¿Cómo fue el momento en el que recibió la noticia de que tenía cáncer?
En el 2013 me diagnosticaron con un tumor cancerígeno en el seno. El médico enfatizó que era un cáncer hereditario típico de la mujer judía, quedé sorprendida pues jamás imaginé que por mis venas corría sangre hebrea. Los apellidos pueden engañar, pero el legado no. En ese momento, una luz iluminó mi mente al descubrir que el ADN es el libreto de vida que nuestros antepasados comienzan a redactar mucho antes de nosotros nacer. El doctor enfatizó que los cubanos y latinoamericanos en general, tenemos mucho de judíos sefarditas que huyeron de España cambiándose los apellidos, la mayoría de nosotros no lo sabemos. Fue entonces cuando decidí ir tras la búsqueda de mis ancestros y en plena quimioterapia comencé a investigar, unir cabos, entrevistar a los mayores de la familia y poco a poco mi inquietud fue tomando forma convirtiéndose en mi primera novela: La cuarta pared, que me ayudó a traspasar la cuarta dimensión, donde no existe el tiempo.
¿Cómo cambió su vida en ese instante? ¿Qué fue lo primero que hizo?
La vida cambia radicalmente para cualquier persona diagnosticada con alguna enfermedad que puede ser terminal y es mucho más difícil para la familia que lo rodea pues se sienten impotentes. Sobrepasar y salir triunfantes depende de la actitud del enfermo. En mi caso, quería terminar el libro lo más rápido posible, pues siempre existió el temor de un desenlace fatal. Me tomó dos años completar la novela. Siempre he escrito y deseaba dejar plasmada la historia de mi familia, entrelazada con la historia de Cuba contada por sus propios protagonistas vivos y muertos.
¿Cuánto tiempo estuvo en tratamiento?
El tratamiento de quimioterapia fueron nueve meses, muy dolorosos a nivel físico, muchas cirugías y momentos de incertidumbres. Por su parte, el tratamiento de sobrevivencia, es de por vida. Cambié mis hábitos alimenticios, bajé 30 libras, comencé a dar clases de yoga, de neurociencia, física cuántica y meditación, y así día a día cuidaba mí cuerpo, mi mente y mi espíritu. Yo soy sobreviviente en todo el sentido de la palabra, hoy por hoy me siento mejor que nunca. Estoy terminando mi segunda novela y rasgando la tercera.
¿Fue la literatura un modo de salvación?
Creo que todas las personas debemos hacer lo que siempre hemos deseado. No dejes nada para después pues tal vez ese después sea demasiado tarde. Siempre he cumplido los sueños de los demás, pero ahora me tocó cumplir los propios. Concreté mi primera novela La cuarta pared, que está disponible en digital y en físico a nivel mundial a través de amazon.com, se ha colocado en primeros lugares de venta incluso en países tan lejanos como Japón. Entonces, ahora pienso que el cáncer fue un latigazo para que despertara, me enfocara e hiciera lo que tenía que hacer.
Con motivo de la celebración del Mes de crear conciencia sobre cáncer de seno ¿Qué le diría a las mujeres que están enfrentándolo?
A ti, guerrera que estás luchando ahora mismo, te digo que nunca pierdas las ganas de vivir, y mucho menos la fe, piensa que estás atravesando un túnel obscuro y que muy pronto saldrás de él. Vale la pena vivir, por ti, por las personas que te quieren, por tu familia, por tus hijos. Los ángeles existen y están aquí en esta tierra, yo encontré muchos en este proceso, gente que ni me conocía y oró por mí. Comparte tus temores, tus dudas, pregunta, infórmate, a mí me dieron muy buenos consejos mujeres que como yo habían pasado por el proceso. Es muy duro tomar la decisión de tener que mutilarte los senos. Yo tenía mucho miedo, pero le agradezco a Adamari López quien también pasó por esto y me recomendó no dudar y ser radical pues la tranquilidad no tiene precio. Fue duro, muy duro, por suerte, tomé la decisión correcta. ¡Mis cicatrices me recuerdan que vencí y que hoy estoy viva para contarlo y compartirlo! En cada libro que firmo digo: gracias, gracias, gracias que no me dejé vencer.
Tras superar esta prueba ¿Ve la vida de manera diferente?
