Mientras Ramón, 66 años, profesor de matemática jubilado, vende en el portal de su apartamento en la barriada habanera de La Víbora, camisas y pantalones de uso para intentar ganar un dinero extra que le permita comprar algunos alimentos. Y Sheila, 38 años, pasada las once de la noche se prostituye por 500 pesos media hora en la sucia Calzada de Diez de Octubre, Pedro Antonio, funcionario de GAESA, un auténtico poder a la sombra en Cuba, que vive en una elegante residencia de dos pisos en el reparto Quinto Distrito, abre desde su Audi el portón del garaje.
La paupérrima pensión de Ramón de 3,200 pesos, equivalente a ocho dólares, solo le alcanza para comprar una docena de huevos y algunas pocas libras de boniatos y plátanos burros. “Los salarios y la jubilación en Cuba es un chiste de mal gusto. Para sobrevivir ya he vendido todo lo que he podido. Mis dos hijos emigraron recientemente. Rezo para que las cosas les vaya bien”, dice, y se mece en un sillón tras cuatro horas de apagón.
En algún momento de su adolescencia, Sheila prometía ser una estudiante de nivel. Su sueño era ser ingeniera o arquitecta. No pudo ser. Su vida se torció tras la muerte de sus padres. Dejó los estudios y se puso a trabajar como dependienta en una pizzería estatal. Pero la crisis multisistémica y la inflación desquiciante devaluaron el poder de compra de su salario.
“En gastronomía siempre han pagado una mierda. Antes de la Tarea Ordenamiento ganaba doscientos y pico de pesos, pero me llevaba un poco de queso, aceite y otros alimentos. Luego de la Tarea Ordenamiento la mayoría de los centros gastronómicos cerraron o los empleados pidieron la baja”. Ahora Sheila sobrevive limpiando casas por la mañana y en las noches sale a jinetear para “luchar unos pesos. Debido a la mala alimentación y el estrés se me han caído los dientes y el pelo. Parezco que tengo 50 años. Si este gobierno dura cinco años más una pila de gente se va ir del aire (morirse) ¿no has visto la cantidad de personas menores de 65 años que se están muriendo? La gente en la calle está hecha talco”, dice Sheila.
Pedro Antonio ha tenido éxito. Cada mañana conduce su moderno automóvil climatizado por las calles interiores del barrio. Y siempre deja a su paso una estela de rumores. “Ojala sea inteligente, haya reunido un buen billete y se marche del país.Él no tiene pasaje en el avión cuando esta gente (los de gobierno) se largue”, comenta un vecino. Aunque es un tipo discreto, se sabe que detenta el grado de mayor. Pero casi nunca utiliza la casaca militar. Suele vestir con ropasde marcas importadas de Panamá o Miami.
Sus parientes son dueños del mejor gimnasio de la zona (6 mil pesos al mes), una peluquería y un pequeño bodegón. En su demarcación ni siquiera sufren apagones. “El Quinto Distrito es circuito priorizado, está conectado con la Unidad Especializada del DTI en la Avenida de Acosta y el hospital de mínimo acceso Luis de la Puente Uceda, donde se atienden extranjeros”, afirma un empleado de la empresa eléctrica del municipio Diez de Octubre.
Pocos vecinos de Pedro Antonio conocen el verdadero poder de GAESA, aunque saben que es un holding parásito controlado por Raúl Castro, sus parientes y un grupo de generales. Gracias a las redes sociales, la prensa independiente y las filtraciones publicadas por Nora Gámez en El Nuevo Herald el 4 de diciembre de 2024 o el pasado 6 de agosto, los cubanos están mejor informados sobre ese gobierno paralelo llamado GAESA.
Las críticas generadas entre los cubanos de a pie al conocer la noticia sobre la reservas de 18 mil millones dólares de GAESA, que controla más de cuarenta empresas y sus ventas netas en 2023 representan alrededor del 40% del PIB, han sido brutales.
Yosvany, emprendedor privado, considera que esa “información es demoledora y deja en evidencia la supuesta justicia social de estos descarados que desgobiernan el país. Ya han pasado varios días y nadie del régimen ha salido al paso para dar una explicación. La población lo sospechaba. En medio de la pandemia o la crisis económica el gobierno invertía dieciséis veces más en la construcción de hoteles que en agricultura, educación o salud pública. En diciembre de 2024 se supo que GAESA tenía cuentas de más de 4 mil millones de dólares y ahora se conoce que tienen reservas de 18 mil millones de dólares. Y ni siquiera son capaces de transferir al Estado los 250 millones de dólares que necesita la empresa eléctrica cada año o los 43 millones de dólares necesarios para garantizar los 63 medicamentos esenciales que las personas enfermas hace años no reciben”.
