MIAMI.- BEATRIZ E. MENDOZA
MIAMI.- El escritor de humor editorial y caricaturista recopila sus mejores columnas sobre el amor
MIAMI.- BEATRIZ E. MENDOZA
El periodista y caricaturista colombiano radicado en Estados Unidos Armando Caicedo presenta hoy, a las 7 p.m. en la sala Catarsis del teatro Trail, su libro ¿A qué huele el humor? “Llevo 15 años viviendo del amor, bueno del humor, del amor también”, aclaró al enredarse con sus propias palabras. Y es que su esposa Catalina Martínez es la editora del libro.
“Es un libro que recoge 50 historias y nacen de una selección de más de mil columnas que he escrito con tono de humor, seleccioné aquellas que tuvieran una relación con el amor”, afirmó en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS.
“Hay un principio en que me inspiré, de un filósofo muy importante, no es griego, es estadounidense. Woody Allen dice ‘el sexo es lo más divertido que uno puede hacer sin reírse’. Es humor sobre el amor”, dijo al describir su libro.
Aseguró que desde el 4 de julio de 2000 empezó a trabajar en estas columnas: “Llevo 15 años escribiendo sólo humor. Mis columnas fueron distribuidas por United Media y Efe, hasta el día en que declaramos la independencia y desde ese momento trabajamos más y ganamos menos”.
La reinvención de Caicedo
Antes de dedicarse a reírse de la vida, Caicedo era un destacado publicista, periodista y profesor universitario. “A las personas las cambian las grandes conmociones, yo era un ciudadano número uno en Colombia y cuando llegue aquí en 24 horas había descendido, como en los tiempos de George W. Bush cuando bajó la economía. Al siguiente día, además de depresión tenía recesión, recesión económica y depresión nerviosa. En ese momento no sabía qué hacer, estaba viviendo en Washington y me di cuenta de que el único nicho en el periodismo que no estaba ocupado era el de la sátira política y me trepe ahí”.
Es autor de las novelas Viva el Obispo ¡Carajo!, Abril nace en enero y Concierto para delinquir, todas de tono humorístico. “Le pasa a uno como a Pavarotti, que en un restaurante pidiendo una orden de caneloni lo haría con un aria, gritaría con ese vozarrón que tenía. Cuando uno adquiere un tono, no puede salir de él. Me cuesta una dificultad enorme escribir serio. Me pasa más o menos lo mismo que en una famosísima carta de Churchill que le decía a un amigo: ‘Perdóname por haberte escrito esta carta de cinco páginas pero es que no tuve tiempo para hacer una más corta’”.
Y concluyó diciendo: “Cuando a un mandatario se le acaba el sentido del humor en ese momento perdió contacto con la gente común y corriente, porque el sentido del humor es agresivo y, sin embargo, uno sale medio indemne en ese proceso. Es una suerte de efervescente que le ayuda a la humanidad a digerir una gran cantidad de porquerías que nos tenemos que tragar a diario”.