sábado 25  de  octubre 2025
SALUD

Un corazón en medio de la ciudad: Las megalópolis y el estrés urbano influyen en la salud cardíaca

Varios estudios muestran asociación entre el ruido vial y la enfermedad isquémica del corazón, con mayor riesgo a medida que suben los decibelios a largo plazo

Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

Sirenas de ambulancias, un claxon insistente en el semáforo, el tiroteo en ráfaga de los tubos de escape de esos autos que parecen huir de sí mismos por la autopista. Es la música de las grandes ciudades, y el corazón la escucha a su manera. La vida en estas urbes supone una carga fisiológica continua que el corazón paga con intereses.

En particular, tres estresores urbanos —ruido, luz nocturna y presión psicosocial— actúan sobre los sistemas del sueño, el metabolismo y la respuesta al estrés, abriendo el camino a la hipertensión, las arritmias y la enfermedad coronaria.

Corazones trasnochados

Dormimos con la luz de la calle filtrándose por la ventana, nos despertamos con el rugido de los camiones de basura y pasamos el día entre luces de pantallas. En las noches, cuando intentamos conciliar el sueño, nos visita el ruido de la calle, ese enemigo invisible que nos sobresalta.

La exposición crónica al ruido de tráfico, trenes y aviones no solo es incómoda: activa el sistema nervioso simpático, eleva catecolaminas y cortisol, fragmenta el sueño y promueve disfunción endotelial y estrés oxidativo. Metaanálisis que sustentan las Guías de Ruido Ambiental de la OMS muestran asociación entre el ruido vial y la enfermedad isquémica del corazón, con mayor riesgo a medida que suben los decibelios a largo plazo. La OMS recomienda límites más estrictos justamente por su impacto cardiovascular.

La magnitud poblacional es notable. El informe 2025 de la Agencia Europea de Medio Ambiente estima que el ruido del transporte contribuye cada año a 66.000 muertes prematuras y alrededor de 50.000 nuevos casos de enfermedad cardiovascular en Europa. En el ranking de amenazas ambientales, el ruido ocupa el “top 3” junto con la contaminación del aire y los extremos térmicos. Si bajara el ruido, el beneficio se vería reflejado en menos infartos y mejor salud colectiva.

Luz artificial nocturna: cuando la ciudad “entra” a la habitación

El reloj biológico sincroniza inflamación, tono vascular, frecuencia cardíaca y metabolismo. La luz artificial por la noche (ALAN, por sus siglas en inglés) desordena ese sistema. Un estudio de laboratorio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences demostró cómo una sola noche de sueño con luz ambiental moderada (~100 lux, o un lumen por metro cuadrado) elevó la frecuencia cardíaca nocturna y redujo la sensibilidad a la insulina a la mañana siguiente en adultos sanos: señales de estrés autonómico y desajuste cardiometabólico. Y no se trata de reflectores de estadio, sino de la claridad típica que pasa por cortinas delgadas o la luz de una pantalla.

La evidencia entre distintas poblaciones va en la misma dirección: estudios en Asia y Europa, como uno publicado en Science of The Total Environment, han vinculado niveles más altos de luz exterior nocturna con mayor incidencia de eventos cardiovasculares (coronariopatía, ictus y otros). Estos estudios, que usan satélites para estimar la iluminación en barrios urbanos, refuerzan la noción de que dicha exposición es un rasgo de la vida en metrópolis densas.

Varios factores de estrés, una “carga múltiple”

En la ciudad, ruido, luz nocturna y estrés psicosocial rara vez viajan solos; se combinan con contaminación del aire y turnos de trabajo irregulares. Esa carga compuesta interfiere con el sueño profundo y favorece la hipertensión, la aterosclerosis y las arritmias. La American Heart Association (AHA) sintetizó en un estudio la evidencia: la salud psicológica se relaciona con la cardiovascular.

De ahí la importancia de buscar el bienestar mental. En ese sentido, las agencias europeas advierten que abordar el ruido no es solo un asunto de confort: es una intervención cardiovascular comparable, en cuanto al impacto poblacional, a reducir partículas finas, como apunta un estudio publicado por la European Environment Agency (EEA).

Consejos para descansar mejor

1) Oscuridad real para dormir. Bloquea la luz exterior (cortinas gruesas, antifaz), apaga pantallas y usa luces ámbar o de baja intensidad si necesitas iluminación para ir al baño, por ejemplo. Dormir en penumbra profunda ayuda a proteger la función autonómica y la sensibilidad a la insulina.

2) Domar el ruido nocturno. Si puedes, mueve el dormitorio a la cara más silenciosa de la vivienda. También conviene sellar rendijas para aislar el ruido exterior.

3) Controlar el estrés. Agenda “ventanas” sin notificaciones en el día, practica la meditación o la respiración lenta por unos minutos, camina en zonas verdes y prioriza entre 7 y 9 horas de sueño. Para personas con riesgo cardiovascular, la AHA recomienda integrar los consejos anteriores con un sistema de prevención estándar (control de la presión, de los lípidos, evitar el tabaco, seguir una dieta saludable y realizar ejercicios).

4) Política pública con foco en la salud. Como resalta la Agencia Europea de Medio Ambiente, las ciudades que invierten en aislamiento acústico, gestión de tráfico y cielos nocturnos protegidos (con luminarias con menor dispersión) no solo ganan confort, sino que previenen infartos y reducen la mortalidad. Los números europeos demuestran que hay vidas en juego.

Bajar el volumen

El corazón es un órgano sensible a los ritmos. Si no regulamos el impacto que tiene la gran ciudad en nosotros, se desajustan nuestros ritmos día y noche.

Pero hay una buena noticia, y es que la evidencia científica ofrece herramientas para atenuar ese impacto, como aislar el volumen urbano, devolverle oscuridad a la noche y tratar el estrés como un factor de riesgo cardíaco. La estrategia comienza desde la puerta de nuestra habitación.

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