El programa de gobierno de Perú Libre, el partido al que pertenece Castillo, indica que una vez en el poder se procederá a la convocatoria de una Asamblea Constituyente que reemplace la vigente Constitución de 1993, redactada durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000).
El mismo programa, emanado desde la extrema izquierda peruana, sostiene que la actual Carta Magna “fue impuesta tras un golpe de Estado, promovido por el gran empresariado nacional y transnacional (...) que les permitió adecuar la administración estatal a sus intereses e instaurándose un nuevo modo de producción al país, conocido como neoliberalismo”.
El nuevo modelo socioeconómico de la extrema izquierda es denominado “economía popular con mercados” y está inspirado en los gobiernos de Rafael Correa, en Ecuador y Evo Morales, en Bolivia, según el plan de gobierno.
Keiko Fujimori.jpg
Keiko Fujimori es una de los tres de los 18 candidatos a la presidencia de Perú que están bajo la lupa de la Fiscalía.
ERNESTO BENAVIDES / AFP
Probabilidades para Keiko Fujimo ri
Keiko, como se le reconoce en todo Perú, empieza esta nueva campaña con 60% de probabilidad de victoria definitiva, en opinión de la firma consultora Eurasia Group.
“Fujimori sería favorita para vencer a Castillo en el balotaje. La vasta mayoría de votantes de Hernando De Soto, Rafael López Aliaga y George Forsyth (derecha, ultraconservador y centroderecha, respectivamente) de la primera ronda probablemente cambiarían su respaldo a ella, mientras que la mayoría de quienes votaron por Verónika Mendoza o Yonhy Lescano (izquierda progresista y centro izquierda, respectivamente) probablemente respaldarían a Castillo, o se abstendrían”, asegura María Luisa Puig, directora de América Latina de Eurasia Group, en un boletín distribuido a sus clientes.
Sin embargo, para la politóloga peruana Denisse Rodríguez-Olivari “la captación de votos no será sencilla para ninguno de los candidatos”. Si se considera el perfil muy radical de Castillo o el rechazo tan alto de Fujimori (superior a 76% en febrero pasado), resulta que “seducir al electorado más moderado, de centro, liberal, será bien complejo para cualquiera de los dos grupos políticos”, explica.
Tampoco se vislumbra que los electores otorguen un respaldo automático a alguno de los antagonistas por su orientación ideológica de izquierda o derecha.
“Castillo rechaza una izquierda progresista”, encarnada en la figura de Verónika Mendoza, quien obtuvo 7,8% de los votos (poco más de un millón de sufragios), dice Rodríguez-Olivari. Respecto a la derecha, la politóloga indica que “hasta cierto punto la derecha conservadora” puede ser más homogénea en los respaldos e intereses, “pero con la derecha liberal antifujimorista es complicado, porque Keiko tiene un gran porcentaje de antivoto”.
En aras de granjearse apoyos para la segunda vuelta, Fujimori declaró ante periodistas que espera “poder trabajar” con de Soto, quien arribó en cuarto lugar con 11,61% de los votos (1,6 millones de sufragios).
En este escenario, aunque Eurasia valora mejores posibilidades de victoria para Fujimori en el balotaje, también destaca que “la derrota de Castillo está lejos de ser segura”, y considera que el izquierdista “probablemente será competitivo y empezará a ganar terreno a medida que es más conocido”.
Pedro Castillo Peru 2021 AFP .jpg
El candidato presidencial peruano por el partido de izquierda radical Perú Libre (Perú Libre), Pedro Castillo, monta un caballo sosteniendo un lápiz gigante durante el mitin de clausura de su campaña en Lima el 8 de abril de 2021.
Gian MASKO / AFP
Acusaciones y cuestionamientos
La victoria de Castillo en primera ronda se dio tras un vertiginoso ascenso en los sondeos, que lo llevó a escalar del séptimo al primer lugar de las preferencias en apenas 15 días. Su respaldo proviene de las provincias y regiones apartadas y no de Lima, donde apenas obtuvo 16% de sus 2,63 millones de votos pero donde se concentra un tercio de los electores del país.
