sábado 23  de  marzo 2024
NICARAGUA

Qué hace difícil la salida del poder de Daniel Ortega

La sed de mando, la corrupción, el temor a ser juzgados, el apoyo de las fuerzas armadas y la falta de un liderazgo opositor que aglutine, son factores que contribuyen a la permanencia del régimen
Por JUDITH FLORES

MIAMI – Nicaragua se encuentra en un callejón sin salida. El régimen a través de la represión descabezó a una oposición dividida por pugnas internas y diferencias ideológicas, mientras la mayoría de los nicaragüenses observan sin reaccionar ante la amenaza y ocupados por sobrevivir a una crisis económica agudizada por la pandemia del coronavirus que sigue azotando el país.

Pese a la crisis, tres jóvenes nicaragüenses, dos de ellos políticos y otro que participó en los tranques durante las protestas de abril de 2018, reconocen que Nicaragua se encuentra en un atolladero, pero aseguran que solo luchando se podrá lograr el retorno a la democracia.

A dos meses de los comicios presidenciales, la oposición ha sido reducida y el gobernante Daniel Ortega se postula por el Frente Sandinista (izquierda) para un cuarto mandato consecutivo sin un competidor. Siete aspirantes presidenciales están encarcelados, tres de ellos enfrentan acusación por “lavado de dinero” y “traición a la patria” ante una justicia controlada y dirigida a la medida del dictador.

“La gente en la calle no sabe qué hacer, hay miedo, eso se respira aquí, nadie toca el tema de la dictadura con tranquilidad, por lo menos antes escuchabas a la gente quejarse, ahora ni eso, es por temor”, describe un joven opositor nicaragüense que pidió ser identificado como José, para evitar represalias. Él se enfrenta al dilema entre un duro exilio o vivir en medio del temor, la incertidumbre y la radicalización del régimen.

Adán Duarte, a quien también nombraremos con este seudónimo por razones de seguridad, participó en las protestas de abril de 2018 en los tranques, es un joven profesional que no ha logrado trabajar más en su carrera. Él cree que el costo de salir de Ortega esta vez será mayor que en 1990.

“Daniel Ortega y Rosario Murillo se han convertido en uno solo: él, la figura de poder, y ella la que maneja los hilos de ese poder. Uno sin el otro no puede subsistir. Ellos están conscientes de la edad que tienen, saben que entregar el poder en este momento sería morir en la cárcel, saben que sus hijos podrían quedar en la calle o probablemente presos porque todos forman parte de las estructuras de mando y tienen responsabilidad en los crímenes de lesa humanidad que ha cometido el régimen”.

Asegura que esos factores, la sed de poder, la corrupción y el apoyo de las fuerzas armadas y la creación de grupos paramilitares los mantiene en la presidencia. Ortega cumplirá 76 años en noviembre y Murillo tiene 70.

Investigaciones de organismos de derechos señalan a Ortega cometió crímenes de lesa humanidad durante la represión a las protestas de abril 2018 que dejaron más de 300 muertos, alrededor de 2.000 heridos, centenares de presos y torturados. Eso no incluye los crímenes cometidos durante la primera dictadura sandinista.

Tres años después del estallido social de abril, Ortega se postula por octava vez a la candidatura presidencial desde 1984, y sus acciones son cada vez más desafiantes.

“No veo entregando el poder a Daniel Ortega. Se esta enfrentando a la comunidad internacional, no acepta críticas ni recomendaciones y se aferra a su discurso “no injerencista”. La única forma en que posiblemente entregue es con una amnistía que le perdone todos sus crímenes, [le permita] mantener la riqueza que ha acumulado y continuar teniendo influencia en la política, como sucedió tras la salida de la dictadura sandinista en las urnas, en febrero de 1990”, subraya Duarte.

El Frente sandinista se “perdonó” a sí mismo los crímenes, “legalizó” mansiones y propiedades que habían sido confiscadas en la década de los 80, de las que gran parte quedaron en manos de la cúpula en el poder, beneficiando en su mayoría a los llamados “comandantes” y su entorno.

“La política nicaragüense ya trae un largo historial de pactos, negociaciones, amnistías, y en todas ha salido ganando el sandinismo porque manejan la violencia, extorsión, son un grupo criminal, no ahora, desde la primera dictadura”, acotó Duarte.

Ángel Medrano, es administrador de empresas, miembro del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), está en el exilio en Londres debido a la represión del régimen por participar en las protestas. Medrano opina que la salida a la crisis política en Nicaragua será cívica.

“Tenemos que insistir en elecciones libres y transparentes. Es muy difícil, no hay por quién votar, no hay competencia, pero eso no significa que la lucha aquí termina, tenemos que seguir insistiendo y presionando a lo interno y en el exterior”, indicó.

“Es triste, pero la situación económica, la presión internacional va a ser fuerte porque Nicaragua depende del comercio con Estados Unidos, la Unión Europea y Centroamérica. La crisis será peor de la que ya existe en este momento y Ortega va a tener que ceder porque es casi imposible gobernar un país en ruinas y va a tener presión desde sus bases porque mucha gente que está recibiendo dinero del gobierno, no lo va a recibir en uno o dos años más, él va a tener que ceder en algún momento permitiendo elecciones con condiciones mínimas”, afirmó Medrano.

La oposición

Las pugnas a lo interno de la oposición han sucedido por ocupar los espacios de liderazgos y las candidaturas antes de que Ortega encarcelara a los aspirantes presidenciales y cancelara la personería jurídica a tres partidos políticos. Algunos grupos promovían linchamientos mediáticos contra otros grupos opositores responsabilizándolos por la falta de “unidad” y para obligarlos a ceder en la repartición de candidaturas. Al final Ortega descabezó a todos sus adversarios.

“El problema también es ideológico. Desde el momento en que los pilares fundamentales de la libertad y la convivencia se han perdido - gracias a la izquierda y por eso es que es un sistema totalitario como lo es el sandinismo- gran parte de la oposición es así”, sostiene Duarte al referirse a la disidencia sandinista que gobernó con Ortega durante la primera dictadura y tiene a su favor medios y plataformas digitales y dan la mayor cobertura a ciertos opositores encarcelados.

Nicaragua necesita de nuevos liderazgos, considera Duarte. “Rostros nuevos, valientes, sin cola que les pisen, con nuevas ideas y capaces de aglutinar a una nación”.

Una encuesta de Cid Gallup en febrero revela que más del 60 por ciento de los nicaragüenses no tienen afinidad con ninguna agrupación política.

“No creo que sean los líderes (actuales) que encabecen esto, pero sí pueden ser autores importantes para la unidad total de la oposición”, consideró Duarte.

Por su parte, Medrano cree en los actuales líderes. “Sino fuesen personas con liderazgo, Daniel Ortega no les tendría presos, los hubiese dejado ‘correr’ en las elecciones y al partido Ciudadanos por la Libertad, pero Ortega les tuvo miedo. Hay liderazgos en Nicaragua”, acotó.

José opina en la necesidad de nuevos líderes, aunque admite que eso llevará tiempo. “Recuperar la confianza en los políticos y en las instituciones llevará tiempo”.

José, Adán y Ángel coinciden en que la salida a la crisis en Nicaragua debe ser cívica y que hay que continuar la presión contra Ortega para lograr elecciones libres, aunque reconocen que el camino es muy difícil y doloroso que sigue costando vidas, cárcel y exilio.

Las guerras contra las dictaduras somocista y la sandinista en la década de los 70 y 80, dejó miles de muertos y mutilados en el país.

Judith Flores
@FloresJudith7
[email protected]

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