“A través de crónicas, textos de ficción y ensayos personales un grupo de autores que vive en los Estados Unidos reflexiona sobre Cuba, un país tan complejo como fascinante”, explica la nota editorial. Y añade que se trata de “un libro único en su tipo, es una aguda observación del entorno social y de los efectos de la Revolución sobre el poder y la cultura de la isla. Honesta y reveladora, esta antología entrelaza momentos históricos con lo íntimo, una experiencia estimulante para el lector contemporáneo”.
En efecto, este libro llega en el momento ideal para ensayar sobre un país del que se ha hablado y se dice mucho, pero no todas las veces bien.
De ahí que adquiera aún más valor la empresa de curar este compendio caleidoscópico donde se construye una isla desde el recuerdo, pero también gracias a la imaginación y a una empatía cultural con Cuba, que se percibe sobre todo en las relaciones directas de puertorriqueños, mexicanos, chilenos, venezolanos, peruanos o argentinos.
20 nombres conforman la antología: Pablo Brescia, Raquel Abend van Dalen, Pedro Medina León, Fernando Olszanski, Alba Lara Granero, Oswaldo Estrada, Camilo Pino, Anjanette Delgado, Luis Alejandro Ordóñez, Juan Carlos Pérez-Duthie, Xalbador García, María Mínguez Arias, Antonio Díaz Oliva, Melanie Márquez Adams, Gastón Virkel, Keila Vall de la Ville, Ulises Gonzáles, Vera, Gisela Heffes, y Gabriel Goldberg.
El editor y autor Hernán Vera Álvarez reúne voces de calidad en torno a un cuerpo tan extraño como puede ser Cuba, convencido de que “la mirada ajena sobre la cultura propia sigue pareciéndome interesante”. En este asombro del forastero radica, a mi modo de ver, el mayor acierto de Vera como editor, en un empeño aglutinador que recorre el libro de 303 páginas.
La lectura de Enviado Especial resulta muy atractiva para un lector cubano. Y no solo porque a veces no vemos bien lo que está tan cerca, sino porque hay detalles donde estos autores fijan la vista sin la contaminación o el tedio narrativo con que un cubano podría describirlo. Pienso en asuntos tan comunes como limpiarse con el periódico Granma tras ir al baño porque el papel higiénico es inalcanzable para un bolsillo normal.
Y aquí quiero resaltar las casi palpables descripciones de Pablo Brescia, Juan Carlos Pérez-Duthie y Pedro Medina en sus crónicas tras visitar Cuba. En el cuento-conteo regresivo La cuenta de Cuba, Brescia se ubica en lo que llama el “sitio de la utopía latinoamericana más significativa del siglo XX”, y presenta estampas de La Habana en 1999, bajo la sombra del Periodo Especial.
Con su texto El especial del día, Pérez-Duthie también viaja a “esa Cuba de los 90”, donde “las distopías de la literatura no eran ficción”, y desarma el mito grandilocuente de igualdad social, salud y educación gratuitas. Lo hace con tres ejemplos que encontró en las calles de la isla. Simples pero contundentes.
Por su parte, Habana de la amargura, de Medina, ocurre en un 2008 donde las penurias de la década anterior persisten en la continuidad del hastío. Aturdido por consignas y entre códigos de subsistencia del cubano de a pie, el autor recorre los caminos del absurdo cotidiano, e incluso experimenta, en cierta medida, lo que se siente cuando el régimen te roba las imágenes de la memoria.
“Ningún otro pueblo en nuestra región ha sido tan despojado de su historia y su voz como Cuba desde aquel mítico 1º de enero de 1959”, escribe Xalbador García en su ensayo Las voces de Cuba, que viene a resumir, al centro del libro, la línea de la antología. Asimismo, es muy preciso al describir “las postales del lugar común”, que identifica como los textos que escriben quienes visitan Cuba por unos días y apenas perciben un soplo de superficialidad tropical, pero no una esencia.
El texto de Gabriel Goldberg, que cierra la antología con un paralelismo entre su carrera y la biografía del director de fotografía Néstor Almendros, es un magistral acercamiento a los resortes de la censura castrista recién instaurada, desde los cuadrados lineamientos del cine en la isla en los años 60, pasando por el documental P.M. (Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez-Leal), hasta las Palabras a los intelectuales, de Castro. Pero es, sobre todo, una apología al triunfo de la voluntad creativa sobre el sinsentido.
La presentación es en el Koubek Center del Miami Dade College el jueves 14 de abril. Algunos de los autores estarán en el evento organizado por la Feria del Libro, como Anjanette Delgado, Camilo Pino y Gastón Virkel, además del editor de la antología, Hernán Vera Álvarez.
Más sobre Hernán Vera Álvarez
A veces simplemente Vera. Nació en Buenos Aires en 1977. Es escritor, dibujante y editor. Realizó estudios de literatura en FIU (Florida International University) donde actualmente trabaja como profesor. Desde hace años imparte talleres de escritura creativa en distintas instituciones, entre ellas, el Koubek Center del Miami Dade College. Ha publicado los libros de poemas La vida enferma (2021) y Los románticos eléctricos (2020), la novela La librería del mal salvaje (2018) —Florida Book Awards—, dos de relatos, Grand Nocturno (2016) y Una extraña felicidad (llamada América) (2012), y el de cómics ¡La gente no puede vivir sin problemas! (2000). Es editor de las antologías Vacaciones sin hotel, Don´t cry for me, América (2020) —Latino International Book Awards—, Escritorxs Salvajes (2019), Miami (Un)plugged (2016) y Viaje One Way (2014). Muchos de sus textos han aparecido en The New York Times, The Hong Kong Review, Latin American Literature Today, Hostos Review (CUNY), El Nuevo Herald, Meansheets, Nueva York Poetry Review, Loft Magazine, El Sentinel, La Nación y Clarín. Vivió ocho años como un ilegal en los Estados Unidos donde trabajó en un astillero, en la cocina de un cabaret, en algunas discotecas y en la construcción.
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