Mientras el joven venezolano se prepara para cruzar la frontera en busca de asilo en Estados Unidos, enfrenta la dolorosa perspectiva de separarse de su ardilla
Yeison, un migrante venezolano de 23 años, recorrió miles de kilómetros (millas) con su mascota hasta la frontera con Estados Unidos. Pero Yeison y Nico podrían tener que separarse si él consigue entrar a Estados Unidos.
AP/Valerie GonzálezMATAMOROS, MÉXICO.- La historia de Yeison, un joven venezolano de 23 años que busca asilo en Estados Unidos, se ha convertido en un relato conmovedor que resalta la difícil decisión que enfrentan los migrantes al elegir qué llevar consigo y qué dejar atrás durante el peligroso viaje hacia el norte. En su caso, la elección es especialmente inusual y emotiva, ya que su fiel compañero de viaje es Nico, una ardilla.
Yeison, que optó por no revelar su apellido por temor a la seguridad de su familia en Venezuela, explicó que para él no era una opción viajar sin Nico. Sin embargo, las regulaciones fronterizas de Estados Unidos generalmente prohíben la entrada de animales, lo que significa que en algún momento podrían verse forzados a separar sus caminos.
La conexión entre el joven venezolano y su mascota es innegable. En su día a día, Nico trepa sobre los hombros de Yeison y corretea cerca de él en la tienda de campaña, ubicada en un asentamiento con cientos de otros migrantes en Matamoros, ubicado al otro lado de la frontera de la ciudad de Brownsville, Texas. Aunque las probabilidades de que Yeison pueda llevar a Nico al otro lado de la frontera son escasas, los voluntarios del campamento no están dispuestos a rendirse.
La directora de la ONG Ayudándoles A Triunfar, Gladys Cañas, ha visto a otros migrantes que deseaban cruzar con sus mascotas, ya fueran gatos, perros e incluso un conejo en una ocasión. Sin embargo, nunca antes se había encontrado con alguien que quisiera llevar consigo a una ardilla.
Cañas ayudó a Yeison a contactar con un veterinario para que documente las vacunas de Nico y poder presentar la documentación requerida a los agentes fronterizos. Espera que se les permita pasar, ya sea con Yeison o con la ayuda de un voluntario solidario.
La historia de cómo Yeison encontró a Nico es igualmente entrañable. Un día, mientras caminaba en Venezuela, estuvo a punto de pisar a la pequeña ardilla. Parecía recién nacida, y Yeison la llevó a casa, donde la bautizó como Nico. Su familia cuidó de ella, alimentándola con yogurt. La exigente mascota, según Yeison, prefiere mordisquear pinos y se alimenta de tomates y mangos, incluso cuando son difíciles de conseguir.
La decisión de viajar con Nico surgió cuando Yeison regresó a Venezuela después de buscar trabajo en Colombia y se dio cuenta de que la ardilla tenía una astilla de pino en el ojo. Decidió que la única opción era llevarla consigo a Estados Unidos.
La travesía de Yeison y Nico los llevó a través de la peligrosa selva del Darién, donde encontraron el cadáver de un hombre entre la densa vegetación. Durante el viaje, Yeison ocultó a Nico en una mochila al subirse a autobuses y al pasar por los puestos de control en México. Sin embargo, en una ocasión, un conductor de autobús descubrió la ardilla y exigió un pago adicional para permitir que el animal continuara viajando a bordo. Yeison vendió su celular por $35 dólares para cubrir ese costo.
Una vez llegaron al asentamiento de Matamoros, la pareja se adaptó a la rutina del campamento. Yeison gana dinero cortando el pelo junto a su tienda y a menudo comparte la almohada con Nico por la noche.
Ahora, mientras Yeison se prepara para cruzar la frontera en busca de asilo en Estados Unidos, enfrenta la dolorosa perspectiva de separarse de su querido compañero, Nico. La incertidumbre sobre el destino de Nico en su travesía hacia el norte sigue siendo un dilema, pero la historia de esta inusual pareja continúa conmoviendo a quienes la conocen y destaca la profundidad de los lazos emocionales en medio de un viaje tan desafiante.
FUENTE: Con información de AP
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