EAGLE PASS.- En las orillas del Río Grande, donde México y Estados Unidos se tocan, hay un tesoro que no se ve a simple vista, pero que cuenta historias de compasión y apoyo inquebrantable en tiempos difíciles. Estas historias se encuentran entre las prendas de ropa abandonadas por los migrantes que cruzan a diario en busca de una vida mejor.
Entre las aguas y los alambres de púas que marcan la frontera, Marco Antonio González, un hombre de 37 años, ha encontrado su vocación como guardián de estos objetos olvidados. "Un día, mientras pescaba, encontré una bolsa con 100 dólares. Ese fue el punto de partida para mí", confiesa con humildad.
Las prendas que Marco Antonio recoge son testimonios silenciosos de los viajes agotadores desde países lejanos como Venezuela, Honduras, Guatemala y El Salvador. Los migrantes, despojados de sus pertenencias, enfrentan un futuro incierto en busca del sueño americano.
"Mi labor es llevar la ropa a la Casa del Migrante, donde la comunidad me conoce y me ofrece una buena comida a cambio: arroz, frijoles, aceite y papel de baño", relata Marco Antonio mientras se encuentra en la orilla del río en Eagle Pass, Texas. "Mi labor es llevar la ropa a la Casa del Migrante, donde la comunidad me conoce y me ofrece una buena comida a cambio: arroz, frijoles, aceite y papel de baño", relata Marco Antonio mientras se encuentra en la orilla del río en Eagle Pass, Texas.
A lo largo de la frontera, se erigen barricadas de alambre de púas para limitar el acceso de los migrantes en un momento de tensiones políticas. Sin embargo, estas barreras no han detenido el flujo constante de personas que siguen llegando en números significativos.
000_33WD7PU (1).jpg
Marco Antonio González, de 37 años, de México, busca ropa usada y cualquier material para regalar a un centro de migrantes en México, a cambio de dinero en efectivo, mientras camina por el río Grande después de cruzar la frontera entre Estados Unidos y México en Eagle Pass, Texas, el 23 de septiembre de 2023.
ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP
Ayudar a los migrantes
Marco Antonio, un hombre que vive en la sombra de la frontera, también ha sido acusado de ayudar a los migrantes a cruzar de una orilla a otra. Con paciencia, él demuestra que está allí para ofrecer apoyo en momentos de necesidad.
"La gente a veces piensa que estoy aquí por razones equivocadas, pero todo lo que quiero es ayudar", explica con sinceridad.
Este hombre, que conoce bien el río y sus peligrosas corrientes, a menudo se convierte en el último recurso para aquellos que luchan por cruzar. "A veces, no tengo más opción que ayudarlos, especialmente cuando los niños están en peligro de ahogarse", añade.
En medio de la lucha diaria por sobrevivir, Marco Antonio también es testigo de situaciones difíciles en Piedras Negras, donde decenas de migrantes luchan por encontrar un refugio.
Pero su lema es claro: "No me gusta ver las cosas desperdiciándose, porque siempre hay personas más necesitadas que uno mismo", concluye, señalando la ropa que cuelga en el alambre de púas a su alrededor. Pero su lema es claro: "No me gusta ver las cosas desperdiciándose, porque siempre hay personas más necesitadas que uno mismo", concluye, señalando la ropa que cuelga en el alambre de púas a su alrededor.
La historia en las orillas del Río Grande se teje con hilos de solidaridad y humanidad, a pesar de los desafíos políticos que rodean la migración en la frontera. Cada prenda, abandonada en la búsqueda de un futuro mejor, cuenta una historia única de resistencia y esperanza.
FUENTE: Con información de AFP