Caridad, enfermera, opina que esa “noticia confirma que este gobierno ha mutado en una banda de oligarcas y un cartel mafioso que se roba a la cara el dinero del pueblo. Estuve dos años en Venezuela: me ponían en una tarjeta en Cuba 50 dólares mensuales y me malversaban los 3 mil dólares que el gobierno venezolano pagaba al personal de la salud. Son tan desvergonzados que ni siquiera invierten ese dinero en modernizar los hospitales o mejorar las condiciones de vida del pueblo”.
Para Norge, licenciado en ciencias políticas, esa información de que GAESA posee reservas mil millonarias, mientras el país anda a la deriva entre apagones y con el 90 por ciento de la población viviendo en la pobreza extrema, "es una muestra de la naturaleza criminal del régimen actual. Díaz-Canel es un mascarón de proa. El verdadero gobierno es GAESA. Que en poco más de tres décadas ha capitalizado riquezas enormes a costa de la explotación laboral en las misiones médicas en el exterior y apropiarse de las remesas a los que una vez llamaron gusanos. Si tuvieran un ápice de dignidad renunciarían. En cualquier país normal irían a la cárcel”.
Un ex funcionario de CIMEX, revela a Diario Las Américas que ese latrocinio de GAESA era conocido “desde hace tiempo por quienes trabajaron o trabajan en las alcantarillas del poder. Esa información es una ratificación de algo que es mucho mayor. Ahí faltan los activos de CIMEX. Probablemente el monto de dinero sea próximo a 30 mil millones de dólares si contamos otros miles que se guardan en paraísos fiscales”.
“GAESA controla el 90 por ciento de las empresas y negocios que generan divisas en Cuba. Desde el níquel, oro, tabaco, ETECSA, turismo, exportación de servicios médicos y el puerto del Mariel, entre otros negocios. Además, fiscalizan la venta de combustible con más de 65 gasolineras y son dueños de una flota de barcos petroleros que importa combustible que a veces reexportan”-
“Son más de treinta años controlando las remesas enviadas por los emigrados cubanos. Solo en gravamen del 10 o 20 por ciento ganaron millones de dólares. Y en un mercado cautivo con una población rehén a sus tejemanejes, al final terminaban apropiándose del resto de los dólares con una cadena de tiendas y comercios destinadas esa función. Entre 2010 y 2020 por concepto de remesas, GAESA facturó más de 25 mil millones de dólares. Fue un puro saqueo vendiendo alimentos y mercancías en divisas con ganancias entre el 240% y el 300%”
“Para GAESA nunca ha sido negocio invertir en la agricultura, salud pública y educación. Esos dólares no los recuperan o demoran mucho tiempo en amortizarlo. El esquema de las tiendas, mercados y gasolineras en dólares les permite ganar miles de millones a costa de la miseria y las necesidades del pueblo. Construir hoteles y viviendas para alquilar a extranjeros les permite que en cinco o seis años esas propiedades cuesten el doble o el triple.Las ganancias de GAESA son monstruosas. Nadie los audita. Solo le rinden cuentas a Raúl Castro, a su familia y a un pequeño grupo de militares. Ese holding ha saqueado al país en los últimos treinta años. Diseñaron un trasvase del patrimonio estatal al patrimonio privado”.
Según el ex funcionario de CIMEX en “los próximos meses, GAESA activará otro esquema para estafar y ordeñar a los cubanos. Abrirán un mercado cambiario con tasas iguales o más altas a las de El Toque. Dispondrán de tres mil o cuatro mil millones de dólares para sostener y controlar la compra y venta de divisas en la isla. Buscan recuperar a toda costa ese nicho de mercado que habían perdido y le genera dos mil millones de dólares anuales”.
Cuando cae la tarde, Ramón, profesor jubilado, recoge los percheros de camisas y pantalones de uso que no ha podido vender. Sheila, la jinetera, hace cola para comprar una libra de pollo que el Estado vende por la libreta de racionamiento. Y Pedro Antonio, el funcionario de GAESA, conduce su Audi alemán por la Calzada de Diez de Octubre esquivando baches y basureros rumbo a su casa de dos pisos en el Quinto Distrito.
Detrás de una cabina climatizada con cristales tintados, La Habana se ve de otro color.