En este momento se discute la activación de la Carta Democrática, por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), para que el Gobierno de Nicolás Maduro “rinda cuentas por un régimen que se está conduciendo con total ignorancia o desprecio de sus obligaciones jurídicas en materia de derechos humanos”, señaló el alto representante de HRW. Y también hay un fuerte debate sobre si debe haber o no un diálogo de la oposición y el Gobierno para resolver la profunda crisis política, social y económica que vive Venezuela.
Al respecto, Vivanco fue determinante: “El diálogo arranca de un mal diagnóstico. Tanto en política interna como internacional hay que impulsar una fórmula que tenga la posibilidad de impacto en la realidad. “El diálogo arranca de un mal diagnóstico. Tanto en política interna como internacional hay que impulsar una fórmula que tenga la posibilidad de impacto en la realidad. Pero para que eso suceda hay que partir de una diagnóstico fidedigno de lo que sucede. No cabe duda alguna de que el problema de Venezuela nunca ha sido ausencia de dialogo, el problema es que está gobernada por un régimen que no es democrático y concentra todo el poder en sus manos”.
Por lo tanto, el director de HRW para América Latina cree que “no tiene sentido un diálogo entre una víctima y su victimario”. Y al mismo tiempo cree que con un presidente como Trump en Washington, no existen la credibilidad y legitimidad necesarias para poner en marcha un proceso con el fin de llegar a la aplicación de la Carta Democrática. “Soy escéptico de que se puedan generar las condiciones, aunque las condiciones objetivas existen, hay un liderazgo como nunca en la OEA, un compromiso inquebrantable por parte de su secretario general, Luís Almagro, con la Carta Democrática”.
Ese instrumento de presión, creado el 11 de septiembre de 2001 para preservar las instituciones democráticas en el continente y castigar a quienes las vulneren, requiere también de “ciertas iniciativas que no veo en la región para seguir adelante con la Carta Democrática”.
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José Miguel Vivanco hizo una fuerte defensa de la aplicación de la Carta Democrática en Venezuela.
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Se rompió el consenso
De acuerdo con Vivanco, en los años noventa, después de una ola de dictaduras militares que golpearon a Centro y Sur América, la clase política del continente “aprendió a valorar la importancia del desarrollo democrático, las libertades públicas, los derechos humanos y la importancia de respetar reglas del juego básicas porque cuando no se las respeta se generan abusos y concentración de poder”.
Ese consenso “se fractura” con la llegada de los “gobiernos llamados bolivarianos, en especial Venezuela”, reseñó Vivanco. Y surgen también “voces muy poderosas”, como la de Hugo Chávez, “que valoran más el viejo y arcaico principio de soberanía al sostener que es como una especie de paraguas que les permite a los estados hacer y deshacer, en lo interno, con un solo requisito: el ser elegido por la vía electoral”.
Y al lado de eso, se refirió a la enfermedad del populismo, que ataca a la izquierda y a la derecha. “Un buen ejemplo de un gobierno populista de derecha, que intentó concentrar el poder fue el gobierno de Alvaro Uribe en Colombia, no tengo la menor duda. Con una gran diferencia: que Colombia tenía un desarrollo institucional que le permite nada menos que a la corte constitucional colombiana, a pesar de la enorme popularidad del líder, negarle una posibilidad de seguir reeligiéndose eternamente”.
El vecino
Vivanco está de acuerdo en que el vecino de Venezuela, es decir Colombia, evalúa sus relaciones con el gobierno de Maduro en función del proceso de paz. “Para el presidente [Juan Manuel] Santos y su canciller [María Angela] Holguín, es indudable que la preservación de ese proceso es lo prioritario y todo el resto se subordina, incluso una evaluación de las arbitrariedades y de la violación de estándares básicos en Venezuela”.
Durante varios años, HRW ha estado pendiente de la aguda situación de derechos humanos en la región y uno de los casos más preocupantes ha sido el de Colombia. “Yo estoy a favor [del proceso de paz con la guerrilla de las FARC] y me alegra que el presidente [Santos] haya demostrado un enorme liderazgo y corrido un riesgo político muy fuerte”, señaló Vivanco.
