sábado 16  de  marzo 2024
Venezuela

María Corina Machado, la opositora más popular

El rechazo rotundo a dirigentes como Henry Ramos Allup, líder del histórico partido Acción Democrática, demuestra el hartazgo del país ante posibles alianzas encubiertas con el régimen

CARLOS TRUJILLO O.

Especial

CARACAS.- Los sondeos y el tiempo le están dando la razón a María Corina Machado. Según una reciente encuesta de Meganálisis, un grueso de los venezolanos entendió que ha sido desde el primer momento una líder política fiel a su discurso frente a la ambigüedad de otras figuras opuestas al chavismo.

Para muchos es quien debería encabezar una nueva fuerza de unidad opositora que acelere la salida del dictador venezolano Nicolás Maduro.

A medida que Machado se alza en los sondeos y su discurso se robustece, el rechazo a otros dirigentes, como el secretario general del histórico partido Acción Democrática (AD), Henry Ramos Allup, que hasta hace unos meses era visto como “presidenciable”, expone el hartazgo de los venezolanos ante una clase política que se ha visto arrastrada por las posturas del oficialismo en su voluntad de mantenerse en el poder.

La coordinadora nacional del movimiento Vente Venezuela, figura con 40,5% de respaldo frente a otros líderes de la oposición, según la más reciente encuesta de la firma venezolana Meganálisis, que revela un cambio clave en la forma en que los venezolanos país perciben la actual crisis y el modo de acabarla.

En las antípodas y con un rechazo de 54,2% se ubica el veterano Ramos Allup, quien ha cavado su propia tumba a medida que un grueso de la ciudadanía lo percibe como un aliado encubierto del régimen en defensa de sus intereses personales.

El sondeo, elaborado entre el 1 y 5 de agosto, tres días antes del supuesto atentado contra Maduro, muestra que 83,8% de la ciudadanía desea que el actual mandatario y el chavismo dejen del poder, frente a 13,5% que aún respalda el “proyecto bolivariano” del fallecido presidente Hugo Chávez.

Los venezolanos están divorciados de la idea de entablar un diálogo con el régimen y mucha más desconfianza sienten ante los procesos electorales, por lo que una mayoría de los políticos que secundaron al chavismo en estos mecanismos para destrabar la crisis es ahora mal vista por la ciudadanía.

A la pregunta de cuál figura es la más idónea para encabezar “un hipotético proceso de transición en el país”, 45% se inclinó a favor de Machado, seguido por 9,1% que lo hizo a favor del empresario de los alimentos Lorenzo Mendoza.

“Un grueso de los venezolanos se siente traicionado por la oposición a quienes considera ‘entreguistas’ al servicio de Maduro. Machado fue más radical y contundente contra el gobierno, y es lo que quiere la gente escuchar”, dijo Rubén Chirino, presidente de la encuestadora Meganálisis.

“Cuando se le pregunta a los encuestados sobre lealtad y disposición real de lograr un cambio en el país surgen figuras como Diego Arria o la propia María Corina. Y vemos muy abajo a Ramos Allup por la línea que ha seguido estos meses”, explicó Chirino.

La Asamblea

En enero de 2016, luego de una turbulenta elección en la que una maquinaria déspota del régimen hizo todo por aplastar a sus adversarios, Ramos Allup asumió la presidencia de la Asamblea Nacional, que finalmente había caído en control de la oposición, y prometía un regreso triunfal al orden democrático y la justicia.

Ungido en el puesto más alto del nuevo Parlamento, entró con la promesa de callar al chavismo y cantarle sus verdades. Bien es cierto que con cada una de sus arengas muchos bajaban la voz, y ese estilo particular causaba estremecimiento en una nación hastiada de una sola voz, de un solo discurso encadenado.

“El dirigente de AD tuvo unos ímpetus y bríos que a todos sorprendió. Era en todas las encuestas de 2016 y 2017 el líder nacional. Casi despegaba la gráfica. Pero su promesa de acabar con el régimen en seis meses, como prometió y no pudo, sentó mal en el país a medida que percibía que se aliaba con Maduro cuando apoyó el diálogo o declinó destituirlo por ausencia”, recordó el encuestador.

