sábado 23  de  marzo 2024
SALUD

Síndrome de Sjögren: Un ataque a las glándulas productoras de humedad

Más de cuatro millones de estadounidenses sufren de esta enfermedad autoinmune, y nueve de cada diez pacientes diagnosticados, son mujeres
Por BELÉN GONZÁLEZ

Los términos xeroftalmia y xerostomía, que se usan para referirse a ojos secos y boca seca, respectivamente, identifican los dos síntomas característicos del síndrome de Sjögren, una enfermedad autoinmunitaria e inflamatoria que ataca a las glándulas que producen las lágrimas y la saliva, impidiendo que estas funcionen adecuadamente.

Las personas que se enfrentan al también llamado síndrome seco producen menos saliva de lo normal, esto dificulta procesos esenciales como masticar, tragar o hablar. También provoca problemas de halitosis, inflamación de los labios, y alteraciones en el sentido del gusto. Esta condición hace a quienes la padecen más propensos a infecciones bucales y dentales, e incluso las glándulas que se encuentran bajo la lengua, en las mejillas frente a los oídos y bajo la mandíbula pueden llegar a inflamarse provocando dolor e incomodidad.

En el caso de los ojos, la falta de lubricación provoca una sensación constante de resequedad, así como ardor, enrojecimiento, y sensibilidad a la luz. Las alteraciones visuales y el dolor al parpadear son bastante comunes, y si la enfermedad no es tratada a tiempo pude provocar a largo plazo la perforación de la córnea, y queratitis por bacteriana.

Los problemas de salud asociados al síndrome de Sjögren no se limitan a la resequedad ocular y bucal, otras mucosas también puede resultar afectadas, por eso son los sangrados nasales, la tos por resequedad de garganta, la piel seca, e incluso, la caída del cabello.

En algunos casos la resequedad de la mucosa genital en las mujeres provoca coitos dolorosos; el oído también puede verse afectado; y problemas como la dificultad para tragar y el reflujo gastroesofágico, son comunes. El Síndrome de Sjögren tiene el potencial para atacar otros órganos internos como los pulmones, riñones, hígado, sistema nervioso central, y tiroides, por eso se le considera una enfermedad sistémica.

Lenta y disfrazada

La enfermedad que debe su nombre al físico sueco Henrik Sjögren, quien la identificó por primera vez a principios del siglo XX, es difícil de diagnosticar y no se manifiesta de la misma forma en todos los pacientes, por eso se afirma que no tiene síntomas específicos, de hecho muchos de estos suelen ser parecidos a los de otras enfermedades reumatológicas, por eso se le considera insidiosa o disfrazada.

Su desarrollo es considerado más bien lento, considerando que puede haber un lapso de hasta 10 años desde la aparición de los primeros síntomas hasta la consolidación de un diagnostico definitivo.

Según datos del Colegio Americano de Reumatología, el síndrome de Sjögren afecta a más de cuatro millones de personas, sin importar el sexo, la raza o la edad, aunque ciertamente las estadísticas confirman que es especialmente común en las mujeres que en los hombres, y suele manifestarse después de los 40 años de edad.

Una condición incomoda

La ciencia desconoce aún el origen del síndrome de Sjögren, aunque este se adjudica fundamentalmente a la combinación factores varios entre los que destacan la genética, el desbalance hormonal, y las alteraciones inmunes. Ahora bien, la enfermedad ha sido clasificada en dos tipos: el primario, que ocurre cuando la condición aparece sin que exista relación alguna con otras enfermedades; y el secundario o asociado, es aquel que se presenta paralelamente con otros problemas autoinmunes como la artritis reumatoide, el lupus o la miositis.

Otros de los síntomas asociados a la enfermedad, además de los problemas que genera la resequedad de las mucosas, son: problemas de tiroides, dolor muscular y articular, adormecimiento y sensación de hormigueo en los miembros superiores e inferiores, así como el agotamiento general.

Estos síntomas, y los anteriormente señalados, pueden variar tanto en tipo como en intensidad, pero rara vez resultan incapacitantes, por lo que la persona afectada puede llevar una vida normal y saludable siguiendo una pauta de tratamiento adecuada para su caso específico.

Mal incurable

No existe una cura para esta condición, como tampoco estrategias de prevención, por lo que el tratamiento, que es diferente en cada caso, se concentra en aliviar los síntomas. Fundamentalmente se usan fármacos para disminuir la acción del sistema inmunitario, producir más saliva, aliviar la resequedad ocular, disminuir la inflamación y contrarrestar el dolor en músculos y articulaciones.

En el caso de los ojos se recomienda el uso de lágrimas artificiales, ungüentos hidratantes, y en casos graves una cirugía para cerrar los ductos lacrimales de donde brotan las lágrimas de los ojos.

Para el tratamiento de la resequedad de la boca se recomienda goma de mascar o caramelos sin azúcar para promover la producción de saliva, beber regularmente pequeños sorbos de agua y usar un bálsamo labial para contrarrestar los labios resecos y partidos.

Generalmente la evolución de quienes padecen el síndrome de Sjögren es buena, aunque se ha confirmado que alrededor de cinco de cada cien pacientes diagnosticados desarrollan un linfoma maligno, lo que hace importante el cheque medico regular para evaluar, especialmente, los ganglios linfáticos.

Datos importantes

  • Se trata de la segunda enfermedad del tejido conjuntivo más frecuente.
  • Si bien no se trata de una condición fatal, puede ser un problema de por vida.
  • La incidencia de cáncer linfático, es mayor en personas con el síndrome de Sjögren, pero los pacientes usualmente responden bien al tratamiento si el linfoma se detecta a tiempo.
  • El ejercicio regular es recomendable pues ayuda a mantener la flexibilidad de las articulaciones y la fortaleza de los músculos.
  • Es importante evitar el cigarrillo y el alcohol.

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