Pero al mismo tiempo volvió a mostrarse en desacuerdo con el tema de la justicia dentro de los acuerdos firmados con la guerrilla. Uno de los puntos más críticos, a los ojos de HRW, es que no exista prisión efectiva para quienes hayan cometido crímenes de guerra o de lesa humanidad. “Es un retroceso muy grave”, subrayó Vivanco. “Todos estos beneficios van a ser extendidos a la fuerza pública, al ejército, que también ha sido responsable de hechos atroces. Las Fuerzas Armadas, que no son un enemigo del Gobierno, que no negocian en La Habana, sin embargo usufructúan de lo que han acordado en Cartagena. Por eso todos ganan en este acuerdo, salvo las víctimas”, enfatizó.
Por esa razón advirtió que lo firmado en Colombia no podría ser de obligatorio cumplimiento fuera de ese país. “Cualquier acuerdo en cualquier parte del mundo, que implique violaciones a estándares internacionales en materia de derechos humanos, no obliga al resto de la comunidad internacional. Serán acuerdos con alguna vigencia a nivel local. A nivel regional no obligan a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y a nivel universal a la Corte Penal Internacional”.
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José Miguel Vivanco en su visita al consejo editorial de DIARIO LAS AMÉRICAS.
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“La naturaleza del régimen cubano no ha cambiado”
Vivanco reconoció que, “por cálculo político”, el gobierno de Raúl Castro, a diferencia del de su hermano, ha mostrado alguna flexibilización “en ciertas áreas que afectan el ejercicio de los derechos humanos, como por ejemplo la posibilidad de salir y entrar al país con mayor libertad, por parte de disidentes intelectuales, periodistas y defensores de derechos humanos”.
También registró el hecho de que se han reducido “de manera significativa” las penas. Pero a renglón seguido afirmó que “la naturaleza del régimen no se ha cambiado: es una dictadura militar”, apuntó.
Acotó, por otra parte, que la política de aislamiento de Estados Unidos hacia Cuba “ha sido de una evidente ineficacia”. Especificó que “se abre una oportunidad enorme con el desmantelamiento del embargo, a pesar de que esa política sigue intacta porque el congreso aún controla las decisiones en esa materia”.
El director para América Latina para HRW, cuando hablar de “oportunidades” se refiere a la posibilidad de generar cambios en la relación bilateral y en la percepción, en el ámbito universal, “que hace más difícil al Gobierno de Raúl Castro justificar la represión interna como medidas que se toman frente a la amenaza inminente de una invasión por parte del imperio. Ese discurso, hoy en día, es más difícil de sostener”.
Sin embargo, Vivanco piensa que “la presión multilateral” es necesaria para que haya cambios en la Isla. “Es indispensable que otras democracias latinoamericanas empiecen a alzar su voz y exigir progresos concretos en materia de derechos humanos, laborales, de asociación, de derechos políticos en el caso de Cuba”, argumentó
Frente al tema de las sanciones, fue determinante en asegurar que medidas como el aislamiento a sanciones que afectan a gobiernos y pueblos, “generan un rechazo universal, creo que justificadamente”.
Al respecto, precisó que hay otro tipo de sanciones individuales, como el congelamiento de visas, de inversiones, de cuentas bancarias, a personas que han violado los derechos humanos o incurrido en hechos de corrupción o narcotráfico.
“Eso lo hizo Obama y fue altamente controvertido por la manera como redactaron la decisión”, recordó. “En ella sostenían que entre 50 y 54 funcionarios militares y civiles venezolanos eran señalados y sancionados porque constituían un peligro para la seguridad de Estados Unidos. Eso fue fácilmente explotado por Maduro y todos los presidentes latinoamericanos se solidarizaron. La manera como fue escrita esa sanción le puso al gobierno venezolano en bandeja de plata la posibilidad de hacerse la víctima de una operación del imperio”, aseveró Vivanco.