El cierre gubernamental más largo de la historia (43 días en total), creado por los radicales demócratas en el Senado, por fin terminó el 12 de noviembre con una votación en el pleno de la Cámara Baja en el regreso de un nuevo acuerdo entre los conservadores y ocho senadores demócratas que rompieron con la agenda extremista de su partido para concluir con el impacto negativo de casi mes y medio de secuestro presupuestal.
El ala radical del Partido Demócrata -que cada vez es mayor- quiso implantar un nuevo récord en el segundo mandato del presidente Donald J. Trump y los republicanos.
En el 2019, también durante la presidencia del líder republicano, los demócratas -en ese momento guiados por la soberbia, Nancy Pelosi, (al frente de la Cámara de Representantes) - mantuvieron el cierre del gobierno durante 35 días. Ahora, seis años después, volvieron a hacer lo mismo, pero en 40 días y tres adicionales que duró el proceso congresual establecido hasta la firma presidencial en la Casa Blanca.
Secuestro presupuestario
Los servicios de investigación del Congreso calculan que el país perdió hasta 14.000 millones de dólares en esta parálisis presupuestaria.
Unos 670.000 funcionarios volvieron al trabajo con derecho a sueldo y a los que se mantuvieron en sus puestos sin cobrar, se les comenzó a pagar el sueldo adeudado de forma íntegra y con carácter retroactivo.
La extrema izquierda buscó unir el cierre temporal del gobierno con los resultados de las elecciones municipales y a gobernadores en estados demócratas, cada vez menos demócratas, pero con una inédita influencia ascendente del “progresismo” o (“socialismo del siglo XXI”).
La estrategia era tratar de convencer a su masa de votantes de que el Partido Demócrata no se encuentra en la peor crisis de la historia política del país y dar la imagen de que se enfrentan a Trump a toda costa.
Los esfuerzos titánicos de la extrema izquierda de pedir 1,5 billones (trillions) de dólares en subsidios, para continuar con el despilfarro de hace cuatro años atrás, acabaron en la frustración. Trump se los advirtió: "No van a lograr nada de este dinero de los contribuyentes para sus fines lunáticos y absurdos".
La enorme presión por las afectaciones en seguridad y el tráfico aéreo hicieron reflexionar a ocho senadores de la izquierda que se separaron de su partido bajo una lluvia de críticas de sus colegas, decididos a ejecutar una crisis sin precedentes por motivaciones partidistas y por el odio a la personalidad y éxitos sucesivos del presidente Trump y los republicanos en su segundo término.
Según estadísticas, firmas de acuerdos estratégicos, inversiones, reformas del comercio mundial y de la política exterior de EEUU, el líder republicano ha hecho en nueve meses lo que ningún otro mandatario estadounidense en dos términos presidenciales, tanto demócratas como republicanos.
Trump, en sólo meses, ha logrado aplacar casi todas las guerras y conflictos en el mundo, con la firma de 8 acuerdos de paz en Medio Oriente, África y Asia, mientras que su tema pendiente se enfoca en Ucrania, debido en gran parte a los falsos compromisos del presidente ruso Vladimir Putin y en ocasiones la intransigencia del ucraniano Volodimir Zelenski.
Trump celebra la reapertura del presupuesto federal
Los republicanos prometieron un debate separado, a corto plazo, sobre las ayudas a estadounidenses realmente necesitados para pagar su cobertura médica y no para darles seguro de salud gratuito a millones de personas y jóvenes en edad laboral que no desean trabajar; y a ilegales que el gobierno de Joe Biden dejó entrar al país con la intención de fomentar una severa crisis, cambiar los mapas electorales a su favor para las elecciones en busca de más puestos demócratas en el Congreso y hacer presión para una reforma migratoria de tinte político.
El Comité de Reglas de la Cámara de Representantes, antes de la votación el 12 de noviembre en la Cámara Baja, aprobó por ocho votos a favor y cuatro en contra la ley para reabrir el gobierno, una señal de garantía previa al escrutinio final.
"Volveremos a abrir nuestro país, que nunca debió haber cerrado", celebró el presidente Donald J. Trump, horas antes de firmar en su escritorio la nueva ley temporal de presupuesto para financiar las operaciones del gobierno federal.
