MIAMI.- Juliana Plexxo quiso exteriorizar su dolor a través del arte. La colombiana de 25 años, que por estos días dejó su huella en un mural de Wynwood, ha convivido con el trauma de haber perdido a su padre a temprana edad, un hecho que la inspiró a mezclar colores y darles forma para plasmar su mundo interior que, aún guardando un gran vacío, sana con cada pincelada, vibra con cada trazo y sabe encontrar la alegría.
Precisamente, en su obra que tituló Latinoamérica la artista refleja lo colorido de los pueblos latinoamericanos, las diversas idiosincrasias y ese abanico cultural que identifica pero, a la vez, distingue a cada uno de ellos. Y se valió de la fusión con la técnica del grabado para dibujar rostros característicos que se manifiestan en tres colores y luego se conectan entre sí.
“Me inspiré en la mística que tiene cada país. Vas a Colombia y todo el mundo es alegre. Vas a Ecuador e igual encuentras esa alegría. Los cubanos, los de Rep. Dominicana, toda la gente latina tiene una alegría que uno ve colores cuando alguien habla de su país o cuando están en una fiesta y bailan su música. Quise homenajear al pueblo latinoamericano, porque cada cual representa una etnia, un sentimiento o una felicidad. Somos explosivos”, expresó Juliana Plexxo a DIARIO LAS AMÉRICAS.
“También me encanta combinar los colores. Entonces, compré solo tres pinturas: amarillo, azul y rojo. Y a base de esos tres colores y del negro fui sacando la gama de colores que tiene Latinoamérica. El negro lo utilicé para delinear las caras. Fue todo un reto, porque siempre me ha gustado la escuela antigua. No uso sprays sino pintura con brocha. Todas las pinceladas las he hecho con brocha sin ayuda de más nada. Tampoco hice un boceto en un papel, sino que todo lo plasmé en la pared”, agregó sobre el proceso de creación del mural de 7 metros de ancho por 8 de largo que hizo a pedido de Buro 79 Art Gallery, en la zona artística de Wynwood, en Miami.
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Latinoamérica, de Juliana Plexxo, es un tributo a la cultura y diversidad de los pueblos latinoamericanos.
Sureidy Rodríguez/ DLA
Una herida entre pinceladas
Para esta joven que decidió hacer de la pintura una profesión hace apenas dos años, la vida y muerte de su padre, un periodista asesinado en Colombia a manos de narcotraficantes, han marcado su obra.
“En mis primeras obras empleé el negro, blanco y rojo porque significan mi vida. Yo crecí en una plaza de toros porque el hobby de mi papá era ser periodista taurino y le encantaba estar con los toreros. No se perdía una corrida de toros y siempre me llevaba a todas. Desde pequeña recuerdo ver los toreros, los toros humillados con el ojo grande. Y esos son los ojos que se pueden apreciar en mi obra”, expuso la artista radicada en Barcelona.
“Dejé Colombia a los 11 años porque mi mamá ya estaba cansada. La violencia de mi país en esa época por el tema del narcotráfico fue fatal para mi familia; a mi padre lo mataron cuando yo tenía 4 años. Él era un periodista muy directo. Con la verdad y la objetividad ante todo, publicaba cosas que no le gustaban a mucha gente en el país en esa época, y lastimosamente fue víctima”, añadió.
Su inspiración
Tal vez para lograr entender mejor a su padre fue que estudió periodismo. Pero el arte siempre fue su gran desahogo y lo supo desde su llegada a Ecuador, donde vivió hasta que cumplió 17 años y donde encontró inspiración.
“Tenía 4 años pero me acuerdo perfectamente de su cara, su voz. Y me marcó porque yo no entendía porque una persona dejaba todo, una familia, por decir la verdad; a cualquiera le daría miedo y se quedaría callado. Pero después de estudiar periodismo comprendí que no es un profesión normal, es una forma de vida, es algo que llega en tu ADN y tienes que vivirlo”, dijo.
“En Ecuador descubrí al gran maestro Oswaldo Guayasamín, que me inspiró a ser lo que soy ahora. Él es uno de mis ídolos. Para mí, es uno de los mejores pintores de la era y que ha dado la tierra. Y ahí empecé a fijarme en los trazos, en la identidad cultural, en las etnias, en la biodiversidad. Él era indígena y siempre honraba su cultura. Eso me gustó mucho, me llamó la atención y quise ir por el mismo camino”, agregó.
De Centroamérica llegó a Europa. Primero pasó un año en Inglaterra donde cursó el preuniversitario. Y luego se fue a Pamplona para estudiar periodismo en la Universidad de Navarra.
“La muerte de mi papá fue fundamental en que decidiera estudiar periodismo, quería entender por qué lo hizo. Y al llegar allá me gustó mucho porque la universidad tenía un museo de arte moderno. Me pasaba las tardes contemplando las obras de tantos artistas y ahí decidí tomar clases de arte”, recordó.
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Juliana Plexxo inició su periplo en las artes plásticas plasmando sus creaciones en chaquetas de mezclilla.
Sureidy Rodríguez/ DLA
El llamado del arte
Una vez más, la muerte, esta vez la de su abuelo, la hizo reflexionar y cambiar su rumbo.
“Cuando me gradué tenía un trabajo normal, porque también estudié marketing. Pero en ese momento se murió mi abuelo y yo sentí que algo en mi vida faltaba, que no estaba bien. Y cuando vi que había algo raro, utilicé como herramienta el arte para sacar todo lo que yo tenía por dentro. Hay quienes utilizan otras cosas, incluso el alcohol. Yo decidí sacar mi dolor por medio del arte”, señaló.
Desde febrero del pasado año, la artista, nacida como Juliana García, es la alumna más joven del legendario Taller 46 de Barcelona, que el maestro Joan Barbará fundara hace seis décadas y por el que han pasado genios del arte como Pablo Picasso, Salvador Dalí y Joan Miró. Este es su primer acercamiento académico a las artes, contó.
Juliana Plexxo también fue invitada a realizar el 30 de enero un mural en una hacienda en Quito que funciona como un hotel cinco estrellas. Según contó la novel artista, se trata de un sitio histórico. En esa misma hacienda, ubicada en las afueras de la capital, vivieron juntos Simón Bolivar y Manuela Sáenz, y se firmó la paz entre Colombia y Ecuador en 1833.