La vida antes era en blanco y negro, ahora es en cuarta dimensión. Trato de motivar con el ejemplo, vivo a plenitud, disfruto cada instante que, para mí, es una oportunidad única e irrepetible. He perdido tres personas muy allegadas a mí, personas jóvenes. La más reciente fue la chica que me acompañó a mi regreso a Baracoa, tenía 34 años y murió este año sorpresivamente, a ella le dedico este libro que visualizó junto a mí. Esas pérdidas, más lo que yo viví, me han enseñado que nuestro tiempo es oro en la tierra, aprovéchalo positivamente. Me entristece ver los horrores que están pasando constantemente en el planeta y me pregunto ¿Se creerán eternos? ¿Por qué pierden el tiempo con tantas cosas buenas, creativas y positivas que faltan por hacer?
Durante la fase de tratamiento ¿Cuál fue la enseñanza que más la marcó?
Perseverancia y paciencia, esa es la clave para salir adelante en todo lo que hagas en la vida, no pensar tanto en que tienes cáncer, un amigo que pasó por la enfermedad me dijo “el cáncer es egoísta, solo quiere que pienses en él, no lo hagas porque entonces te mata”. Por eso me sumergí a escribir, puse mi mente en otras cosas. Jamás dejé de trabajar, a veces me sentía muy mal físicamente pero ahí aguantaba y salía con mis clientes a hacer la labor con una sonrisa en mis labios y muy maquillada, y con la peluca o un pañuelo que cubría mi calvicie. Tenía que ir dos veces y hasta tres por semana al hospital para los tratamientos, esa era el momento de padecer, luego, cuando salía de allí ya no pensaba más en eso, me enfocaba en lo bello de la vida. Jamás me compadecí de mí, estaba segura de que todo aquello pasaría… ¡y pasó!
Indiscutiblemente es un proceso muy duro ¿Cómo logró ser más fuerte que él?
El cáncer fue un maestro que me enseñó a disciplinarme, me obligó a viajar a mi pasado para así entender el presente y prepararme para el futuro. Para mí, La cuarta pared, fue un libro sanador donde además de disfrutar y contar una historia maravillosa, dejo un mensaje de esperanza al lector. Toda situación desagradable o molesta puedes convertirla en tu tabla de salvación para crecer como seres humanos. Gracias a esta situación que pasé, pude regresar después de cuatro décadas a Baracoa, mi pueblo natal. Tenía que ver con mis ojos los paisajes que había descrito desde el exilio, sentir el salitre del Atlántico en mi piel, brincar con las frías aguas de los ríos donde me sumergía de niña y disfrutar especialmente del Yunque de Baracoa, la montaña sagrada de los taínos que custodia desde épocas remotas a ese pequeño paraíso perdido en el tiempo. Cuando regresé a mi pueblo comenzó la magia, mi alma se conectó y me reencontré con mis raíces. Entendí lo que es ser cubanoamericana y a mi regreso escribí seis capítulos más donde describí cómo yo misma logré traspasar la cuarta pared que me llevó a un despertar espiritual y a reencontrarme cara a cara con mis ancestros. Así fue como fui más fuerte que la enfermedad, luchando y construyendo
¿Cuáles eran sus pensamientos más frecuentes?
No pensaba, actuaba. Mi madre lloraba mucho cuando se enteró de que yo tenía cáncer, me tuve que poner dura con ella y le dije: “Este es un camino largo, te necesito fuerte, no débil, porque esta batalla la vamos a ganar”. Entonces no lloró más, al menos frente a mí. Mi padre vive en La Habana, está mayor y yo misma le di la noticia y le dije: “No te angusties que yo iré a verte en cuanto me salga el pelo” y así fue. Los seres queridos, los amigos o conocidos que te acompañan de cerca o de lejos en el proceso, son tablas de salvación para atravesar ese camino. La fe y la divinidad que hay en ti despierta y entiendes que eres parte de un universo donde todos somos eslabones necesarios.
¿Cree que aún la sociedad necesita tener más conciencia sobre el cáncer de seno?
Hoy en día hay bastante información y publicidad en los medios sobre el cáncer. A tiempo, tienes más oportunidad de sobrevivir. En las salas de oncología vi chicas muy jóvenes con cáncer de mama, esta enfermedad no respeta edad, y hasta los hombres la han padecido. Cuida tu cuerpo que es el único que tienes, él te acompaña desde que naciste y estará contigo hasta que te vayas de este plano. Fortalece tu mente con lecturas y pensamientos positivos para cuando tengas que pasar momentos difíciles. Por último, cuida tu alma con mucha fe, porque ella es eterna.