martes 4  de  febrero 2025
AMBIENTE

2020: el año que la naturaleza respira un aire menos contaminado

Con el COVID-19 quedó en evidencia la relación entre la actividad humana y la calidad del aire, una paradoja que dejó en la naturaleza menos emisiones de CO2

Por Yolanda Ojeda

MIAMI.- La pandemia originada en 2019 fue una tragedia para la humanidad, sin embargo arrojó un impacto ambiental positivo al significar un respiro más saludable para la naturaleza por una menor emisión de gases contaminantes, según reveló un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Las emisiones globales de CO2 de origen fósil cayeron. El dióxido de carbono es un importante gas que atrapa el calor, o gas de efecto invernadero, que se encuentran en la atmósfera y que atrapan el calor del sol, provocando el calentamiento global, proveniente de la extracción y quema de combustibles fósiles (como carbón, petróleo y gas natural), de incendios forestales y de procesos naturales como erupciones volcánicas.

Según la OMM, las emisiones globales promedios de CO2 de origen fósil cayeron un 5,6% en 2020, un porcentaje difícil de alcanzar en cualquier congreso ambiental de países.

Según un estudio de Nature Climate Change, en 2020, de manera individual, China redujo sus emisiones 23,9%, Estados Unidos 31,6% e India 25,7%. En España la caída máxima fue del 31,9%, en Alemania de 26,4%, Francia redujo sus emisiones 34% e Italia 27,7%.

Otro gas

Mientras que las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2), otro gas contaminante, en las ciudades de Europa, China y Estados Unidos disminuyeron entre un 40% y 50%, evidenciando la relación directa entre la actividad humana y la calidad del aire.

El NO2 se produce a partir de la combinación de nitrógeno y oxígeno. Es un contaminante atmosférico que se forma principalmente por la combustión de combustibles fósiles en vehículos y en industrias.

Sin cuotas

Para que ocurriera este respiro de la naturaleza, los países no establecieron cuotas ni acuerdos, sino que llegó el COVID-19 y la actividad económica se redujo de facto. Aunque significó una pandemia para la humanidad, aún con secuelas, sirvió de medicina para el ambiente, según los números revelados en el estudio.

Con el confinamiento de la humanidad, el planeta experimentó una reducción significativa de las emisiones contaminantes.

Las actividades humanas, como los desplazamientos, el tráfico aéreo y las emisiones industriales, disminuyeron drásticamente, lo que resultó en mejoras inmediatas para el medio ambiente.

Dicha disminución permitió que los animales salvajes ocuparan espacios urbanos y naturales deshabitados.

Delfines nadaron nuevamente en los canales de Venecia, mientras que ciervos, jabalíes, e incluso un oso pardo en Asturias, España, se aventuraron en áreas habitadas por humanos, dice el organismo

Los mamíferos terrestres aumentaron hasta un 73% las distancias recorridas y se acercaron más a las carreteras en busca de hábitats tranquilos.

Estos hallazgos muestran cómo los animales pueden adaptarse rápidamente a cambios drásticos en su entorno, como las restricciones impuestas por la pandemia.

Sin embargo, tras este respiro temporal, la recuperación del medio ambiente ha sido efímera. A medida que las restricciones se levantaron y la actividad humana se normalizó, las emisiones contaminantes volvieron a aumentar.

Los ecologistas advierten que, aunque hubo un breve impulso para mejorar la relación entre los humanos y el medio ambiente, las zonas naturales han sido “turistificadas”, lo que compromete su conservación. La sobreexplotación de estos espacios y la falta de protección adecuada están deteriorando los beneficios de la pausa ambiental vivida en los primeros meses del COVID-19.

Desafíos

A pesar de estos desafíos, algunos ecologistas consideran que las lecciones positivas de la pandemia pueden aplicarse a futuro.

Pedro Zorrilla, experto en campañas de cambio climático, señala que la reducción de emisiones durante el confinamiento fue significativa y demuestra que políticas públicas agresivas pueden ser efectivas siempre y cuando exista la voluntad política para implementarlas a largo plazo, con acuerdos consensuados entre países.

Lo que experimentó la naturaleza durante la pandemia de COVID-19 fue un recordatorio de la capacidad del medio ambiente para recuperarse rápidamente si se le da un “descanso”.

Pese a la fuerte fluctuación de las emisiones mundiales observada en los últimos dos años y medio, las emisiones de CO2 fósil disminuyeron considerablemente en 23 países (entre Europa, Japón, México y EEUU) durante el decenio prepandémico de 2010-2019), según la OMM.

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FUENTE: Organización Meteorológica Mundial (OMM) / Diario las Américas

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