miércoles 22  de  marzo 2023
Letras

"El dedo mágico", un clásico para niños del maestro Roald Dahl

El libro de Roald Dahl, creador de los "Los Gremlins", "Matilda" y "Charlie y la fábrica de chocolate", es una lección sobre el respeto a los animales

Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO

MIAMI— Hay libros que merecen ocupar los mejores puestos en los estantes del hogar. En el caso de la literatura infantil y juvenil, un nombre que no puede faltar en la lista de imprescindibles es Roald Dahl. Su libro, El dedo mágico, es un buen punto para comenzar a adentrarse en el imaginario del creador.

La vida de Roald Dahl fue tan interesante como cualquiera de sus historias. El escritor inglés, que también fue piloto en la Segunda Guerra Mundial, inventó una válvula especial para tratar la hidrocefalia de su hijo, lo que fue considerado un avance para la neurocirugía y aún se encuentra en uso. Ávido fotógrafo, historiador del chocolate y escritor incansable, dijo alguna vez: “El que no cree en la magia nunca la encontrará”.

Entre sus numerosos libros, tanto para los más pequeños como para adultos, se encuentran Las brujas, Agu Trot, El gran gigante bonachón, Volando solo, Charlie y el gran ascensor de cristal, Relatos de lo inesperado, e Historias extraordinarias. Vale mencionar sus relatos para aviadores, muchos de ellos inspirados por las vivencias durante su trabajo para la compañía Shell en África Oriental, y más tarde como oficial de la RAF (Royal Air Force), también en el continente africano.

Patos que cocinan y hombres que vuelan… como patos

El dedo mágico, publicado por Penguin Random House y parte de la Colección Alfaguara Clásicos, es una bella edición con ilustraciones de Quentin Blake, sobre las que no parece pasar el tiempo. Como reflejo de la personalidad generosa y humanista que caracterizó al escritor en vida, el 10% de los derechos de autor de la venta del libro se dona a las diversas organizaciones benéficas de Roald Dahl. Por ejemplo, una de esas entidades, “La maravillosa obra benéfica para niños de Roald Dahl”, tiene como misión “proporcionar enfermeras especializadas y apoyo a los niños gravemente enfermos que viven con condiciones complejas de por vida”.

Como explica la nota editorial, El dedo mágico “es la historia de una niña de ocho años con un poder muy especial: cada vez que se enfada” ante una injusticia, “su dedo lanza castigos sorprendentes”, cuya naturaleza no controla. Por ejemplo, puede transformar a las personas en animales, como es el caso de sus vecinos, los Gregg, que aunque “son sus amigos, a ella no le gusta nada que sean cazadores. Así que un día, cuando los ve regresar de una cacería se siente enfurecer, apunta con su dedo a los vecinos y todos, desde los dos hermanos, hasta el padre y la madre, se ven transformados en patos. Y como patos, deberán construir un nido, alimentarse en la naturaleza, renunciar a su hogar, e incluso escapar de otros cazadores que desean dispararles.

¿Cómo será vivir como esos animales? A su vez, una familia de patos a los que los Gregg intentaron cazar, empiezan a vivir en la casa de los cazadores y a comportarse como ellos.

La historia, en alrededor de 60 páginas, muestra un juego de inversión de papeles muy divertido y pedagógico. El hecho de que los patos adopten, gracias a la magia, las rutinas de los hombres que alguna vez les dispararon por puro entretenimiento, lleva al niño lector a reflexionar lo que es ponerse en los zapatos de los otros y la importancia del respeto a la vida. El libro ofrece de esta forma un ejercicio de empatía que viene con numerosas situaciones graciosas y un mensaje de peso detrás de sus líneas, pero suavizado con la sencillez y la maestría en el lenguaje que caracterizó al autor.

Dahl, con más de 200 millones de libros vendidos en el mundo, presenta, a través de sus obras, universos de posibilidades en los que la imaginación crea mundos extraordinarios, a la vez que verosímiles.

Más sobre el autor

Roald Dahl (1916–1990) nació en Llandaff, Gales del Sur, y asistió a la Escuela Repton en Inglaterra. Sus padres eran noruegos, por lo que las vacaciones las pasaba en Noruega. Aventurero por naturaleza, rechazó la idea de ir a la universidad a favor de un trabajo que lo llevaría a “un maravilloso lugar lejano”. En 1933 se unió a la Shell Company, que lo envió a Mombasa en África Oriental.

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en 1939, se convirtió en piloto de combate y en 1942 fue nombrado agregado aéreo adjunto en Washington, donde comenzó a escribir cuentos.

Su primer gran éxito como escritor para niños fue en 1964. A partir de entonces, sus libros infantiles le proporcionaron una creciente popularidad y, a su muerte, niños y lectores que habían crecido con sus libros lloraron en todo el mundo, especialmente en Gran Bretaña, donde nació y vivió durante muchos años.

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