Festival de teatro hispano arranca con obra de Costa Rica

Sin dudas los aportes de Costa Rica al Festival de Miami siempre han dejado una agradable huella, con propuestas como La historia de Ixquic (1993) y Culopatía de Estado (1999), ambas de la agrupación Teatro Quetzal, entre otras. La nueva visita, con La isla de los hombres solos consolida esa presencia, con un texto que se ajusta bien para abrir un festival de teatro.

La obra presenta la vida de un grupo de presidiarios en la cárcel de la Isla San Lucas, en el Pacífico, a 8 kilómetros de la costa de Puntarenas, en Costa Rica, donde los reclusos eran maltratados y obligados a trabajar largas jornadas. Todo el texto gira alrededor de ese sórdido mundo “donde están los hombres perdidos del mundo”, expresa uno de los actores.

El texto dramatúrgicamente está elaborado de una manera coreográfica, lo que le imprime a la puesta movimientos repetitivos que sirven para indicar el paso del tiempo, como los cánticos, el manejo de las piedras que son forzados a cargar y las golpizas. Esto hace parecer la obra más larga de lo que realmente es, pero en ningún momento entorpece la secuencia narrativa y el interés del público.

Escénicamente la narración la lleva Jacinto, el preso 1713, acusado de matar a un custodio durante un robo a la iglesia de la Virgen de los Ángeles y de apropiarse de las joyas de la patrona de Costa Rica. De los otros reclusos apenas se resaltan sus delitos, al igual del mundo de los carceleros, hombres despiadados pero de alguna manera también encerrados en la Isla.

Lo que le imprime una mayor intensidad a La isla de los hombres solos, es que está basada en hechos reales. El autor de la novela, José León Sánchez fue acusado del millonario robo, condenado y estuvo encarcelado durante 30 años en esa cárcel. Quizás eso explique la narrativa a través de Jacinto, personaje que desarrolla con fuerza Manuel Martín Alvarado, seguido de Cristino, también identificado como el preso 1713, a modo de que todos somos iguales, y que interpreta el actor Pablo Morales Martínez.

Vale destacar que León Sánchez, aprendió a escribir en prisión y logró sacar un cuento que ganó un premio en un concurso. Una experiencia que lo conecta con la del escritor español radicado en Cuba, Carlos Montenegro (1900-1981).

Los otros reos, interpretados por Carlos “Key” Villalobos y Erik Córdoba, se integran perfectamente a sus otros compañeros para mantener un nivel escénico esencial y lograr el ritmo ascendente del espectáculo. El elenco se completa con los cuatro actores que asumen los personajes de los carceleros, destacando Rodrigo Durán Valverde, en su función de guarda, turista y funcionario del gobierno.

La isla de los hombres solos, y abandonados a su suerte, la sella una revuelta, una fuga con un saldo de muchos muertos y heridos, pero también la intervención del gobierno para acabar con el penal. Uno de los actores sentencia: “prefiero las pesadillas porque sé qué hacer con ellas”.

Una pieza está concebida teatralmente de manera muy sencilla, apenas un círculo en el piso, altos paneles donde se proyectaban multimedia, y la fuerza interpretativa de unos actores que más con el lenguaje corporal, que con las palabras, tejían la historia de esta obra.

En su conjunto un trabajo de dirección muy logrado y un buen comienzo para el 37 Festival de Teatro de Miami, o más bien, en Miami.