tarde.
FUENTE: Con información de AP