Jóvenes cubanos muestran descontento con las ofertas recreativas del verano

Entonces no es de extrañar que las autoridades se muestren preocupadas por un informe emitido recientemente por el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ) acerca de cómo apreciaron los jóvenes la recreación veraniega que acaba de concluir.

El 73.8% de los jóvenes encuestados evaluaron de regular o mal la recreación durante el presente 2016, mientras que un 68.1% consideró este verano como igual o peor que el pasado año 2015. Un cubo de agua fría sobre la maquinaria ideológica del Gobierno, que se esforzó para que este verano, en medio de los festejos por el 90 cumpleaños de Fidel Castro, fuese el mejor de todos.

Entre las actividades que más les hubiesen gustado a los jóvenes estaban las visitas a la playa o las piscinas; salidas a comer en restaurantes; participar en fiestas de amigos; visitar ferias, tiendas y centros comerciales; ver materiales audiovisuales en formato digital; y escuchar música en discotecas, centros nocturnos y cabarets.

Sin embargo, varios obstáculos se interpusieron ante los jóvenes, y les impidió a buena parte de ellos hacer realidad sus deseos. En primer término resaltan las insuficiencias del transporte público, en especial por las noches y los fines de semana. A ello podemos agregar la disminución de los taxis privados, después de las amenazas que afrontaron en caso de subir sus tarifas. También habría que destacar los altos precios de muchas instalaciones recreativas —centros nocturnos, restaurantes, piscinas—, que las colocan fuera del alcance del universo juvenil, sobre todo si se trata de estudiantes.

En la encuesta practicada por el Centro de Estudios sobre la Juventud sobresalieron como las actividades menos deseadas por los jóvenes vacacionistas las visitas al cine o al teatro, la lectura, ir a museos o lugares históricos, participar en proyectos culturales comunitarios, y asistir a galerías de arte, exposiciones o presentaciones de libros.

Para colmo, la denominada "programación de verano" ofrecida por la televisión no fue del agrado de la mayoría de los jóvenes que debieron permanecer en sus casas debido a las carencias y obstáculos antes expuestos. Pocos estrenos, escasa variedad y demasiada politización caracterizaron las entregas de la pequeña pantalla durante julio y agosto. Tal vez la excepción fueron las transmisiones en vivo de las Olimpiadas de Río de Janeiro.

Es probable que los muchachones de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) se sientan desilusionados porque la juventud capitalina no haya seleccionado a la feria "Arte en la Rampa" como una de sus favoritas. Mucho que trabajaron ellos en el montaje de una exposición fotográfica en la entrada del Pabellón Cuba, a propósito del nonagésimo cumpleaños del máximo líder. Y mucho que acondicionaron el Salón de Mayo para posibilitar el "diálogo intergeneracional" entre los jóvenes y la vieja guardia de la nomenclatura raulista.

No podemos concluir sin mencionar dos de las actividades que centraron la atención de nuestros jóvenes durante este verano: los espacios WiFi y el consumo de alcohol. Con respecto a los primeros, es de destacar que la inmensa mayoría de los que visitan estos lugares lo hacen motivados por establecer contactos con familiares y amigos. Si optaran por navegar en la red de redes, quizás se toparían con que la página web que seleccionen está bloqueada por "fomentar la subversión interna".

Lo del sobreconsumo de alcohol por parte de la juventud ya constituye un hecho cotidiano. Incluso ya la alarma se enciende en lo concerniente a las drogas. No en balde el periódico oficialista Juventud Rebelde, en su edición dominical del pasado 11 de septiembre, publicó un trabajo a dos páginas sobre los daños que ocasiona la adicción a la marihuana.

FUENTE: DIARIO DE CUBA/ORLANDO FREIRE SANTANA