Las mascotas, como parte de la familia, representan un apoyo emocional que va más allá de la ternura y la compañía, pues estos beneficios se traducen en una mejor salud cardíaca.
Un perro que nos impulsa a caminar, un gato que ronronea sobre nuestro pecho; en todos estos casos, el corazón sale ganando
Las mascotas, como parte de la familia, representan un apoyo emocional que va más allá de la ternura y la compañía, pues estos beneficios se traducen en una mejor salud cardíaca.
Cada vez más investigaciones apuntan a que tener una mascota puede influir de manera positiva en la salud del corazón. Los animales de compañía promueven la actividad física, contribuyen a reducir el estrés y actúan como aliados de nuestro sistema cardiovascular.
En un informe de 2013, la American Heart Association (AHA) revisaba la evidencia disponible sobre mascotas y salud cardíaca. Como concluyó el estudio, tener mascotas, especialmente perros, probablemente se asocia con un menor riesgo cardiovascular.
Aunque la relación causal aún no está del todo demostrada, según dicho informe, los mecanismos son sólidos: mayor actividad física, reducción del estrés, mejor perfil de presión arterial y lípidos, así como un apoyo psicosocial que reduce la ansiedad y la depresión.
Quienes tienen perros suelen caminar más y tener niveles más altos de actividad física en comparación con quienes no tienen mascota. Este simple hábito tiene un impacto directo en la salud cardiovascular: ayuda a controlar el peso, reduce la presión arterial y mejora el perfil de glucosa y colesterol.
Un estudio de los Institutos Nacionales de Salud, titulado Dog Ownership and Survival: A Systematic Review and Meta-Analysis, contó con más de 3,8 millones de participantes y demostró que las personas con perro tenían una reducción significativa en la mortalidad total y en la mortalidad cardiovascular, con un efecto particularmente fuerte en quienes habían sufrido un infarto o un accidente cerebrovascular y vivían solos.
Además de la actividad física que experimentamos durante los paseos o en juegos con las mascotas en casa, el hecho de compartir con un perro, acariciarlo, o sentir el ronroneo de un gato, ayudaría a disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Varios estudios experimentales han documentado que el contacto con mascotas reduce la activación del sistema nervioso simpático, es decir, baja la respuesta de “alerta” y favorece la relajación.
Esa reducción en la carga fisiológica del estrés es clave para proteger al corazón a largo plazo.
Los animales no solo acompañan en casa. En los hospitales se usan perros de terapia, los cuales han logrado efectos inmediatos en pacientes con enfermedades cardíacas. Un estudio de la American Journal of Critical Care planteó que los pacientes hospitalizados por insuficiencia cardíaca que recibían visitas de un perro de terapia tenían menos ansiedad, e incluso mejoría en la presión arterial pulmonar y reducción de marcadores neurohormonales, a diferencia de los pacientes que recibían visitas de voluntarios humanos o no recibían visita alguna.
Más allá de la prevención, muchas personas encuentran en sus mascotas un bálsamo emocional. La ansiedad, la depresión y el estrés se consideran factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular. Los animales de apoyo emocional (perros y gatos, principalmente), ofrecen compañía y ayudan a darle estructura al día a día, de manera que pueden colaborar en la reducción de los estados emocionales negativos. Aunque la evidencia para “emotional support animals” aún es limitada, se sabe que el bienestar psicológico que generan es un camino indirecto hacia un corazón más sano.
Las bondades de convivir con mascotas se dan en varios niveles:
Todo esto ubica a las mascotas como un factor de protección adicional frente a las enfermedades cardiovasculares.
La AHA advierte que no debería recomendarse la adopción de una mascota únicamente como un “tratamiento”. Estamos hablando de seres vivos, no de medicamentos per se. Tener un animal implica brindarle los cuidados necesarios para su bienestar, tiempo y recursos, y algunas personas no están preparadas para asumir dicha responsabilidad.
Ahora bien, para quienes tienen una mascota, el consejo es compartir la vida con ella de manera que ambos salgan beneficiados. En el caso de quienes desean adoptar una mascota, esta decisión puede tener aún un mayor sentido de bienestar y propósito: no solo estamos salvando a un animal, sino a nosotros mismos.
Un perro que nos impulsa a caminar, un gato que se acomoda sobre el pecho en una tarde difícil o un animal de terapia que entra a una sala hospitalaria con su correa y mirada noble. En todos estos casos, el corazón sale ganando. La ciencia sigue profundizando en los mecanismos exactos, pero el mensaje es claro, y nos damos cuenta: las mascotas no solo llenan de afecto el hogar, sino que también pueden mejorar la calidad de la vida de sus humanos, como miembros de estas familias multiespecie.
