miércoles 5  de  noviembre 2025
ARTES VISUALES

Alina Sardiñas:" Estoy fotografiando todo, como si pudiera meter La Habana completa en mi cámara"

La artista, para quien la fotografía es su escenario natural, vive en un mundo que ha creado a su imagen y semejanza

Por Michel Hernández

La Habana.- Podríamos decir que Alina Sardiñas es una fotógrafa que vive entre dos mundos, pero estaríamos faltando a la verdad. La Habana y Madrid son dos ciudades de paso en su vida, aunque en algún momento dentro de una de ellas deba tomar la decisión definitiva para anclar el proceso de la existencia cotidiana.

En verdad Alina vive en un mundo que ha creado a su imagen y semejanza. La fotografía es para ella su escenario natural. Es el país que ha construido dentro de otro país. Una es la nación de la belleza o la nostalgia donde pone a salvo lo que encuentra cada vez que sale al otro escenario, a ese país donde fotografía a los niños jugando a orillas del mar, a los edificios derruidos en su abandono, en su tristeza, a los cubanos observando el vacío con la mirada honda y expectante.

Alina a veces sale a las calles con el desenfreno de un artista que sabe que cada foto puede ser la última. Quiere guardar en su cámara una ciudad ante la posibilidad de que la ciudad, tal y como la conozca, vaya desapareciendo o antes que la vida la lleve, definitivamente, a otra geografía.

La fotógrafa, que ha trabajado para diversos medios de comunicación durante su carrera, presentó en noviembre, en la galería Luz y Oficios, en La Habana, otro de sus proyectos más ambiciosos: una exposición con fotos de 35 exponentes de la escena cubana del rock cubano, del underground nacional.

Tras la exposición se marchó en un viaje hacia lo profundo de Cuba para seguir inmortalizando a cubanos que han hecho del rock y el metal su filosofía de vida, su escudo para enfrentarse a una sociedad que durante décadas mostró el rostro del rechazo a estas personas que se apartaban de los moldes establecidos y monolíticos de los discursos oficiales. Con esta exposición Alina no solo hizo justicia a la escena del rock cubano, sino también a la persona que es, una mujer que encontró desde adolescente en el rock una puerta hacia tan universos tan creativos como convulsos que delinearon los perfiles de su sensibilidad.

“La noche de la inauguración de “Light my Fire” lloré en mi casa y los días que vinieron después estuve muy emocional. Cuando el público y los fotografiados pusieron sus ojos sobre las imágenes este trabajo tomó otra dimensión que ni yo misma había calculado, me di cuenta de que había hecho algo que iba por encima de mi estatura y sentí el peso y la responsabilidad de haber hecho algo por los demás así que me fui al oriente del país a continuar este ensayo sobre los frikis cubanos de mi generación, tal como me lo había propuesto antes de que una pandemia y un reordenamiento me hicieran posponerlo, cuenta a este redactor Alina en un pequeño café de La Habana, para comenzar una entrevista en la que repasó su carrera y aseguró que le gustaría llevar esta exposición a La Florida.

- ¿Cuándo fue que descubriste que la fotografía era el camino?

En otras entrevistas he contado el momento gracias al cual supe que quería hacer fotografías, ese instante que me reveló que había otra manera de mirar y que era posible convertir lo bello de un momento efímero en infinitud. Pero de caminos yo nunca he sabido. Ahora puedo decir a mis casi 55 años que he recorrido un largo trecho con la cámara, que me ha acompañado en el camino, pero ese camino no fue trazado de antemano. He transitado sin derrotero.

- ¿Por qué has decidido mantenerte en la periferia, digamos, del mainstream de la fotografía cubana?

No me gustan las luces sobre mí, me genera ansiedad, soy tímida para moverme en esos escenarios Además los conozco y no me gustan. Aprecio la libertad de salir a la calle a hacer las fotos que quiera, armar mis proyectos tomarme el tiempo que necesite y luego darle a mis fotos el destino que prefiera. Me gusta mantenerme en esa marginalidad y que mi relación con ese mundo sea intermitente y no orgánica.

