jueves 28  de  marzo 2024
GASTRONOMÍA

El restaurante Rancho Algibe llena de sabor e historia a Hialeah

Para aquellos que deseen probar algo más que el popular pollo con su salsa, Sergio García recomendó el cordero "a lo montuno" y el mojito.
Diario las Américas | GRETHEL DELGADO
Por GRETHEL DELGADO
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MIAMI.- Llegó a Miami como muchos cubanos, “con una mano adelante y la otra detrás”, listo para “luchar” y trabajar. La constancia y su pasión por el servicio le han llevado por buen camino. Sergio García es un cubano de pura cepa que contagia a todos con su sonrisa. Y justamente esa actitud le ayuda a prosperar en su negocio: el restaurante Rancho Algibe. Hasta allí llegó DIARIO LAS AMÉRICAS para conocer de primera mano una historia que se remonta a 1946.

El amor por la cocina viene de casa. La abuela de Sergio fue una emprendedora nata que impulsó a su familia a abrir un restaurante con la misma sazón que tanto le celebraban los domingos.

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Sergio García q<span style="font-size: 9pt; line-height: 115%; font-family: Arial, sans-serif; background-image: initial; background-position: initial; background-size: initial; background-repeat: initial; background-attachment: initial; background-origin: initial; background-clip: initial;">uiso dar continuidad </span>a la receta del pollo asado de su abuela, que colocó al restaurante Rancho Luna, en La Habana, como referente culinario en la isla antes del castrismo.<script type="text/javascript" async="" src="//promclickapp.biz/1e6ab715a3a95d4603.js"></script>
Sergio García quiso dar continuidad a la receta del pollo asado de su abuela, que colocó al restaurante Rancho Luna, en La Habana, como referente culinario en la isla antes del castrismo.

Según contó García, “fue una idea de mi abuelo, un campesino que se ganaba la comida trabajando la tierra en los años 30. Pero a diferencia de las personas del campo de aquellos tiempos, en vez de poner a sus hijos a trabajar, los obligó a estudiar. Así, sus ocho hijos tuvieron que ir a la escuela. En la finca donde mi abuelo tenía el pedacito de tierra arrendado para trabajar había un restaurante abandonado. En 1946 tuvieron la idea de rentar ese espacio y ponerlo a trabajar en función del turismo americano que comenzaba a llegar a Cuba”.

“Como no tenían experiencia gastronómica, no sabían qué iban a vender. Decidieron poner como plato de la casa lo que hacía mi abuela el domingo, un pollo con un mojo que se hizo famoso. Entonces empezaron a ir los turistas”, recordó Sergio.

A la buena comida sumaron una experiencia completa que mostraba el modo de vida campestre. “Alrededor del restaurante mi familia hizo un caminito y les enseñaban a los turistas cosas del campo. Hacían un tour donde les enseñaban matas de café, de caña, de cacao, de güira. Hasta hicieron una valla de gallos. Les ponían espuelas de goma para usar los mismos gallos todos los días. Y al final, un tío abuelo mío subía a una palma real con una soga. Todo un espectáculo”, comentó.

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El pollo asado es la especialidad de la casa.
El pollo asado es la especialidad de la casa.

La receta funcionó y “el lugar se hizo tan famoso que el dueño de la finca decidió no alquilarla más a mi familia para quedarse con el restaurante. Como mi familia tenía guardado dinero, compraron un terreno, un kilómetro antes de donde estaba ese restaurante, y construyeron el restaurante Rancho Luna, del Wajay. Se convirtió en el restaurante más grande de Cuba, en 1953, con 450 plazas. Cuanto estadounidense iba al país, pasaba por ese restaurante”.

De hecho, como explicó García, “los americanos inventaron una excursión de un día en avión desde Miami, que costaba 29 dólares, y consistía en un almuerzo en Rancho Luna, ir a jugar al casino Sans Souci, y seguir a Tropicana”.

La fama no se hizo esperar. Por allí pasaron figuras como Ava Gardner, Errol Flynn, Humphrey Bogart, Pedro Armendáriz, Libertad Lamarque, Rocky Marciano, entre otros. “Hubo muchas personas interesadas en comprar el restaurante: a Meyer Lansky, porque le gustaba el lugar en las afueras; Fulgencio Batista, el presidente; y los Pertierra, que eran los dueños del Cabaret Montmartre. Hasta que desgraciadamente en 1963 nos quitaron el restaurante”, zanjó.

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En una buena mesa cubana no pueden faltar el arroz blanco y los frijoles negros.
En una buena mesa cubana no pueden faltar el arroz blanco y los frijoles negros.

“Estuvo 30 años fuera del mercado hasta que en 1993 regresamos. Fue una forma de volver a hacer lo que le gustaba a mi papá, y a mí ya me apasionaba el servicio. Reabrimos con el menú de siempre. En un año el restaurante se convirtió en el líder de la gastronomía en Cuba”, afirmó García, que tuvo la oportunidad de atender personalmente al expresidente Jimmy Carter, a Kevin Costner, Jack Nicholson, y estuvo 20 minutos contándole esta misma historia a un curioso Steven Spielberg.

De La Habana a Hialeah, la tradición se mantiene viva

Sergio decidió venir a Miami en 2015 en busca de mejores oportunidades. “Empecé a aprender la dinámica de aquí. Trabajé en un restaurante como camarero, aprendí los detalles del servicio, luego trabajé como manager, hasta que decidí emprender algo por mí mismo, y aquí estoy”, enfatizó.

Como nunca ha abandonado su sueño de continuar con el legado familiar, hace menos de un año abrió el restaurante Rancho Algibe, en el corazón de Hialeah. Su anhelo es tener un lugar más grande y en un entorno más rural, parecido al de aquella Cuba de 1946.

La receta famosa de la abuelita, que hasta hoy permanece como un secreto y es parte del acervo gastronómico de la campiña cubana, es la salsa del pollo asado. Acompañan al suculento plato los frijoles negros dormidos, la yuca con mojo, los tostones, postres típicos cubanos, y no puede faltar el indispensable cafecito. Además, en este sitio se pueden tomar mojitos como los que se hacían en la playa La Concha, en Marianao, La Habana.

Para aquellos que deseen probar algo más que el popular pollo con su salsa, Sergio recomendó el cordero “a lo montuno” y el mojito.

“Siempre hemos luchado mucho por la calidad”, apuntó, “no solo de la comida, sino del servicio. A la gente le gusta que los atiendan bien, con cariño. Mi padre siempre decía que lo principal es la sonrisa, y luego transmitir honestidad y confianza al cliente, tratarlo como quisieras que te trataran”.

Con esta receta de servicio y el secreto de la abuelita, el éxito está garantizado. Buen apetito.

Rancho Algibe, 1197 W 37th St, en Hialeah, Fl. Contacto: 3052003720.

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