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Henry Ramos Allup, dirigente del partido Acción Democrática en Venezuela.
Henry Ramos Allup, dirigente del partido Acción Democrática en Venezuela.

Es el segundo mes consecutivo en que Machado aparece en un primer lugar en las encuestas y como recuerda el presidente de Meganálisis, “no estamos hablando de una situación electoral, sino de un momento de minusvalía que sienten los venezolanos y ella es la única líder percibida como fuerte y clara en sus posiciones”.

El mayor problema para Maduro y una de las razones por las que Machado perturba tanto al régimen, es porque los venezolanos ven en ella una especie de última esperanza por un cambio.

“Ella es una figura importante para la transición. Todo aquel que pueda traer consigo credibilidad es importante, sirve de ancla”, explicó Chirino.

Vente, el partido de Machado, no está reconocido por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y apenas su peso se sienta dentro de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), “pero es un activo importante para el electorado que suele anteponer los principios éticos antes que los asuntos del pragmatismo a la hora de hacer política”, escribió el periodista venezolano Alfredo Meza.

Machado, a través de su movimiento, ha pedido a la oposición de su país unirse para lograr el “quiebre de la dictadura” que, a su juicio, está en sus últimos días y debido a ese “colapso hace cosas terribles como torturar y ufanarse de ello”. Esa unidad, precisamente es la que ha venido fallando u otros políticos la fracturaron.

Las críticas

El desprecio por quienes le contradicen y que tanto ha caracterizado al líder de AD, volvió a Ramos Allup un paria para millones de venezolanos. Por ello pocos creyeron en su imagen cuando se hizo del mando del Parlamento, porque su pasado y presente contribuyó a dinamitar a la MUD. ¿La razón? Le perturba no tener el control absoluto de las decisiones, y acostumbrado a dominar, no supo imponer sus directrices. O dígase la del chavismo.

En julio pasado Acción Democrática se divorció de la MUD, supuestamente por la falta de acuerdos internos. Eso se traduce en la visión mezquina del partido de sumarse a las elecciones de gobernadores cuando la oposición en pleno lo había rechazado ante las irregularidades inobjetables con un árbitro electoral totalmente controlado por el régimen.

Las fisuras de AD con otros partidos de la unidad se acentuaron tras juramentar a sus gobernadores electos en los comicios de octubre ante la chavista Asamblea Nacional Constituyente, cuando el pacto indicaba que no debía ser así. El hecho fue considerado por todos como una concesión a Maduro, pero, sobre todo, es una muestra de los pactos de diablo que Ramos Allup ha trazado con el régimen.

“Ramos Allup se dobló; pero ahora se le ve arrodillado. Sometido de la forma más impúdica a un régimen con el que ha decidido cohabitar. Una coyuntura criminal que el secretario de Acción Democrática no pretende cambiar; en cambio, busca la manera de escalar hasta el poder”, escribió el periodista e historiador venezolano Orlando Avendaño para explicar el rechazo del máximo jefe de esa agrupación opositora.

La estrepitosa caída de dirigentes de la oposición en las encuestas, como el líder de AD, expone la agenda que los venezolanos quieren seguir para salir del régimen, pero, sobre todo, el nivel de madurez al que está comenzando a llegar una sociedad que hasta hace poco solía olvidar los errores de los políticos y concedían el perdón.

Para Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas, “una transición política en Venezuela no es ya un tema de preferencias sino una condición sine qua non de la que depende la viabilidad del Estado y la vida misma de millones de venezolanos”.

En una reflexión publicada a principio de mes en la revista de este centro de estudios, Alarcón expuso una de las causales de la gran crisis en Venezuela, la falta de un liderazgo y, a tono con lo que muestran los últimos sondeos, que Machado ascienda y Allup decaiga manifiesta la percepción de los venezolanos ante esta realidad.

A la hora de una transición se “demanda un factor esencial, hasta ahora inexistente: un liderazgo responsable de la dirección del proceso. Tal como sucede con una orquesta, ésta no puede funcionar sin un director y una partitura (plan bien definido) y tampoco con varios directores que dan instrucciones simultáneamente siguiendo partituras distintas. Se necesita un director y una partitura”, concluyó.

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