domingo 20  de  julio 2025
BÉISBOL

David Ortiz, el talismán patirrojo

El toletero no sólo ha conjurado todas las maldiciones que rodeaban a los Medias Rojas, sino que es el pelotero que los seguidores de su equipo quieren ver batear en los momentos clave

IVÁN GONZÁLEZ ROMERO/DLA

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Cuando alguien dice que David Ortiz ha jugado esta Serie Mundial como si fuese la última, nadie lo escucha con ápice alguno de dramatismo ante lo que parece ser la última etapa como pelotero de este dominicano, que está a punto de cumplir 38 años. El toletero de los Medias Rojas de Boston, quien reunió a sus compañeros durante el cuarto partido de este evento y les hizo saber la importancia de jugar fuerte y reaccionar ante la adversidad, alzó la voz y pidió más esfuerzo a sabiendas de lo difícil que es llegar a esta etapa y salir airoso.

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Ortiz es de esos tipos que rara vez oculta su sonrisa. Se divierte con lo que hace y esa es una de sus claves para el éxito. Es el típico pelotero caribeño que goza plenamente su trabajo y que con ese goce se torna en uno de los objetivos de las miradas, de las cámaras fotográficas, de las conversaciones de los aficionados. En el béisbol, así como en cualquier deporte, los adversarios alimentan su espíritu con un leve toque de ojeriza. Con este toletero quisqueyano resulta cuesta arriba alimentar la ira porque la simpatía se cuenta entre sus marcas de fábrica.

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Igual, es dueño de una presencia que intimida. Sólo imagine usted la estampa de este bateador acercándose al plato a consumir un turno al bate.

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Un tipo que sobrepasa el metro noventa de estatura está parado delante de usted, y esa humanidad de más de noventa kilos realmente está rellena de confianza, porque entre sus logros está haber sido protagonista de los dos títulos anteriores de Series Mundiales para su equipo. En 2004 acabó con la sequía de los patirrojos, al liquidar a sus acérrimos rivales, los Yankees de Nueva York, cuando estos los tenían acorralados, a punto de un triunfo para sacarlos de carrera. Ortiz cargó con el peso ofensivo y entre sus víctimas estuvo Mariano Rivera, el mejor pitcher relevista de la historia de este juego. Ese es uno de los mejores ejemplos de su fuelle.

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El talismán patirrojo

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En el año 2005 Ortiz fue denominado como el mejor bateador en momentos de apremio de los Medias Rojas. Esa distinción vino a propósito de una placa entregada como parte de un reconocimiento por su desempeño. Es bueno detenerse en esto por un instante y recordar que la de los Medias Rojas es una de las franquicias legendarias del béisbol de Grandes Ligas. Por sus filas han pasado peloteros como Ted Williams, Jimmie Foxx, Jim Rice o Carl Yastrzemski, todos miembros del Salón de la Fama de Cooperstown gracias a estadísticas y actuaciones sobresalientes en sus carreras. Ninguno de ellos tiene un anillo de campeón ni las hazañas de este dominicano.

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Nuevamente, Ortiz carga con el peso de su equipo en esta Serie Mundial, justo cuando el resto de sus compañeros cayeron en un pequeño slump. En los primeros cinco encuentros de esta serie, había bateado para 733 puntos de promedio, con 750 de porcentaje de embasado, 1.267 de slugging y 2.017 de OPS. El béisbol es un juego donde los números miden las actuaciones y, para resumir, las del quisqueyano están hasta tres veces por encima del promedio entre quienes han llegado a participar en esta fase.

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Al sumar todo su desempeño en Series Mundiales, igual es difícil ocultar el asombro. En trece partidos jugados antes del de este miércoles tenía promedio de 465 (20 hits en 43 turnos) con 9 extrabases, 10 boletos, 12 anotadas y 14 remolcadas, además de un OPS de 1.370

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Big Papi tenía seis remolcadas en los primeros cinco encuentros de la Serie Mundial. Podría haber tenido nueve, pero en el primer partido del clásico de octubre fue víctima de una jugada destacada de Carlos Beltrán, quien le robó lo que iba a ser un cuadrangular con las bases llenas. Igual, no deja de ser la figura que ningún lanzador quisiera encarar en un turno decisivo.

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El béisbol es un juego donde el misticismo y la superstición marcan pautas y determinan leyendas. Los Medias Rojas no estaban exentos de eso y hasta el 2004, la famosa Maldición de Babe Ruth había operado para evitar que ese club se coronara. Ortiz voló por encima y conjuró esa magia negra con sus batazos. Ahora no sólo es el bateador más caliente de la franquicia, sino el emblema del éxito y el talismán de una franquicia que se celebra sus hazañas.

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