PARÍS. Documentalista premiada con un Óscar, la estadounidense Laura Poitras se ha ganado a pulso el papel de mala conciencia de su país, y ahora renueva sus credenciales con La belleza y el dolor, sobre la crisis de los opiáceos, candidata a la estatuilla.
"Creo que es importante documentar historias de combates", explica a la AFP esta cineasta de 59 años a su paso por París para promocionar su nueva obra.
"A veces, en la gran pantalla, puedes comunicar algo que sería imposible de otra manera" explica esta autora que causó sensación en 2014 con CitizenFour, acerca del exanalista Edward Snowden.
Poitras fue la primera en recoger las confidencias de Snowden después de que éste revelara los documentos secretos de la todopoderosa agencia de inteligencia nacional (NSA).
Esa cinta le supuso al año siguiente un Óscar al mejor documental.
Dos años después trazó un retrato sin concesiones de otra figura controvertida, el editor de Wikileaks, Julian Assange, con Risk (2017).
Con La belleza y el dolor, premiada con el León de Oro, aborda la pandemia de muertes por opiáceos en Estados Unidos y simultáneamente la vida y la lucha contra las farmacéuticas de una de las mayores fotógrafas contemporáneas, Nan Goldin.
"Esta película tiene algo en común con mis anteriores obras: una persona o un pequeño grupo que combate fuerzas muy poderosas en Estados Unidos", explica.
El gobierno sabía el peligro que representaban esos medicamentos, que ya han causado medio millón de muertos.
Pointras reivindica un trabajo de colaboración más que una relación simple con sus protagonistas. Ya sea Goldin, ella misma víctima de los excesos de la droga, o Edward Snowden.
Provocadores
"Tengo una gran responsabilidad. Con Edward Snowden literalmente tenía su vida entre mis manos. Al menor error podría acabar en la cárcel o incluso algo peor", asegura la cineasta.
Snowden, al que el presidente Vladimir Putin le concedió el año pasado la nacionalidad rusa, vive en ese país, tras un largo periplo por varios países.
Poitras asegura que esa época fue la más terrorífica de su carrera.
"No sabía si podría volver a Estados Unidos. En ese sentido, ser reconocida a la vez como periodista y cineasta claramente me protegió".
El origen del compromiso de esta cineasta, que nació en el seno de un familia acomodada en la región de Boston, remonta al traumatismo causado por el 11 de septiembre 2001, y a la guerra contra al terrorismo que desencadenaron esos ataques de Al Qaida.
"La dominación mundial, la ocupación, la tortura, los sitios (de encarcelamiento) secretos, todo eso era indignante y creo que fue en ese momento en que sentí que debía responder a todo esto, a los sufrimientos que mi gobierno infligía en todo el mundo", dijo.
"Estados Unidos logró radicalizar a nuevas generaciones que ahora nos odian. Es un desastre absoluto, no podía ser peor", asegura.
Laureada con el Premio Pulitzer, Poitras sigue creyendo en el poder de la prensa.
"El buen periodismo es siempre provocador. El mal periodismo es hacer reverencias para acercarse a los poderosos".
El empeño de Estados Unidos para lograr la extradición de Julian Assange, encarcelado desde 2019 en el Reino Unido, ofrece "una imagen muy oscura" para el futuro del periodismo, asegura.
"Europa debería acentuar la presión, o concederle el asilo".
Laura Poitras explica que fue sometida a vigilancia tras su primer documental, e interrogada durante años en los aeropuertos estadounidenses. "Puse el dedo en la llaga, pero estoy contenta de haberlo logrado".
Cuando se le interroga si sigue en el radar de los servicios secretos bajo el gobierno de Joe Biden, sonríe y responde: "esa es una pregunta para el gobierno".
FUENTE: AFP