El bloqueo de los demócratas en el Senado, que no logró ninguna de las solicitudes banales que exigían, lo que sí hizo fue perjudicar a cientos de miles de empleados federales, detener servicios, ayudas y afectar a compañías como las aerolíneas.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, se vio obligado a ordenar a las aerolíneas una reducción del 10% de los vuelos en 40 aeropuertos del país debido a la falta de personal, que no estaba cobrando sus salarios.
Unos 800.000 trabajadores del gobierno federal estuvieron dos quincenas sin recibir sus sueldos. Por su parte, el presidente Trump destinó parte de un presupuesto especial de reserva para emergencias y así poder pagar mediante una orden ejecutiva a los miembros de las fuerzas armadas de EEUU en mar, tierra y aire.
La presión aumentó cuando se extinguieron los fondos del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) que da ayuda a 42 millones de estadounidenses y cuando el caos en los aeropuertos se encaminaba a ser insostenible, dos semanas antes del “Día de Acción de Gracias” o “Thanksgiving”.
Cautela y agradecimiento
Trump llamó a eliminar el filibusterismo, una legislación interna del Congreso aprobada en décadas atrás por los demócratas contra los republicanos y que exige 60 votos para poder aprobar proyectos de ley de gran envergadura en el Senado, como lo es el presupuesto.
Congresistas republicanos y asesores del Presidente recomendaron cautela y el uso de otras opciones para evitar que en un futuro, durante un dominio demócrata de simple mayoría, la izquierda pudiera pasar cualquier medida de forma unilateral.
Desde el 1ro de octubre, miles de funcionarios federales quedaron en “desempleo técnico” y otros cientos de miles continuaron sus labores, pero sin recibir sus pagos quincenales.
Más de 60.000 controladores aéreos y agentes de seguridad del transporte permanecieron en el segundo grupo.
El Presidente calificó de patriotas a los empleados que, sin cobrar, continuaron en sus puestos y los compensará con un bono de 10.000 dólares en agradecimiento a su servicio. No obstante, todos recibirán de forma retroactiva e íntegra sus sueldos, excepto quienes se ausentaron.
La extrema izquierda, que en los últimos cuatro años tomó el control del Partido Demócrata, pedía la devolución de 1,5 billones (trillions) de dólares en gastos eliminados con la ley One Big Beautiful Bill, aprobada en ambas Cámaras del Congreso.
Trump se mantuvo firme en su posición de no ceder ante el chantaje de los radicales demócratas y finalmente, sin dar un paso atrás, 8 senadores del bando azul se unieron a los republicanos para firmar un acuerdo y reabrir los servicios federales y los salarios como parte de un presupuesto temporal hasta finales de enero.
Victoria para republicanos y otra frustración para la izquierda
El martes 11 de noviembre, el presidente Donald J. Trump atribuyó a los republicanos de su partido una "gran victoria" sobre los demócratas de la extrema izquierda por conseguir que el Senado diera un paso adelante y así poner fin al cierre gubernamental más extenso de la historia del país.
En un discurso por el Día de los Veteranos, Trump se enorgulleció de que este avance se lograra gracias a que senadores demócratas rompieron filas y votaron junto a los republicanos a favor de un proyecto de presupuesto para finalizar más de 40 días de "shutdown".
"Enhorabuena... por una gran victoria", dijo Trump al presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, cuando lo vio en la ceremonia para honrar a soldados estadounidenses caídos en combate en el Cementerio Nacional de Arlington.
La decisión de este grupo de senadores demócratas levantó ronchas entre los extremistas que pretendían continuar con el cierre y el caos en el país: sus dos únicos propósitos eran lograr todo el dinero que exigían y desestabilizar mediante una crisis al gobierno de los republicanos y en especial, de Trump.
Pedían, contra toda lógica y sentido común, el mismo nivel de gastos que cuando el vórtice de la crisis sanitaria de COVID-19. Ese era el pretexto, en realidad lo querían para dar un seguro médico y otras gratuidades a millones de inmigrantes ilegales, que presuntamente harían cambiar el mapa demográfico electoral en varios estados demócratas en busca de más plazas en el Congreso federal.
