domingo 24  de  marzo 2024
ACTIVISMO

Rosita Hurtado cambia la alta costura por máscaras contra el COVID-19

En tiempos de pandemia, Rosita Hurtado vuelca su atelier de alta costura a la confección de máscaras protectoras contra el coronavirus para donar a hospitales
Diario las Américas | WILMA HERNÁNDEZ
Por WILMA HERNÁNDEZ

MIAMI.-Las piezas de las colecciones de alta costura que Rosita Hurtado mostraría en las pasarelas de España, París y Nueva York ya no ocupan espacio en los días de la diseñadora. Ya podrá retomarlas cuando la pandemia haya pasado. Ahora en su atelier en Wynwood la prioridad es otra.

Atrás quedaron los días de tomar medidas de siluetas para trabajar un vestido de novia o un modelo especial para asistir a una alfombra roja.

Ahora confeccionar máscaras para donar a hospitales y personal médico es el centro de la jornada de Hurtado, que transcurre entre su taller en Miami y otro improvisado en la casa de una del grupo de costureras y aficionadas del oficio que la acompañan en esta noble misión en la lucha contra la pandemia del coronavirus.

“Tengo un grupo de amigas que son mis vecinas y están en un club de mujeres a quienes le gusta mucho la costura, que lo hacen por hobby y por ayudar, que hacen las botas de navidad que se regalan a policías o las familias de gente que está en la guerra; siempre están haciendo algo para ayudar a la comunidad a través de la costura o trabajos manuales”, contó Rosita Hurtado a DIARIO LAS AMÉRICAS.

“Yo voy de voluntaria a enseñarles a coser, a hacer patrones. Y ellas tuvieron la iniciativa. Lucy, que es mi vecina, propuso hacer máscaras para hospitales y policías que estaban necesitando. Y hace dos semanas empezamos a hacer en la casa de mi vecina que tiene un taller, tenemos todo montado ahí, somos unas ocho vecinas. Hay quien no saber coser, pero nos ayuda a hacer de todo, con detalles como cortar elástico o cualquier cosa.”, añadió. El esfuerzo lo dividen entre unas ocho: cuatro costureras que trabajan con Hurtado en su atelier, que reabrió por este motivo después de haber cerrado al público, y las otras que cosen desde sus casas en varias coordenadas del sur de Florida hacia donde la diseñadora se desplaza para entregar las máscaras ya cortadas, listas para la costura.

“En el taller somos unas tres o cuatro personas, pero tengo costureras que viven en Coral Springs, otras en Kendall. Entonces yo corto las máscaras y se las entrego para que cada una pueda hacer unas 100, 200 o 300, las que puedan hacer, y pagarles”, dijo.

De esa manera, además de aportar con sus habilidades, la diseñadora boliviana contribuye al sustento de quienes han perdido del empleo por esta crisis. Y también de la venta de los pedidos que ha recibido para el sector privado recauda algo para la fundación que creó hace 30 años con fines altruistas.

“A mí lo que me interesa es que la gente tenga trabajo por lo menos, porque son personas que viven de coser. Y lo otro es que lo que sobre, 50 centavos o un dólar, va a mi fundación porque tengo otros proyectos y casi siempre no hay fondos y tengo que ponerlos yo.”, dijo.

“Tenemos un pedido de cinco mil máscaras de un dueño de pequeños mercado. No damos abasto. Y hemos seguido donando a los hospitales las que podemos, por eso he contratado gente para que podamos hacer más máscaras y venderlas a la gente que está pidiendo”, agregó.

Unas 400 máscaras en estampados alegres y coloridos han llegado al hospital infantil Joe DiMaggio, en Hollywood, en el sur de Florida.

“Hemos hecho entre las amigas que no son costureras sino aficionadas unas 400, pero me están pidiendo más. Empezamos a mandar de inicio al hospital de niños Joe DiMaggio, porque una de las enfermeras es amiga de mi vecina. Empezamos mandando pocas pero cuando las vieron, las mismas enfermeras y personal del hospital nos pidieron más. Y cada día fue creciendo la demanda que ya no podíamos confeccionarlas. Entonces decidimos abrir el taller para confeccionar estas máscaras para poder donar más”, contó.

“La idea es que los estampados no sean de un solo color, sino de todo tipo de estampado, que sean alegres, coloridas para que la gente esté positiva, que la usen y no entren en pánico, porque ya en muchos países se conoce que la mayor protección es la máscara, más que los guantes. Sería ideal si pudiéramos hacer muchas más”, agregó.

Para conseguir el material de las máscaras que están donando, Hurtado recaudó fondos a través de su fundación.

“Para comprar el material hice una recaudación, porque son caras, son bien protectoras. Somos siete personas haciéndolas y no llegamos a 100 al día”, dijo.

La versión que cosen para vender es más simple en cuanto a confección, pero igual de protectora.

“Las que estamos haciendo para vender a este señor son más sencillas, pero sí tienen el filtro que estamos utilizando, que es del mismo material que se utiliza para las batas de cirugías. Son de popelina, que es como el algodón, las hacemos doble y adentro llevan el filtro quirúrgico. Son lavables y tienen por dentro un bolsillo para cambiar el filtro cuando haga falta”, detalló.

"De esas que son más simples una costurera de experiencia puede hacer unas 70 en un día”, añadió.

Los días de Hurtado hoy transcurren al servicio de la comunidad. Sin dudas, es uno de los héroes de esta batalla: cuando no está cosiendo máscaras contra el coronavirus, está llevando un plato de comida a quienes lo necesitan.

“Paso todo el día en el taller y en la noche me voy a trabajar con mis vecinas, nos quedamos hasta la una de la mañana. También voy a repartir comida a gente que necesita, porque me da pena que hay niños que no tiene qué comer. Entonces comienzo a repartir, después voy a dejar las máscaras. Y así paso todo el día, me acuesto a la una o dos de la mañana”.

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