- ¿Qué significa para ti La Habana?

He sido incondicional a esta ciudad. El escenario de mis fotografías, mi primera lealtad cuando siendo muy joven no pude estar lejos y regresé a un país en opción cero, buscando el mar, las calles del Vedado, los bancos bajo los enormes árboles. Las almendras regadas por las aceras. Si nos pudiéramos asomar dentro de las personas créeme, en mí se verían calles del Vedado y el mar.

- ¿Por qué siempre has buscado la expresión de los niños en contraste con la desvencijada imagen de La Habana?

La fotografía me abarca porque me expresa como persona, las fotos que hago son mis pensamientos y mis opiniones por tanto en cada imagen está mi identidad. Cuando yo hago fotos a los niños me siento cómoda y feliz porque en mí hay algo lúdico, es uno de los rasgos de mi personalidad. Cuando yo me miro desde fuera haciendo fotos a niños lo que yo veo es una mujer que está compartiendo un juego. Por otra parte, la relación de los niños con la ciudad es similar a la que mantengo yo. Ellos necesitan de la ciudad, yo también. Ellos no le temen a la ciudad, yo tampoco.

- ¿Qué significa para ti hacer fotografía en Cuba en este momento?

Desde hace unos meses estoy fotografiando todo, como si pudiera meter La Habana completa en mi cámara, por si me voy. Hago fotos a las flores, a los parques a las raíces de los árboles; absolutamente a todo lo que se cruza en el camino. Cada poro de esta ciudad lo convierto en una imagen liviana pero que tiene todo el peso de mi amor por Cuba. Siempre he hecho fotos para contar nuestro país como lo veo, lo disfruto, lo sufro y lo comprendo, pero ahora siento que me despido incluso, aunque no me vaya. Por otra parte el espanto de ver cómo se derrumba...y es que se está desplomando.

- ¿Y el mar, cómo vinculas tu personalidad y tu obra al mar teniendo en cuenta que con cierta frecuencia vas al arrecife digamos a meditar o a hacer fotos?

Mientras nos movemos en la certeza de nuestros pies sobre la tierra, a nuestro lado ocurre el mar, esa masa inconmensurable en constante movimiento que no deja de asombrarme y para la que los ojos no son suficientes. Bajo ese bellísimo manto azul hay un mundo desconocido que desciende hasta lo abisal donde no llega la luz por tanto tampoco nosotros. Tengo siempre presente esa consciencia con respecto al mar, de que convivimos con lo desconocido y apenas unas rocas o la línea de arena o un muro nos separa de él. Eso me atrae tanto.

El mar me ha acompañado desde niña. Mis recuerdos felices de infancia son en la playa con toda la familia, mi primer beso en la adolescencia fue en el mar.… Por supuesto, también hay en el mar un significado trágico. Hay hijos, padres, hermanos, amigos que han perdido la vida buscando la libertad y han terminado siendo pasto para los peces muchas veces. Cuando estoy en la costa coincido con una mujer que perdió a su hijo y a su nieto en una travesía hacia los Estados Unidos. Ella lanza flores al mar.

Las veces que he estado fuera de Cuba el mar ha sido una ausencia importante, como lo es para muchos cubanos que se han tenido que ir. Las personas que nacimos en una isla estamos vinculados indefectiblemente al mar. Desde hace unos meses estoy trabajando en una serie de fotos hechas desde el mar. Yo voy casi todos los días, pero no sé si reflexiono. Cuando estoy frente al mar pienso, sobre todo, en el mar.

- ¿Cómo te definirías ante las personas que no te conocen o que no han visto una fotografía tuya ¿Quién es Alina realmente?

Una persona común, llena de altibajos, miedos y valentías. Echo raíces donde hay cariño y todavía a mis casi 55 años bailo delante del espejo cuando estoy feliz. Tal vez me falte madurar.

