Mookie Betts, de los Dodgers de Los Ángeles, batea durante un juego de béisbol contra los Cincinnati Reds en Cincinnati
AP / Aaron Doster¿Qué hace a un jugador una superestrella? Puede ser que romper marcas en el deporte que practique o ganar muchos trofeos sea la respuesta correcta. Sin embargo, ser todo eso y además ser cercano al lado humano lo convierten en alguien único. Mookie Betts es quizás la muestra más reciente de ese ejemplo y lo dejó claro el fin de semana en Cincinnati.
Cuanto Betts debutó en las Grandes Ligas muy posiblemente hubiese querido conectar un hit en el primer turno en el plato, pero solo logró batear rodado al antesalista que obligó un doble play aquel 29 de junio de 2014 ante los Yanquis de Nueva York. El jardinero, octavo en el orden, soltó su primer imparable en el cuarto tramo ante el abridor Chase Whitley. Seguramente le entregaron la bola como reconocimiento. Aunque no fue el cuadrangular que cualquier bateador quisiera soltar en un debut soñado.
Siete años más tarde, lejos de aquel día en el que debutó Mookie Betts con los Medias Rojas de Boston, ahora es una estrella consagrada en los Dodgers de Los Ángeles. Con 28 años de edad, el jardinero fue MVP en 2018 y campeón de la Serie Mundial en dos oportunidades (2018 y 2020). Ha visto estrenarse varios jugadores, ya sean rivales o compañeros. Este domingo le tocó ver de cerca el primer estacazo de un contrario, que curiosamente logró ese ansiado primer hit con jonrón del que tanto se habla.
En la parte baja de la séptima entrada, el jardinero de Cincinnati TJ Friedl salió del banco con un disparo a los asientos del jardín derecho para lo que fue el primer hit de las Grandes Ligas de su carrera.
Por lo general, es el fanático quien guarda la pelota que se va a casa con el recuerdo para colocarla en su estante, pero esta pelota obviamente fue mucho más profunda para Friedl y su familia.
Después de darse cuenta de que era el primer hit y jonrón de su carrera, Betts obtiene la pelota de Friedls del fanático de los Rojos a cambio de un bate durante la siguiente mitad de la entrada.
“Solo le pedí la bola. Simplemente le dije algo a través de lenguaje de señas”, contó Betts a MLB.com. “Solo dije, 'Te lanzaré otra pelota, pero ese es su primer jonrón, ¿puedes devolverla?' No lo dudó. Lo tiró de vuelta ".
Betts señaló al banquillo de los Rojos que tenía la pelota. Se lo tiró al coach de primera base de Cincinnati, Delino DeShields, quien lo tiró al dugout para asegurarse de que Friedl recibiera su preciado recuerdo.
“Eso es solo de primera clase. Es increíble”, expresó Friedl. “Para él hacer algo así, definitivamente es de clase mundial para él. Quiero ir allí y dar las gracias en persona. Gracias es todo lo que puedo decir porque significa mucho. Solo para recuperar esa pelota, para que sea mi primer jonrón, solo para que él lo sepa y se vuelva hacia el fan”.
Mookie Betts ofreció otra pelota cualquiera, para intercambiar la del jonrón de Friedl, pero decidió hacer un mejor trato para el fanático, que realmente era un “rival”.
“Iba a lanzarle una pelota, pero solo pensé en el bate. Es algo que puede recordar para siempre”, explicó Betts. “Ese tipo de interacciones son duraderas. Creo que una de las últimas veces que hablé con la leyenda de la NBA Kobe [Bryant], me recordó que para cuando el juego termina y te vas, alguien sabe quién eres, alguien te reconoce. Es solo otra forma en que alguien puede impactar la vida de alguien. Realmente no lo estaba haciendo para las cámaras. Lo estaba haciendo porque él inmediatamente tiró la pelota hacia atrás y ni siquiera preguntó”.
Sí, Betts le entregó un bate firmado por él al fanático del equipo contrario. Demostró que no existe rivalidad, sino beisbol. Eso es ser una superestrella.
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