sábado 16  de  marzo 2024
GOBIERNO EN EEUU

Crisis, inflación y déficit comercial, el caos económico 

La inflación en el país registró 7,5%, cifra récord en más de cuatro décadas junto al déficit comercial, deuda pública y otras severas crisis 
Por Leonardo Morales

La política económica del presidente Joe Biden en su primer año hizo retroceder la recuperación económica que se había logrado en 2020, a pesar de la pandemia de COVID-19; sin vacunas, sin conocimiento de la enfermedad y sin tratamientos efectivos probados.

La prensa liberal estadounidense ha intentado encubrir y justificar los sucesivos errores de la Casa Blanca en políticas económicas al utilizar el virus como escudo y sus efectos en el resto del mundo, pero las estadísticas y la vida diaria en EEUU realzan la verdad: La inflación registró en enero 7,5%, cifra récord en cuatro décadas junto al déficit comercial y deuda pública también en un alarmante récord.

Biden frenó las exportaciones del petróleo estadounidense y la autonomía energética para duplicar las importaciones de crudo a los precios impuestos por la Organización de Países Exportadores (OPEP y OPEP+), entre una extensa lista de medidas y excesivos gastos federales en ayudas que provocaron que las empresas no solo perdieran empleados, sino que les fuera agónico cubrir los puestos vacantes. La situación se ha vuelto crónica y siguen millones de plazas disponibles.

El desastre económico

El 2021 fue un año desastroso no sólo para la economía de Estados Unidos, sino para los más de 330 millones de estadounidenses que se enfrentaron a la escasez y altísimos precios. En algunos productos se ha triplicado su costo, mientras que el precio de la gasolina superó el 56% respecto al 2020. El pronóstico es que continuará su ascenso, junto a la aguda inflación que ahora se ubica en 7,5%.

En Florida se espera que el precio llegue a los $4 dólares el galón de gasolina regular, pero en otros estados las expectativas rondan más de $5 por cada galón.

El déficit comercial norteamericano aumentó 27% el pasado año y registró la peor cifra en la historia del país bajo un repunte de la demanda, escasez de materias primas, un gasto federal extremo en programas sociales y millones de puestos de trabajo sin cubrir, además de dos brotes de variantes del COVID-19.

El déficit en el comercio de bienes y servicios alcanzó un récord de 859.130 millones de dólares, dijo el Departamento de Comercio en un reciente informe.

Por área geográfica, el déficit comercial estadounidense con China aumentó 14,5%, se triplicó con Canadá, y se disparó 19,2% con la Unión Europea. En cambio, cayó 4,8% con México.

Cierre y más errores

Entre las contraproducentes medidas, Washington mantuvo cerradas sus fronteras terrestres y aéreas hasta noviembre, lo que penalizó sus exportaciones y viajes, otra de las medidas fallidas de la administración de Joe Biden para intentar frenar el virus, a pesar de contar con tratamientos efectivos, vacunas y números de muertes y hospitalizaciones en el país en plena caída.

Y en medio del caos, el Presidente emitió órdenes obligatorias de vacunación para empleados públicos, federales y para empresas privadas. Semanas después, varios tribunales federales en diferentes estados fallaron en contra de los mandatos, pero ya decenas de miles de personas habían sido despedidas, otras optaron por la jubilación adelantada o renunciaron.

Expertos esperan una actividad algo más fuerte en los servicios en el 2022 que pudiera estimular las exportaciones, al tiempo que la demanda de importaciones debería moderarse. Sin embargo, con las condiciones actuales y el foco de la Casa Blanca centrado en problemas internacionales y planes a largo plazo, la economía continuará por un camino extremadamente peligroso.

La Reserva Federal ya realizó una reducida alza de tasas de interés y se alista para ejecutar varias en el resto del año, lo que pudiera contener un poco la inflación, pero también el consumo y la recuperación económica.

La Crisis de los “chips”

EEUU pasó de ser el mayor diseñador y exportador mundial de “chips” (semiconductores) a depender de las importaciones de Taiwán, China y Corea del Sur. Esa dependencia y cambio de estrategia desde décadas anteriores ha causado graves problemas a las empresas estadounidenses.

Corea del Sur y Taiwán se encargan del 83% de la producción mundial de “chips” para procesadores y el 70% de los “chips de memoria”.

La gran crisis de semiconductores ha frenado la producción de más de 160 industrias estadounidenses y ha revelado la necesidad de un cambio radical para el incremento de la fabricación de estos componentes en EEUU.

El sector automotriz se enfrenta desde finales del 2020 a lo que expertos han denominado "el Armagedón de los chips", con una reducción de más del 20% de sus producciones.

Los automóviles nuevos incluyen más de 100 microprocesadores y las compañías no pudieron obtenerlos todos en el 2021, lo que redujo significativamente las ventas en EEUU y, por supuesto, las exportaciones.

Qualcomm, fabricante de procesadores y “módems” que alimentan a muchos teléfonos inteligentes y otros dispositivos de consumo, ha sentido bien cerca la crisis. Lo mismo le ha ocurrido a Samsung.

Dependencia de Asia

El principal proveedor de estos elementos es la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), novena empresa del mundo por capitalización bursátil. Controla casi el 85% de la oferta mundial desde Taiwán. Sus clientes van desde los gigantes chinos Alibaba y Huawei hasta Apple, Facebook, Microsoft, etc.

Una investigación del Departamento de Comercio sobre fabricantes de vehículos y de equipos médicos, arrojó que el inventario promedio pasó de 40 días en el 2019 a menos de cinco días en 2021.

El expresidente Donald Trump concibió un plan de 52.000 millones de dólares para revitalizar la industria nacional de semiconductores, pero quedó estancado en el Congreso con la llegada de la administración Biden y sus dicotómicas prioridades.

Idilio y realidad

El gobierno actual se encuentra centrado en asuntos muy distantes de los problemas actuales de los estadounidenses y la economía del país. Más del 80% de sus proyectos son de largo plazo.

"La única solución para resolver esta crisis es reconstruir nuestras capacidades de fabricación" en EEUU, sostuvo la secretaria de Comercio, Gina Raimondo.

Intel anunció una inversión masiva de 20.000 millones de dólares para producir estos componentes en EEUU, pero las instalaciones estarán operativas en el 2025.

Una de las consecuencias de esta crisis histórica en el sector se vio en abril del 2021, en un feudo que surgió entre dos de las regiones con más plantas de fabricación de semiconductores: Taiwán y China.

Taiwán ordenó a las empresas de contratación de personal que eliminasen todos los anuncios de puestos de trabajo en China, una medida drástica para evitar la fuga de talentos tecnológicos hacia el continente en medio de las tensiones entre Taipei y Pekín.

Más de 100 empleados del principal fabricante de “chips” del mundo, Taiwan Semiconductor Manufacturing Co., fueron contratados por empresas chinas para proyectos de chips, respaldados por el régimen asiático.

En medio de estos conflictos en Asia, EEUU no tiene a corto plazo ninguna solución a la crisis de semiconductores hasta el 2025, lo que agrava aún más la inflación que se suma al resto de las crisis internas creadas desde su arribo a Washington por la administración Biden.

El descomunal gasto federal en el desastre inmigratorio en la frontera sur del país y la obsesiva batalla contra la industria nacional del petróleo son apenas la punta del Iceberg de lo que podría deparar a EEUU en los próximos tres años de gobierno de Biden en alianza con la extrema izquierda. Su primer año en la Casa Blanca ha sido más que suficiente para comprender la turbulencia.

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