jueves 5  de  septiembre 2024
SALUD

Carillas dentales, diseñando sonrisas perfectas

Cambiar el color y la forma de un diente, sin pasar por un largo y tortuoso tratamiento, es posible gracias a esta estrategia de odontología cosmética
Por BELÉN GONZÁLEZ

Las carillas dentales, una de las estrategias más usadas en la odontología cosmética, pueden definirse como finas láminas de porcelana o resina compuesta que se usan para cubrir la parte visible de un diente con la finalidad de modificar visualmente su color, forma y brillo e incluso enmascarar diversas patologías bucales.

Las también llamadas facetas dentales o carillas estéticas permiten diseñar una sonrisa perfecta al resolver problemas de blanqueamiento, cubrir dientes rotos o astillados para devolverles su forma, corregir los espacios interdentales desproporcionados, alinear la dentadura, y hasta agrandar las piezas muy pequeñas.

Es un tratamiento que puede aplicarse tanto en hombres como en mujeres, una vez que tengan completa su dentadura permanente, y que no provocan ningún daño en el diente, pues las carillas se colocan sobre la superficie del mismo sin necesidad de someterlo a agresiones como el tallado, y además de su función estética, las facetas dentales sirven como escudo protector.

Aunque algunos piensan que se trata de un procedimiento moderno, las carillas dentales fueron desarrolladas durante la década de los años 30 por el dentista californiano Charles Pincus, con el objetivo de mejorar el aspecto y las sonrisas de los actores y actrices de Hollywood.

Fue así como nació la legendaria “sonrisa de Hollywood”, un procedimiento en el que se usaba como pegamento para las carillas adhesivo para dentaduras postizas, y que por ende, tenía una duración de apenas unas horas, pero que proporcionaba aquella visión de perfección y glamour indispensable para la imagen pública de las estrellas de la industria cinematográfica.

Poco a poco se fue perfeccionando la fabricación de carillas empleando diversos métodos, aunque no fue sino hasta 1982 que se logró perfeccionar el proceso de fijación, permitiendo que estas pudieran unirse al diente de forma permanente.

Actualmente este sigue siendo un recurso estético común entre quienes trabajan en la industria del entretenimiento, pero su impacto va mucho más allá, no en vano es el procedimiento estético más solicitado en la odontología cosmética después del blanqueamiento dental.

Variedad de materiales

En líneas generales las carillas se fabrican en base a dos materiales: la porcelana y la resina, y en ambos casos estas se fijan al diente usando un cemento resinoso. Ahora bien, entre ambos productos existen ciertas diferencias, especialmente en cuanto al acabado y durabilidad.

Las carillas de porcelana, que tienen un grosor que oscila entre 0.8 y 1.5mm, son consideradas más duraderas y su color es más estable con el paso del tiempo. Este material imita el brillo translúcido de los dientes naturales y por ende resultan más estéticas, son sorprendentemente ligeras, y capaces de resistir años de tracción dental.

Por su parte, las carillas de resina o composite, un material plástico en forma de pasta que se endurece mediante la aplicación de una luz especial, son bastante más económicas, aunque tienen una menor resistencia, y por tratarse de una estructura porosa, suelen ser propensas a tonarse amarillentas.

Una de sus mayores ventajas de las carillas fabricadas con este material es que pueden esculpirse en el consultorio mientras el odontólogo va añadiendo capas de producto para moldear y pulir hasta lograr la forma deseada en el diente.

Un proceso meticuloso

Cuando se trabaja con carillas de porcelana, el proceso suele necesitar varias visitas al odontólogo. El procedimiento comienza con una serie de placas para estudiar la arquitectura de la dentadura y diseñar la mejor estrategia de acción.

Una vez evaluado el caso, se procede a la remoción de una pequeña cantidad de la superficie del diente para permitir la colocación de las láminas. Posteriormente, se toma una impresión de los dientes que se envía a un laboratorio de prótesis donde se fabricará la pieza.

Al recibir las carillas personalizadas, que se ajustan perfectamente a cada diente del paciente, se pegan con cemento resinoso, y así quedan fijas de forma definitiva, pues a pesar de que se trata de láminas muy delgadas, se fortalecen con la estructura del diente original.

Según los expertos es difícil establecer el periodo de durabilidad de una carilla, aunque la promedian entre los ocho y los 15 años, estableciendo que esto dependerá de cuidado y mantenimiento. Por ejemplo, es importante tener presente que morder objetos metálicos puede astillar las carillas, el consumo excesivo de alcohol puede disolver el cemento en los bordes, y el pulirlas puede volverlas porosas propiciando la aparición de manchas.

Lo recomendable es limpiar las carillas de la misma forma que el resto de los dientes, esto implica cepillarse tres veces diariamente con una pasta dental con flúor no abrasiva, es igualmente importante el uso del hilo dental al menos una vez por día. Las visitas regulares al odontólogo también son recomendables, especialmente si hay inflamación o sangramiento en las encías alrededor de las carillas.

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