MIAMI.- ILIANA LAVASTIDA
[email protected]
@IlianaLavastida
Los descendientes de judíos que durante años de éxodo llegaron a Las Américas, por razones diversas hoy están de regreso a la tierra de sus antepasados
MIAMI.- ILIANA LAVASTIDA
[email protected]
@IlianaLavastida
Ubicado en el Lejano Oriente, en la ribera suroriental del Mediterráneo, se encuentra Israel, la única nación hebrea del mundo, cuyo nombre tiene orígenes en un pasaje de la biblia judía, el Tanaj.
Según el texto sagrado, la victoria del patriarca Jacob sobre un ángel, contra el que combatió toda una noche, mereció que la criatura celestial le bendijera y le otorgara por nombre Yisra’el (el que lucha con Dios). Más tarde, las tribus que se asentaron en la ribera del río Jordán, cuyos integrantes se reconocían como descendientes de Jacob, se identificaron a sí mismo como hijos de Yisra’el.
Quizás sea el arraigo a ese pasado histórico de un nombre ganado con valor lo que hoy día convoca al regreso a ese país, a muchos de los descendientes del pueblo hebreo, dispersos por el mundo a consecuencias del odio racial y las secuelas de una deleznable ideología que primó en un momento de la historia contemporánea cuando el nazi fascismo invadió Europa.
Así DIARIO LAS AMÉRICAS, como parte de una delegación de periodistas hispanos que visitó Israel, constató la presencia de judíos que nacieron en los más diversos confines del planeta y al volver a la tierra de sus antepasados rehúsan abandonarla.
Muchos, procedentes de Las Américas, conforman el rostro latino de la nación que hace apenas 67 años fue reconocida por la ONU como Estado independiente y soberano.
Bienvenida a Jerusalén
No hay viajero que llegue a Israel y se resista a la idea de visitar el Viejo Jerusalén. Con sus calles estrechas y empedradas, sus antiguas columnas, la huella de las leyendas bíblicas que el tiempo no ha podido borrar y la ruta del calvario de Jesús que para los creyentes resulta impactante, la capital histórica de Israel constituye sin dudas uno de los mayores encantos de ese país.
La delegación de periodistas hispanos de EEUU que recorrió Israel durante una semana, conoció los secretos del Viejo Jerusalén de la mano de Ricardo Mondel, chileno de nacimiento que escapó de su país como víctima de la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Con un español mezclado con palabras en árabe y hebreo, según con quien sostenga su conversación, Mondel tiene anclada sus raíces en Israel a donde nacieron sus hijos y de donde nadie podría convencerlo de irse.
No tenemos otra casa
Ariel Cohen, de padres argentinos, nació en el Kibutz Mefalsim, asentamiento poblacional desde cuyos límites se divisa la Franja de Gaza. La comunidad está integrada por unos 800 residentes que tienen como filosofía la ayuda mutua.
“Kibutz, significa compartir, comer juntos”, así define Cohen la vida en ese lugar de apariencia apacible, donde los pequeños asisten todos al mismo jardín de infancia y juegan en el mismo parque. Donde hasta el salario se comparte, de manera que todos tengan cubiertas necesidades básicas como alimentación, salud, educación y cuidado de los ancianos.
LEA TAMBIÉN: Israel continuó hoy con las represalias a Siria por el lanzamiento de cohetes
Sin embargo, la proximidad con la beligerante zona de Gaza convierte la seguridad y la defensa en una de las prioridades de los residentes de Mefalsim.
Y si están bajo riesgo constante, por qué elijen un lugar donde el peligro acecha de forma permanente, “porque no tenemos otra casa”, riposta Cohen.
“Mi padre vino de Argentina en 1947 y después de ayudar a rescatar a los sobrevivientes del holocausto judío se afincó en estas tierras. Aquí nací, nunca me he ido, aquí nacieron mis hijos, es nuestra casa, está escrito”.
