El miércoles, el llamado "shutdown" entra en su día 36 y superará la marca del 2019, llevado a cabo por los mismos radicales demócratas durante el primer período del líder republicano.
En las últimas seis semanas, la parálisis presupuestaria ha dejado a unos 1,4 millones de empleados del sector público sin cobrar su sueldo. Muchos de estos trabajadores federales cumplen roles importantes como el control aéreo o del sector de la seguridad y han tenido que continuar sus labores sin cobrar. No obstante, cuando reabra el gobierno, sus salarios íntegros con carácter retroactivo serán entregados.
Algunos programas de asistencia social también se han visto afectados.
Presión ante el caos creado por la ultraizquierda
El presidente Trump afirmó el martes que la ayuda alimentaria de la que dependen millones de estadounidenses se distribuirá después que reabra el gobierno, otra de las estrategias de presión que ha utilizado en vano la Casa Blanca.
A la izquierda le importa un bledo las consecuencias del cierre; de hecho, es lo que desean: graves estragos y generar una crisis gubernamental. Tienen como pretexto, que saben perfectamente que el Presidente no cederá como ha reiterado, la solicitud de 1,5 billones (trillions) de dólares para continuar con el mismo despilfarro en gastos federales que durante el gobierno de Joe Biden o quienes estuvieran al frente de la Casa Blanca en ese período.
Quieren dinero para sus programas de género, ayudas exteriores alejadas del interés del país y sin ninguna supervisión, fondos para proyectos climáticos, para mantener el exceso de burocracia en Washington, para financiar gobiernos de la extrema izquierda y organizaciones de la misma ideología, etc.
En los aeropuertos, la situación se agrava por momentos. El secretario de Transporte, Sean Duffy, alertó que podría verse obligado a cerrar de forma parcial parte del espacio aéreo y otras medidas de emergencia.
"No creo que ninguno de nosotros esperara que esto se prolongara tanto", dijo el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, en una conferencia de prensa, pero lo demócratas parecen decididos a continuar con el caos para obligar al Presidente a tomar medidas unilaterales y luego demandarlo o llamarle dictador como han hecho ya.
Johnson anunció que el Congreso republicano "ha perdido total confianza en el líder de la minoría demócrata en el Senado Schumer y expresó: "Es enfermizo ver cómo juegan con el dolor del pueblo estadounidense".
La izquierda quiere eliminar la Ley One Big Beautiful Bill
El gobierno ha estado parcialmente paralizado desde que un grupo de senadores, liderados por Chuck Schumer en defensa de su puesto en el Senado al igual que otros, optaron por no aprobar un proyecto de ley -ya aprobado de forma bipartidista en la Cámara de Representantes- para mantener financiados los departamentos y agencias federales después del 1ro de octubre, cuando comenzó el nuevo año fiscal.
Los republicanos, que disponen de mayorías estrechas en ambas Cámaras, querían el 30 de septiembre que cinco senadores demócratas secundaran su resolución legislativa para mantener los fondos hasta finales de noviembre, y discutir mientras los temas presupuestarios. Ya han logrado que tres demócratas se sumen a ellos, pero por una ley interna del congreso que exige al menos 60 votos para temas de gran relevancia como este, faltan cuatro senadores para completar la cantidad de votos requeridos
El Partido Demócrata, volcado ya en su gran mayoría hacia una agenda de ultraizquierda quiere que el presidente Trump ceda en su postura de no permitirles el mismo derroche que en los últimos cuatro años.
Su exigencia es que la ley One Big Beatiful Bill sea desmantelada, lo que no va a ocurrir y por eso toman esto como bandera, y piden comenzar negociaciones desde cero. Por supuesto, los cuatro líderes republicanos en el Congreso junto a la Casa Blanca han dicho un NO rotundo.
Ciertas señales entre telones
Aunque los líderes de ambos lados se mantienen firmes en sus posiciones, ha habido señales de negociación entre los moderados de la izquierda, lo que eleva las esperanzas de poner fin al cierre en cualquier momento.
De cualquier forma, lo que muchos senadores neoliberales quieren es que en los registros del Congreso quede grabado otro récord histórico de freno al mandato de Trump, contrario a la voluntad de la mayoría del pueblo estadounidense que pidió en noviembre de 2024 las políticas que ejecuta la actual administración.
Un grupo bipartidista separado de cuatro miembros centristas de la Cámara de Representantes presentó el lunes un marco de compromiso para reducir los costos del seguro médico.
Los demócratas creen que millones de estadounidenses que ven cómo se disparan las primas al inscribirse en programas de seguro médico para el próximo año presionarán a los republicanos para buscar un compromiso.
Pero este es sólo el pretexto de la izquierda para manipular la opinión pública a su favor. Lo menos que les interesa es la salud de los estadounidenses ni sus costos, que por cierto, fueron elevados con el Obamacare, la ley que se aprobó durante el gobierno de Barack Hussein Obama
Votantes piden a Trump no ceder
Trump se ha mantenido firme en su negativa a negociar los gastos irresponsables y poco serios que exige el ala de la extrema izquierda y dijo en una entrevista transmitida por CBS News el domingo que no se dejará "extorsionar".
Este martes el mandatario pidió explícitamente a los republicanos que utilicen el "arma nuclear" legislativa: eliminar la barrera mínima de 60 votos en el Senado, lo que se conoce como el filibusterismo, para pasar terminar con el secuestro presupuestal de la ultraizquierda.
"Terminen con el filibusterismo ahora, acaben con el ridículo cierre ya y, lo más importante, aprueben todas las maravillosas políticas republicanas con las que hemos soñado durante años, pero que nunca hemos logrado", exigió Trump en una publicación en redes sociales.
Acabar con el filibusterismo es un arma de doble filo: el umbral de 60 votos en el Senado fue fijado precisamente por los demócratas en 2013 para impedir el obstruccionismo de los republicanos, pero ahora son ellos quienes obstruyen a los republicanos por intereses ideológicos y partidistas, sin importarle le sufrimiento de los estadounidenses.
Si el Congreso volviera a eiliminarlo, los demócratas podrían verse tentados en el futuro a utilizarlo para intentar por ejemplo que Puerto Rico o Washington adquieran rango de estado en la Unión.
La idea de Trump fue acogida con cierta reserva por algunos conservadores. "No tenemos los votos y hay que buscarlos", dijo el republicano John Thune, líder de la mayoría en el Senado, a periodistas el lunes.
FUENTE: Con información de AFP.