Lo caracteriza ser un candidato “outsider”, un representante del antisistema que podría capitalizar el desdén y hastío de los votantes sobre la clase política peruana, envuelta en constantes escándalos de corrupción como el de Odebrecht y luchas de poder.
“Castillo ganó en la mayoría de las regiones del país, excepto por Lima y otros departamentos, al tiempo que todos los candidatos hacia la izquierda del espectro obtuvieron un tercio de los votos. Esto muestra un fuerte sentimiento antisistema y demandas de cambio, que probablemente han sido acentuadas por la profunda crisis sanitaria y la crisis económica”, derivadas de la pandemia del COVID-19, explica Eurasia.
La campaña por la segunda ronda se vaticina dura. Los problemas legales de Fujimori, con una investigación judicial abierta y juicio pendiente por presunto lavado de activos por coimas de Odebrecht; y las acusaciones -sin comprobar- de que Castillo está vinculado con el brazo armado de la derrotada guerrilla maoista Sendero Luminoso, serán sin duda parte de la diatriba.
Rodríguez-Olivari, quien también es candidata a doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Humboldt de Berlín, comenta que en Perú “el terrorismo siempre ha sido un tema de conversación. De manera verdadera o falsa ha sido utilizado para deslegitimar cualquier tipo de posición desde la izquierda, sea moderada o radical”.
Tras esta aclaratoria, añade que “aparentemente, porque no hay información certera, habría personas allegadas a Castillo que serían del ala radical del Conare”, una organización social del sector educación que a su vez se considera cercana al Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF), el actual brazo político de Sendero Luminoso.
No obstante, hay que mencionar que el propio Castillo perteneció en su juventud a las rondas campesinas, organización comunal de defensa surgidas en los años 1970 en las zonas rurales en Perú, dedicadas a combatir la criminalidad y también el terrorismo.
En cuanto a Fujimori, la fiscalía peruana pide a la justicia una pena de 30 años en su contra por presunta corrupción con la constructora brasileña Odebrecht, causa por la cual ya ha sufrido varios meses de prisión preventiva.
Otro aspecto controversial sobre Keiko Fujimori es que ha anunciado que indultará a su padre Alberto, quien paga una condena de 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad y corrupción.
Ambos candidatos sí coinciden en algunos temas como el rechazo al aborto, al enfoque de género en la educación, defienden la familia tradicional y restan importancia a los derechos de la comunidad LGTBI.
Riesgos institucionales
El programa de gobierno de Castillo contempla que el Estado tenga un rol interventor en la economía, con nacionalizaciones en sectores claves como minería y gas. También ha mencionado, recuerda Eurasia Group, la posibilidad de cerrar el Congreso recién electo (y donde su partido contará con unos 28 escaños de 130) si obstaculizan los planes de refundación del sistema sociopolítico; y también cerrar el Tribunal Constitucional.
El panorama futuro para la gobernabilidad considera Eurasia, es espinoso. “El riesgo de iniciativas populistas será significativo debido a la lucha del próximo presidente y el Congreso por ganar apoyo público. Esto representará una amenaza para la estabilidad del Gobierno, con las probables censuras de ministros y el riesgo prolongado de que el nuevo presidente sea desalojado del poder antes del fin de su mandato en 2026”, advierte la firma consultora.
Por su parte Denisse Rodríguez-Olivari opina que “ninguno de los dos candidatos puede mostrar su compromiso irrestricto con la democracia: Keiko Fujimori en el manejo de su bancada mayoritaria en el periodo 2016-2021”, cuando su partido, Fuerza Popular, se empleó a fondo en destituir al expresidente Pedro Pablo Kuczynski y posteriormente en enfrentarse al exmandatario Martín Vizcarra.
Sobre Castillo dice que “con su programa e ideario, y algunas declaraciones como que él desactivaría el Tribunal Constitucional, habla de torpedear la institucionalidad del país. Ninguno exhibe mayores compromisos democráticos y creo que ambos representan una amenaza para la institucionalidad y el régimen democrático”.