Gracias al avance en los programas de tamizaje, cada vez más casos se detectan en etapas tempranas; sin embargo, muchas mujeres aún deben afrontar tratamientos prolongados que afectan su rutina, su vida laboral y emocional y su estabilidad familiar. En este sentido, la radioterapia se mantiene como un componente clave para reducir el riesgo de recurrencia después de la cirugía.
Tradicionalmente, este tratamiento tenía una duración aproximada de entre cinco y seis semanas. Pero los avances en tecnología han permitido reducir significativamente la duración total, manteniendo resultados clínicos equiparables y, en muchos casos, con mejor tolerancia. Este cambio se conoce como hipofraccionamiento.
Consiste en administrar la misma dosis total de radiación, pero en menos sesiones, un cambio que permite reducir los esquemas tradicionales de seis semanas a aproximadamente tres. Con el tiempo y con el apoyo de nuevas tecnologías, la investigación avanzó aún más, demostrando que es posible completar el tratamiento en solo una semana, manteniendo la misma eficacia y sin aumentar la toxicidad.
Este avance recibe el nombre de hipofraccionamiento extremo, y es considerado una de las transiciones más importantes en la radioterapia moderna para cáncer de mama. Para hacerlo posible se requiere tecnología de alta precisión, que permita enfocar la radiación exactamente sobre el área a tratar, preservando órganos cercanos como el pulmón y el corazón.
La clave está en la precisión. A medida que la tecnología avanza, podemos administrar dosis más altas por sesión, de manera segura. Eso hace que la toxicidad sea menor y que el tratamiento sea más llevadero para la paciente.
Además del beneficio clínico, el hipofraccionamiento extremo tiene un impacto directo en la vida cotidiana de la mujer: menos traslados, menos interrupciones laborales, menos desgaste emocional.
En países de América Latina, la disponibilidad de equipos de radioterapia no siempre es suficiente para cubrir la demanda. Esto puede generar listas de espera prolongadas, retrasos en el inicio del tratamiento y desigualdades en el acceso.
Reducir un esquema de tres a seis semanas a una sola, significa que, por cada paciente tratada antes, hoy pueden tratarse de tres a seis. Esto no solo tiene un impacto individual, sino también estructural. En cáncer de mama, el tiempo importa.
A nivel internacional, centros especializados ya han comenzado a presentar resultados de experiencias multicéntricas. En este contexto, la Fundación Valle del Lili ha contribuido activamente a la generación y difusión de conocimiento en la región, compartiendo su experiencia clínica y resultados en escenarios académicos nacionales e internacionales. Además, ha sido reconocida por implementar de forma pionera el hipofraccionamiento extremo.
* El Dr. Guillermo Potdevin Stein es especialista en Oncología Radioterápica. Forma parte de la Fundación Valle del Lili, en Cali, una entidad privada sin ánimo de lucro, reconocida entre los mejores hospitales de Colombia y Latinoamérica, según rankings internacionales https://valledellili.org/