De manera similar piensa Moshe Reskin, también argentino, quien recuerda cómo durante el verano de 2014 a causa de la escalada militar lanzada desde Gaza, en este Kibutz situado a menos de 2.000 metros de la frontera sólo permanecieron quienes como a él, sus responsabilidades les impedían buscar refugio fuera de la zona.
Reskin, que imparte clases en la escuela de la propia comunidad, describió que el primer Kibutz se fundó en Israel en 1909, en las orillas del lago Galilea. “En estos momentos en el país hay unas 270 de estas comunidades. La nuestra, de inmigrantes judíos procedentes de Suramérica, se dedica a la producción agrícola y también a una pequeña industria que fabrica componentes automotrices”.
Sólo quince segundos
Judith Barhai vive en Sderot, ciudad construida a escasos kilómetro de Gaza. Recuerda que durante la confrontación de 2014, iniciada en junio de ese año con el secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes en Cisjordania, Sderot era impactado a diario con unos 90 misiles.
Misiles lanzados desde Gaza contra Sderot en el verano 214. (I. LAVASTIDA)
No obstante, y aunque está consciente de que tras el sonido de una alarma tiene sólo 15 segundos para llegar al refugio, la idea de residir en otro sitio se le hace imposible. Su misión en Sderot, donde vive hace 15 años, es asistir, a través de una organización benéfica, a quienes se han visto afectados por las secuelas de los bombardeos. “El hecho de tener que cuidarnos los unos a los otros nos une, hay mucha calidez humana, cualquiera te abre las puertas de su casa. Debe ser por eso que en 2005 se fueron unos 10.000 y la proyección en estos momentos apunta a los 40.000 residentes”.
“Mis abuelos escaparon desde Rusia y Polonia hacia Suramérica a principios del siglo XX, cuando llegó la gran población de judíos a Las Américas. A los 10 años me trajeron a Israel y nunca más me he ido porque esta es la tierra de mis antepasados”.
“El peligro lo asumimos como una tormenta de la cual podemos salir y recuperarnos, por eso vivimos aquí. Es nuestro país, no tenemos otro”.
LEA TAMBIÉN: El monstruo Leviathán, la gran promesa de Israel
El lugar donde quiero vivir
Tamara Epelbaum, de 26 años, llegó a Israel procedente de Aventura en el sur de la Florida hace tres años, para estudiar una maestría en diplomacia para la resolución de conflictos. Al terminar se inscribió como voluntaria del Ejército y en estos momentos es la única portavoz hispana de ese cuerpo armado. Aunque su familia toda vive en Miami, su decisión es fundar un hogar y tener sus hijos en esa tierra por la que siente “una conexión inexplicable”.
“Hago la vida normal de cualquier joven, lo más difícil es estar lejos de mis padres, pero ellos saben que estoy feliz y aceptan mi decisión”.
Aunque rechazó dar cifras exactas, la teniente reveló que en el Ejército de Israel hay oficiales procedentes de países como Costa Rica, Brasil, México y Argentina, entre otros, “cada uno contribuye con lo que sabe para ayudar a la seguridad, es parte de la cultura de quienes escogemos esta tierra como nuestro hogar”.
El sabor latino
Y porque como todo emigrante, los latinos también viajan a través del mundo con sus costumbres y sabores, Tal Dubitsky de origen venezolano, después de haber crecido en la nación sudamericana, retornó a Israel hace 8 años y se estableció con un puesto de arepas en el Mercado Carmel, en el centro de Tel Aviv.
“Soy venezolano”, dice con un acento inconfundible, mientras cocina sus arepas, acompañado de su socio israelí, junto al que gracias a la aceptación de su oferta, planea abrir un restaurante “para ampliar la variedad de otros platos típicos”.
En medio de la diversidad religiosa y cultural de los más de 8 millones de israelíes, el rostro latino de ese país constituye cada vez un rasgo más notable y prominente.
Tal Dubitski. (I. LAVASTIDA)