Trump aceptó la reincorporación de miles de funcionarios que el gobierno despidió durante este "shutdown" o cierre de gobierno.
La reapertura "reforzó las perspectivas de crecimiento y revivió el optimismo", señaló Jose Torres, de Interactive Brokers.
El desbloqueo del presupuesto también permitió que los inversionistas tuvieran de nuevo acceso a los datos económicos oficiales, que no se habían dado a conocer por el cierre de los servicios públicos encargados de las estadísticas.
La estafa del Obamacare
El líder de la minoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, votó en contra de la reapertura, y la misma actitud mantuvo el jefe de la bancada de los representantes, Hakeem Jeffries.
"La atención médica de la gente en este país está a punto de volverse impagable", clamó Jeffries.
La polémica yace en el denominado Obamacare, la caótica "reforma" sanitaria aprobada durante la presidencia de Barack Hussein Obama, que suponía un primer intento de introducir una cobertura sanitaria pública universal en todo el país y se ha convertido en una pesadilla: Escasa cobertura médica y costos insostenibles para las personas.
Ante la crisis de la pandemia del coronavirus, Trump extendió una serie de subsidios para ayudar a millones de estadounidenses a pagar esa cobertura, luego Biden las prorrogó a un costo altísimo para el país junto a sus fallidas políticas económicas; entre ellas, impulsar la guerra en Ucrania y la entrega de más de 340.000 millones de dólares.
Esas ayudas vencen a finales de año, con lo cual las pólizas pueden subir de forma considerable, pero no es la primera vez, ya son varias desde que se aprobó esa ley.
Trump no creó el Obamacare, por el contrario, lo ha criticado en muchas ocasiones y lo ha calificado como una de las medidas del gobierno de Barack Obama para ganar votos y popularidad, y no para beneficio real de los más necesitados.
El llamado Obamacare ha sido catalogado por los republicanos como "un fracaso y una estafa". Han sido las grandes aseguradoras las que se han repletado los bolsillos, mientras que para los supuestos “beneficiarios” de bajos recursos el costo de las primas de salud se ha vuelto casi impagable para millones de trabajadores.
La aseguradora UnitedHealth Group, por ejemplo, ha visto trepar sus acciones más de 2.500% desde el 2010 y así muchas otras. Es decir, el dinero del gobierno no va al beneficiario, sino a las grandes empresas y eso lo supieron desde el principio los demócratas, los republicanos y el propio Barack Obama.
Partido Demócrata desconectado
Ahora, los conservadores aducen que esos subsidios federales solo deberían ayudar a las clases más desprotegidas, y no extenderse de forma indiscriminada y terminar en las arcas de los monopolios de salud, laboratorios y farmacéuticas. Todos han ganado, menos el paciente o el asegurado que paga altísimas cuotas mensuales.
Durante los irreconciliables debates en torno al cierre gubernamental, los republicanos acusaron también a los demócratas de querer beneficiar con esos subsidios a millones de inmigrantes ilegales en los estados gobernados por ellos.
Los sondeos demostraron que la mayoría de la población achacó a la extrema izquierda la responsabilidad del secuestro presupuestario y peticiones insensatas o de simple chantaje.
Más de 70% de los encuestados en varios estudios recientes de The Washington Post, CBS y Daily Mail afirman que el Partido Demócrata está totalmente desconectado de los intereses y necesidades de los estadounidenses y su rumbo hacia el extremismo es un grave error.
Los republicanos se mantuvieron casi sin fisuras durante la parálisis presupuestaria, mientras el caos creado por los demócratas se extendía a los sectores más importantes del país como la seguridad nacional y los vuelos comerciales.
El controversial secuestro terminó pesando más en las filas de sus autores, que hace tan sólo dos semanas celebraban victorias en sus feudos electorales, incluida la elección de un alcalde que se autodeclara musulmán radical y comunista en Nueva York.
El relevo generacional se pide a gritos dentro del partido azul. La soberbia y exlíder en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció su retirada, mientras que Chuck Schumer es cada vez más cuestionado como líder demócrata en el Senado por la mayoría de su partido, que se ha inclinado sin retroceso a la tendencia "Woke", "progresista" y globalista.
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FUENTE: Con información de AFP, Fox Business, Bloomberg News, The Wall Street Journal.