Viviste siendo muy joven unos años 90 en Cuba con una escena musical y cultural muy vasta, extremadamente creativa y de pronto has desembocado en un país que quizá no tenga nada que ver con aquel momento, o quizá sí. ¿Cómo ha influido en tu personalidad ese transcurso del tiempo?

De esa Cuba de los 90 no me perdí nada. Lo mismo estaba en un concierto de Paisaje con río, que en un ciclo de buen cine en el Chaplin que en el malecón cantando canciones de Carlos Varela o Santiago Feliú y hablando de poesía. Aprendí tanto, amé tanto. Tampoco hay que olvidar el rostro depauperado del período especial, ahí empecé a perder amigos y también se fue mi hermana. Vi y viví cosas muy duras, a todos nos pasó. De cualquier manera y volviendo a tu pregunta, cuando yo me busco es a esa Alina a la que encuentro y esa Alina que hoy mira esta nadería, el vacío que es este país, es una persona que mira desde la riqueza de los años noventa. Sinceramente, da vértigo.

- ¿Cómo es la Alina madre teniendo en cuenta que quizás las personas no te ubiquen en ese rol con tu espíritu aventurero, hippie?

A mis 33 años nació Sabina, su nombre viene de un personaje de una novela de Kundera “La insoportable levedad del ser” y por parte de su papá por La Sabina, un árbol muy fuerte. Me entregué a la maternidad como casi todas las madres, no hay un pedacito de mí que no sea de amor para ella. Yo soy en primer lugar la madre de Sabina. Hemos crecido juntos, ella y nosotros con ella y gracias a ella. La hemos respetado desde que dormía en mi líquido amniótico y esa ha sido la norma, el respeto hacia ella. Sin falsas modestias creo que lo hemos hecho muy bien y estamos muy orgullosos de la persona que ella es. Nuestra relación está llena de alegría, comunicación y libertad. Estar lejos es duro pero ver todo lo que hace por ella misma, ver su crecimiento tanto personal como intelectual es tan gratificante. A veces me duele bastante y siento rabia de las raíces que a fuerza ella ha tenido que arrancar. No fue fácil para ella trasplantarse

- ¿Cómo ha sido el vínculo con tu hija, bajo qué preceptos has tratado que ella crezca y qué significa para ti la lejanía porque estás en La Habana y ella en Madrid? ¿Crees que llegue el momento definitivo de abandonar la ciudad y abandonar a la Alina que crea en la ciudad?

Sinceramente no sé cómo abandonar a la Alina que crea en la ciudad, pero estar lejos de Sabina es duro. Por otra parte, ella no querría perder a esa Alina que crea en la ciudad.

- ¿Has pensado presentar tus obras en Estados Unidos, me parece que hay ahí un público muy potente para esta exposición relacionada con el rock & roll? ¿Crees que en Miami sobre todo haya un público natural para tu trabajo?

Sí, me gustaría mucho llevar esta exposición a USA. Imaginar las fotos de estos rockeros cubanos expuestas en una galería en el país donde nació el rock&roll. Imaginar por ejemplo la foto de Juan Carlos “el Blackmore” con su cuarto lleno de posters de Elvis donde además en una metafórica tumba descansa el Rey del rock. Sería como poner un espejo en cada orilla, hermoso sin duda. Y en Miami, sí, imagino que sí. Un amigo me habló de una galería que la lleva un rocker cubano pero no he indagado demasiado.

- ¿Qué significa para ti España ya que has vivido tanto tiempo allá , y siempre vas y regresas a La Habana?

España siempre ha estado cerca, desde niña. Luego la vida me llevó allá y terminé casada con un español al que embarqué en un viaje a Cuba que ya dura más de veinte años. España es en estos momentos una extensión de nuestra calle. Tengo más amigos allá que aquí y en Madrid vive hace ya cuatro años la persona más importante de mi vida, mi hija.

Creo que los cubanos tenemos más puntos de encuentro con España que con otros países de nuestro propio continente.

- ¿Qué es lo que no harías nunca en la fotografía y la vida?

Humillar.

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