MADRID.- La jerarquía del Barcelona, en busca del trigésimo título de Copa del Rey y cuarto consecutivo, y el crecimiento del Sevilla en los últimos quinquenios, con diecisiete finales en distintos torneos, se miden el sábado en una final que se estrena en el nuevo estadio del Atlético de Madrid, el Wanda Metropolitano.
Si la suerte le sonríe a los barcelonistas, estos tienen a tiro un doblete, pues si ganan la final al Sevilla quedarán a un suspiro de obtener la Liga, a la que le faltan cinco partidos con el Barça en una posición claramente ventajosa.
El equipo viene de un empate en Balaídos (2-2), en un encuentro que se le puso complicado por el empuje del Celta, que a pesar de tener muchas ocasiones de marcar, al final acabó igualando en una jugada ilegal, en la que Aspas marcó con el brazo.
El Barcelona llegará a Madrid relativamente fresco, debido a que Valverde concedió descanso en el último choque a casi todo el equipo que se aventura como titular.
Piqué, Sergio Busquets e Iniesta ni viajaron a Vigo, y tampoco lo hizo Iván Rakitic, que se quedó en Barcelona recuperándose de una fractura del primer dedo de la mano izquierda, que se produjo en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Champions contra el Roma, y que no le debería impedir estar en el Wanda Metropolitano después de recibir el alta el jueves.
Jugaron en el segundo tiempo en Balaídos el argentino Lionel Messi y Sergi Roberto, quien acabó expulsado, y cuyo castigo lo cumplirá en el partido de Liga en el campo del Deportivo, y por lo tanto podrá jugar el sábado.
Los azulgrana necesitaban tomarse un respiro para atacar la final con garantías físicas después de haber demostrado en las últimas semanas un cansancio que no sólo afectó al rendimiento futbolístico, sino que dejó al equipo bajo de forma.
Fue el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones en Roma (3-0) un claro ejemplo del mal estado físico en el que llegan muchos azulgranas al tramo final del curso.
La final la volverá a jugar Jasper Cillessen, el meta titular en la Copa. Y solo cabe la duda de, si al final están aptos los renqueantes Sergio Busquets e Iván Rakitic, si Valverde se atreverá con un 4-3-3, lo que habilitaría a Dembélé junto a Messi y Luis Suárez en punta, o bien por el 4-4-2, en el que Coutinho podría entrar junto a los tres clásicos del centro del campo: Rakitic, Sergio Busquets e Iniesta.
Tras la alineación de Semedo, Yerri Mina, Vermaelen y Digne en Vigo, la final contra el Sevilla prevé otra retaguardia, la formada por Sergi Roberto, Piqué, Umitti y Jordi Alba.
Así, tras una titularidad en Vigo, donde no apareció ni un canterano, por segunda vez en casi casi treinta años, para la final están garantizados seis de salida.
Después del varapalo ante el Roma, que dejó el ánimo en los culés bastante tocado, el Barça tuvo que aupar a los suyos para que adquiriesen las entradas para la final, que no se habían agotado como es tradicional en la primera ronda de venta.
Ante ellos llega el Sevilla con unos dientes de sierra en su rendimiento y con lagunas en el juego que dejan dudas para medirse al potente rival.
Ello motivó que el pasado diciembre el argentino Eduardo Berizzo fuera sustituido en el banquillo por Vincenzo Montella, pero el italiano no ha sabido equilibrar al equipo, que llega a estas alturas de la temporada sin opciones de clasificarse ente los cuatro primeros de LaLiga y seguir así el próximo curso en la Champions.
Sí se vio con el preparador napolitano al Sevilla competitivo en los torneos por eliminatorias, y en la Liga de Campeones de Europa superó en octavos al histórico Manchester United y se plantó sesenta años después en unos cuartos que les midió a otro histórico como el Bayern Múnich, al que le hizo sufrir para superar la ronda.
En la Copa también llegó con autoridad en la final, incluido el pase en los cuartos ante el Atlético, al que ganó en el escenario del partido del sábado por 1-2 y también en Sevilla por 3-1.
En cualquier caso, el equipo llega a esta final con siete partidos consecutivos sin ganar -cinco de liga y dos europeos-, con tres derrotas y cuatro empates en los que la tónica general fue la falta de efectividad cuando se presenta ante el marco rival.
Dejó un sabor agridulce el reciente partido liguero ante el Barça en el Sánchez Pizjuán, donde los andaluces ganaban 2-0 en el minuto 87 y solo al final el equipo catalán encontró el empate, aunque los de Montella tutearon a su rival y ello se toma como base para afrontar el choque del sábado.
También está en el recuerdo la final de Copa que disputaron ambos contendientes hace tres ediciones (2016) en el Vicente Calderón de Madrid, en la que el Barça solo pudo superar al Sevilla (2-0) en la prórroga.
Para esta nueva cita, el técnico italiano hizo descansar el pasado martes en el partido que disputaron en La Coruña ante el Deportivo (0-0) a una mayoría de sus jugadores titulares.
La plantilla, concentrada desde esa misma noche en Marbella, sólo cuenta con la baja del central danés Simon Kjaer, lesionado hace un par de semanas.
Así, pocas incógnitas se plantean en el 'once' inicial que Montella ha hecho que se sepan de carrerilla los sevillistas, sólo con la duda del jugador que actuará en punta, puesto para el que habitualmente optan el colombiano Luis Muriel y el francés Wissam Ben Yedder pero en el que también tiene opciones Sandro Ramírez, quien lo ha hecho bien en las últimas oportunidades que gozó.
En cualquier caso, el equipo estará apoyado por una masa de incondicionales, después de que el club distribuyera en su totalidad las aproximadamente 24.000 localidades que le puso a su disposición la Federación Española, que se ilusionan con llevarse a la capital andaluza el sexto título de campeón después de disputar la novena final de este torneo.
FUENTE: EFE