CARACAS.- Dieciocho años después de haber participado en el proceso constituyente que dio origen a la Carta Magna de 1999 en Venezuela, Hermann Escarrá, quien es un férreo defensor del régimen de Nicolás Maduro y una polémica figura por sus cambiantes opiniones a favor y en contra del chavismo, se alista para una experiencia similar, aunque no igual, pues asegura que en esta oportunidad el objetivo no es sustituir la Constitución sino “mejorarla”.
En conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS, el constitucionalista y miembro de la Comisión que Maduro conformó para elaborar las condiciones en las que se escogerán a los miembros de esa instancia, rechazó las acusaciones de que la propuesta sea antidemocrática y excluyente y afirma que el pueblo será consultado en las urnas.
¿Para qué una Constituyente ahora si todavía hay aspectos del ordenamiento jurídico que no se han adecuado a la Constitución de 1999? ¿Cambiar la Constitución resolverá la actual crisis?
Esta es una situación distinta a la de 1999, por la razón fundamental de que ahora la Asamblea Nacional Constituyente no va a producir una nueva Constitución. No se trata de dictar una nueva Constitución. El objetivo de esta Constituyente es lograr la paz a través de un proceso de diálogo con interlocutores válidos y hacerle algunas mejoras a la actual Carta Magna.
¿Qué mejoras?
Hay que incorporar nuevos derechos, como los de la juventud y al medio ambiente, que están tan amenazados en estas épocas por la sobreexplotación de los recursos naturales. También hay que incorporar todo lo relacionado a las comunas, consejos comunales, bancos comunales y demás formas de organización y asociación nuevas y hay que dotar a la Constitución de mecanismos para defenderla en caso de un golpe de Estado como el que ocurrió en abril de 2002. La Constitución de 1961 por ejemplo tenía el artículo 250, el cual establecía que ella no perdería su vigencia si fuese derogada por un acto de fuerza y autorizaba al Congreso a decretar, mediante acuerdo aprobado por la mayoría absoluta de sus miembros la incautación de todo o parte de los bienes de esas mismas personas y de quienes se hayan enriquecido ilícitamente al amparo de ese golpe. Habría que revisar esa norma y ver si se puede incorporar a la actual Carta Magna. Asimismo la Constitución no prevé nada para situaciones inéditas como la que estamos viviendo, donde un poder del Estado, controlado por una mayoría circunstancial se coloca en rebeldía y desacata las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y no hay manera jurídica de forzarlo a cumplirlas.
Entonces, la Constituyente tiene como propósito actuar contra la Asamblea Nacional dominada por la oposición. ¿El objetivo es disolverla?
No, el objetivo no es disolver ningún poder, aunque seguramente alguien lo planteará, pero para que eso se apruebe, la mayoría debería estar de acuerdo. Ya tuvimos el antecedente de 1999, donde el extinto Congreso y la Constituyente convivieron durante meses apenas a unos metros de distancia.
La oposición, varios colegas suyos y hasta los obispos han criticado la propuesta presidencial de que la mitad de los 500 constituyentes serán elegidos por sectores, pues lo consideran antidemocrático.
El Presidente planteó una Constituyente mixta, pero eso no implica que se vaya a obviar la elección, si eso fuera así yo no estaría aquí. La elección por sectores será para escoger a los candidatos que aspirarán a integrar la Constituyente, no a los miembros como tal. Los miembros como tal los elegirán todos los venezolanos. La idea es tener candidatos de las comunas, de los trabajadores, de los obreros, de los estudiantes, de los empresarios y así no solo se garantizaría la representación territorial sino sectorial. Una cosa son las postulaciones y otra la elección de los constituyentes.
Pero eso da ventajas al Gobierno, porque las comunas están bajo su supervisión y seguramente solo los sindicatos que simpaticen con él serán los que podrán participar, con lo cual son altas las posibilidades de que todos los candidatos le sean afectos.
Bueno ciertamente el Gobierno puede tener ventajas en las comunas y en algunos sindicatos, pero en otros sectores como el de los estudiantes y empresarios seguramente no será así, porque hay descontento hoy y eso no se puede negar. Una Constituyente ahora es un riesgo y yo se lo advertí al Presidente, porque no sabemos quién la puede ganar. En 1999, no había dudas de que Hugo Chávez la ganaría, porque la convocó nada más llegar al poder y cuando tenía una popularidad de 80%, pero las circunstancias ahora son muy distintas.
Otra critica es que el Gobierno pretende no someter a referendo su propuesta, es decir no quiere preguntarle a los electores si se quieren o no embarcar en este proceso como ocurrió en 1999. ¿No es necesario este paso a la luz de la Constitución?
No, el proceso ya está activado, no se necesita un referendo como en 1999 porque la Constituyente ya está prevista en la Constitución; en cambio en 1999 no lo estaba. La Constitución de 1961 no mencionaba esta figura y por eso el presidente Chávez sometió su propuesta a referendo.
También preocupa que los cambios que se le hagan a la Constitución no sean sometidos a referendo, porque la Constitución no obliga expresamente a ello.
No debe de haber esa preocupación, porque se debe celebrar un referendo. Después de 1999 no es admisible que se reforme una Constitución o se apruebe otra sin que el pueblo la avale en las urnas. Aún si, la Constitución expresamente no lo obliga si no se celebrara un referendo. Para someter a aprobación lo que decida la Constituyente, se estarían violando al menos 10 artículos de la Carta Magna, siendo el más importante el 5, que establece que la soberanía reside en el pueblo.
¿No cree que esta propuesta agravará la crisis? ¿Por qué no se celebran elecciones y punto?
Se agotaron todas las vías. La última fue el proceso de diálogo en el que participó el Papa y de la que la oposición se retiró sin más. Ya lo único que queda para evitar la violencia es esto.