Hace ocho años, a los 71, después de haber ganado reverencias por su maestría en la pintura, el artista británico del pop David Hockney empezó a pintar en su iPhone y en su iPad. Usaba la aplicación Brushes, se daba gusto combinando colores con los dedos sobre la pantalla, y luego les mandaba las imágenes terminadas a sus amigos. Hasta que empezó a imprimirlas y a exponerlas junto con sus lienzos.
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Emma Artiles no viene de la pintura; viene de la literatura infantil y de la poesía. Su género preferido es el álbum ilustrado, lo cual delata que a su pasión por el texto se une un celo por la ilustración que lo acompaña. De un tiempo a esta parte, los mismos magos prácticos de Silicon Valley que pusieron en manos de Hockney la técnica de una pintura digital –nunca mejor dicho-- le han dado a Artiles una herramienta con la que ella empezó a jugar primero, a experimentar después, y ahora a apasionarse, como no le ocurría desde que descubrió que escribir cuentos infantiles tenía todo el sentido del mundo.
Por amigos que venían siguiendo las imágenes en Facebook surgió la idea de imprimirlos y montarlos. Ahora también ella lo hace, y si hay más de un interesado o interesada en una obra, procede como lo haría un artista con sus serigrafías: edición limitada.
Cuesta trabajo emparentar estas creaciones digitales con una disciplina específica. Desde luego, están más cerca de la ilustración y de la gráfica que de la pintura. A veces se asoma incluso la caricatura, como en A la salida nos vemos. A Joan Miró le habrían gustado estas piezas, me dice hoy un pintor que admiro y respeto mucho. Lo primero que esa opinión revela es que el uso de colores intensos, más en abstracciones que en figuraciones, demanda casi tanta audacia como ingenuidad. Y Artiles no los escatima.
Precisamente porque está experimentando con una técnica que nunca va a tener mejor academia que la calle --la casa y la oficina y el parque y cualquier lugar donde un amante del dibujo y la pintura dé rienda suelta a la imaginación con su smartphone, su tablet o su laptop--, en muchos casos la intuición parece estar empezando a decirle que mientras más al grano, mejor. Si bien Artiles debe tener cuidado para no dejarse arrastrar por lo decorativo, se nota que empieza a zafarse la camisa de fuerza impuesta por el software con una búsqueda más ambiciosa del equilibrio. La síntesis, incluso cuando hay profusión de elementos, ya contrasta con la desmesura.
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El rastro de la ilustración para literatura infantil que la anima en El Otro Paraíso y Las rondas no son buenas comienza a cuajar en temas y soluciones más heterogéneas, sospecho que por culpa de la pasión con que trabaja, de las sorpresas que se lleva mientras lo hace y del nuevo y desconocido rumbo en que está aventurándose.
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"Soy tan hermoso que a veces me creo gato".
CORTESÍA
De todas formas, aunque lo espontáneo y lo ingenuo emergen por la ausencia de una formación académica en la pintura, salen también porque Artiles no ha perdido el impulso de la autora de relatos infantiles que, siempre dispuesta a dejarse asombrar, tropezó con su alfombra mágica.
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"Parábola del viaje".
CORTESÍA
Para ver más de la obra: Obrapia Fine Arts, 1648 SW Calle Ocho, Miami. Facebook/Emma Artiles, [email protected], (305) 975 4791.