martes 18  de  noviembre 2025
OBITUARIO

Visita Cuba tras 60 años de exilio y muere de COVID-19

El editor cubano Víctor Batista, tío de la duquesa María Teresa de Luxemburgo, hacía su primer viaje a Cuba tras 60 años

Un editor y mecenas, tío de la duquesa María Teresa de Luxemburgo, decidió viajar de España a su natal Cuba después de seis décadas de exilio, en donde se contagió de COVID-19 y falleció a los 87 años, informó su familia.

"Con gran tristeza sus Altezas Reales, el Gran Duque y la Gran Duquesa, anuncian la muerte del Sr. Víctor Batista Falla, tío de Su Alteza Real la Gran Duquesa y último hermano vivo de su madre", señaló un comunicado de la casa real del gran ducado.

Víctor Batista, residente en Madrid y quien realizaba su primer viaje a la isla después de 60 años, falleció el domingo "de COVID-19" en el Instituto de Medicina Tropical de La Habana (IPK).

C’est avec une grande tristesse que Leurs Altesses Royales le Grand-Duc et la Grande-Duchesse font part du décès de Monsieur Victor Batista Falla, oncle de Son Altesse Royale la Grande-Duchesse et dernier frère vivant de sa mère.Monsieur Victor Batista Falla, qui résidait à Madrid, était parti visiter son pays natal, Cuba, où il n’était pas retourné depuis 60 ans. Il y est décédé ce dimanche de Pâques à l’âge de 87 ans du COVID-19.Victor Batista Falla était un éditeur reconnu et l’un des plus grands mécènes de la littérature cubaine en exil.Son décès est une grande perte pour toute la famille de S.A.R. la Grande-Duchesse.

A la fecha Cuba acumulaba 726 casos confirmados del nuevo coronavirus, con 21 fallecidos.

Miembro de una acaudalada familia perteneciente a la alta sociedad cubana, antes del triunfo de la revolución de 1959, Víctor Batista abandonó el país un año después, radicándose primero en Estados Unidos y luego en España.

En ambos países financió y dirigió revistas que publicaron a grandes escritores cubanos en el exilio. "Fue editor muy conocido y uno de los mayores mecenas de la literatura cubana en el exilio", destacó el comunicado real. Aunque en la isla no se conoce de su obra.

Cuba, con una población de más de 11 millones de habitantes, tiene a unos dos millones de sus ciudadanos viviendo en el extranjero.

Así lo recuerda José Kozer en un artículo de Diario de Cuba, titulado "La impalpable mano de Víctor Batista":

Sería cuento de nunca acabar ponerme a recordar anécdotas propias con Víctor Batista; fueron décadas de amistad, de conversaciones, de acuerdos y desacuerdos, hoy recuerdos.

La geografía de ese anecdotario se inicia en Nueva York, pasa por Madrid, Santander, Nerja, Torrox, casas y encuentros literarios, revistas y la eterna cuestión de cómo podemos ayudar a aclarar ante nosotros mismos y la diversidad cubana, Isla y Exilio, el comportamiento cubano del exterior, y que se vea, más allá de los oportunismos de rigor que ese exilio no era ni es unívoco sino, con todos sus errores y falacias, bloque vivo de seres humanos condenados por una agreste historia centenaria a vivir fuera de su país, y que quienes no han tenido esa experiencia se dejen de pontificar, gusanos y escorias se encuentran en todas partes y yo las he visto en tal cantidad, no entre cubanos sino entre los acusadores, que dan ganas de chillar.

Mejor no chillar, como Víctor aducía, que esa chilladera no sirve de nada: mejor mantener una dialéctica de alejamiento y de presencia nada fácil de sobrellevar ni de llevar a cabo en aquellos años tan difíciles para quienes nos habíamos ido del país natal, Víctor entre tantos, él en particular teniendo que cargar con el peso de ese cierto apellido y de esa millonaria familia donde todo, visto desde fuera y desde la conveniencia partidista, izquierdosa, que no entendía nada del proceso político cubano, le dificultaba, para quien no quiere andarse con explicaciones ni justificaciones, la diaria existencia.

Porque sépase que fuimos unos apestados, unos perseguidos, unos maltratados y los malos de la película: la tortilla suele dar muchas vueltas y muchas ha dado y hoy ya pocos creen en esa idiota dicotomía de buenos (ellos) y malos (los cubanos de la diáspora) y se ha visto el plumero de muchos que se proclamaron adalides de la revolución y que acabaron cobrando una pensión y un seguro social de EEUU. Vaya revolucionarios, vaya revolución.

La primera anécdota que recuerdo me trae a la mente, mi poblada mente, a un Víctor joven y tranquilo, lleno de la vida serena del que practica formas del budismo zen, y explora la espiritualidad, estamos en mi piso de West 4th, en Nueva York, conversamos sobre poesía, Cuba, la revista Exilio, me abre sus puertas, y yo acepto encantado porque dónde diablos en aquel entonces podía publicar un joven cubano "de fuera" si todas las revistas literarias de América Latina nos estaban vedadas. Aquí callo de momento porque sería de nuevo el cuento de nunca acabar.

Y me retrotraigo a un par de años más tarde en que nos encontramos a comer donde los chinos, y Víctor en un momento dado me pregunta por qué no publico un libro, que ya tengo suficiente material para hacerlo, y yo le digo que tengo idea de sacar un libro de poemas con mi mejor examigo Isaac Goldemberg, lo titularía De Chepén a La Habana y lo publicaría con gusto pero cómo. Yo no tengo dónde publicar.

Sácalo por tu cuenta me dice, yo era entonces más pobre que ratón de iglesia. Recuerdo le respondí diciendo con qué se sienta la cucaracha. ¿Qué necesitas para sacarlo? Dinero le digo. Y él, ¿cuánto? Tras un breve desconcierto por mi parte le digo unos 3.000 dólares. Y él, yo te los doy. Y yo, con la condición de devolvértelos en cuanto pueda. Y él, con esa impalpable mano suya, veo que la lleva al bolsillo de la camisa, saca una chequera, me entrega a mi nombre un talón por 3.000 dólares para sacar el libro de marras.

Pasan unos años y un día ya en Madrid conversando le digo, Víctor se me cae la cara de vergüenza pero el libro que me subvencionaste no ha vendido ni diez ejemplares y todavía no puedo devolverte el dinero que te debo. Qué dinero, le oigo decir. Los 3.000 dólares que me dejaste cuando hablamos de sacar De Chepén a La Habana. José, no tengo la menor idea de lo que me estás diciendo, qué dinero te di yo. Y créaseme que de veras lo había olvidado.

FUENTE: AFP/Diario de Cuba

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