MIAMI.- En los últimos dos años, Pablo Alborán ha estado sumergido en su carrera con la gira La Cuarta Hoja, con la que el cantante español recorrió Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Sin embargo, el artista confesó que se siente exhausto y que hará una pausa para conectar consigo y disfrutar de su oficio pero como espectador.
"Han sido muchos años de trabajo intenso y necesito barbecho. Necesito volver a escribir sin toda esa presión. Y me apetece observar, vivir como espectador. Ver música en vivo, porque necesito inspirarme. Y escribir sin ningún condicionante. No sé cuánto tiempo será, pero es importante descansar", dijo recientemente en una entrevista en El Hormiguero.
Durante su encuentro con Pablo Motos, el malagueño de 34 años confesó que cuando conecta con la composición suele mantener una adrenalina que lo hace olvidar todo.
"Cuando estoy creando soy bipolar, esquizofrénico… Hay un punto de adrenalina y ausencia de juicio brutal. Y es realmente sanador. Te olvidas de ti, te olvidas de todo y lo único que quieres es escupir lo que llevas dentro".
No obstante, consideró que necesita tomar un tiempo para descansar y volver recargado para disfrutar del proceso de hacer música.
"Creo que es importante también descansar. Han sido dos años sin parar, un tiempo muy duro, pero es que eres parte de la gente cuando haces música en directo", manifestó.
Salud mental
El cantautor reflexionó sobre la importancia del apoyo del equipo y los fanáticos, a quienes dio las gracias cuando comenzó el programa. Pero destacó que la salud mental siempre debe tomarse como prioridad pues las inseguridades pueden ser un arma letal para sí mismo.
"Todos tenemos un punto de inseguridad y creemos que hemos desafinado. Y menos mal que lo hacemos porque no ser perfecto tiene sus cosas muy buenas".
En este sentido, recordó que durante un viaje para un concierto en Quito perdió la voz y que su equipo lo apoyó en todo momento para que pudiera cumplir a sus fanáticos.
"Venía de Madrid con un poco de afonía, y tenía concierto en Quito. Así que decido hacer cinco días de silencio, haciendo curas de voz. Me comunicaba con un cuadernito y un boli. Y el día del concierto, voy a la prueba súper confiado. Subo a hacer la prueba de sonido y no tenía voz. Me rayé un montón. Y me dijeron, si no puedes cantar, no pasa nada, eres humano. Me llevaron a un parque, me puse a respirar, me subí al escenario y logré cantar. Y me di cuenta de lo importante que es la cabeza".