QUITO.- El exmandatario ecuatoriano, Rafael Correa, prófugo de la justicia por corrupción, se vio envuelto en un episodio de exaltación durante una entrevista con el periodista colombiano, Luis Carlos Vélez y su equipo, cuando fue consultado si estaba considerando su posible candidatura nuevamente a la presidencia, a propósito de la crisis de seguridad que atraviesa Ecuador.
"Me molesta. Siento lo mismo que la audiencia cuando hay mala intención en una pregunta. No nos engañemos, no tapemos el sol con un dedo", señaló Correa.
A pesar de los intentos de Vélez por obtener una respuesta clara sobre sus aspiraciones políticas, Correa respondió con irritación: "No le tengo que explicar a usted, digo lo que me da la gana. No estoy siendo grosero (...) Yo seré presidente del Ecuador si así lo decide el pueblo de Ecuador y si me place a mí".
Este episodio refleja la tensión presente en la esfera política ecuatoriana y la sensibilidad del expresidente Correa ante ciertos cuestionamientos, sobretodo considerando que durante su gobierno, en 2017, tomó la decisión de expulsar a la Base Militar de Manta, lo que ha sido señalado como un hito que marcó el inicio de una escalada alarmante en la actividad del narcotráfico en Ecuador.
Expertos y analistas sostienen que esta acción abrió un camino sin restricciones para la infiltración y crecimiento de las bandas delictivas dedicadas al tráfico de drogas en el país.
Acuerdo entre Ecuador y EEUU
Desde la firma del acuerdo de cooperación en 1999 entre Ecuador y Estados Unidos, la Base de Manta desempeñó un papel crucial en la lucha contra el narcotráfico, sirviendo como centro de operaciones para actividades antinarcóticos. Sin embargo, la expulsión de la base durante el gobierno de Correa cambió radicalmente el panorama de seguridad.
Los periodistas de investigación y articulistas de La Hora, Jorge Ortiz y Mariana Neira, argumentaron que la presencia de la base actuaba como un elemento disuasorio eficaz. La expulsión, según ellos, abrió las puertas a una filtración masiva de bandas de narcotráfico, desencadenando un aumento exponencial de la violencia política y criminal en Ecuador.
Ortiz destacó que eventos como los disturbios en las cárceles y asesinatos, son consecuencias directas de la madurez de este proceso, convirtiendo a los ecuatorianos en "rehenes de la violencia". Además, advirtió sobre la vulnerabilidad de las instituciones del Estado frente a la agresividad despiadada de las bandas delictivas.
Neira agregó que las estadísticas demuestran un aumento significativo de la actividad del narcotráfico y la violencia política a partir de 2007. La debilidad en la legislación y la impunidad que prevalece han creado un ambiente propicio para el florecimiento de grupos organizados.
Esta situación subraya la necesidad de abordar esta situación en Ecuador de manera prioritaria, reconociendo la importancia de la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico y la violencia asociada.
FUENTE: Con información de La Hora y La FM