MIAMI- Las recientes declaraciones hechas por el jefe de la cuarta empresa automotriz más grande del mundo son desalentadoras, frente a la actual crisis de inventario de semiconductores en Estados Unidos.
MIAMI- Las recientes declaraciones hechas por el jefe de la cuarta empresa automotriz más grande del mundo son desalentadoras, frente a la actual crisis de inventario de semiconductores en Estados Unidos.
Carlos Tavares, presidente ejecutivo de Stellantis, calcula que la falta de esos dispositivos electrónicos (chips en inglés), seguirá en el 2022, debido a que no existen indicios de que los fabricantes asiáticos estén produciendo o exportando más. Pero eso no es lo peor.
Lo alarmante son las consecuencias que ya enfrentan los consumidores por la crisis. Desde el 2020 los clientes han visto un incremento en los precios de vehículos nuevos por encima del 15%, y en los usados un impresionante 45,2% en el último año, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU (BLS, por sus siglas en inglés).
Escenario del caos
La compañía General Motors anunció que dejará de fabricar camionetas a partir de agosto por la escasez de los chips.. Ford y Stellantis (fusión de Fiat Chrysler y PSA Peugeot) se han visto obligadas a reducir casi a la mitad sus producciones.
Ford cerró temporalmente algunas fábricas, aunque se benefició de la fuerte demanda por sus autos, camionetas y camiones para "optimizar los ingresos y los beneficios", centrándose en los modelos más rentables. Por esa razón, el precio promedio en Estados Unidos aumentó un 14% interanual en sus vehículos.
Nissan tuvo que retrasar la salida de su nuevo 'crossover' 100% eléctrico Ariya y Tesla, que se ha visto frenada por la escasez de bolsas de aire y cinturones de seguridad; concibió programas para utilizar nuevos compuestos, señaló su líder Elon Musk.
Aunque los clientes vuelven poco a poco a los concesionarios, Mercedes y BMW tuvieron que suspender temporalmente la actividad en varias fábricas para resistir la crisis de los chips.
Jaguar-Land Rover advirtió que esta escasez podría reducir a la mitad sus ventas en el tercer trimestre.
Por su parte, el gigante Volkswagen señaló que la crisis en el abastecimiento de semiconductores "se intensificó en el sector" y, en consecuencia, redujo su pronóstico de ventas.
"Hemos conseguido limitar las consecuencias de estos obstáculos hasta ahora", señaló el director financiero del grupo alemán, Arno Antlitz. "Pero anticipamos efectos más pronunciados en el tercer trimestre", alertó.
Esta crisis "ha llegado a su pico", asegura el director del Centro de Investigación del Automóvil, Ferdinand Dudenhöffer.
"La situación va a mejorar, pero el problema no estará resuelto a finales del 2021 como han dicho algunos analistas y podría prolongarse hasta el 2023. Seguirá habiendo un riesgo en la cadena de abastecimiento", advirtió.
Los altos precios
El precio promedio en junio de un vehículo nuevo en EEUU subió a la cifra récord de 42.000 dólares, indicó el Kelley Blue Book, pero en uno usado el pago es superior.
¿Las causas?
La respuesta comienza en el bajo inventario de los concesionarios provocado por el considerable descenso en la producción.
En el 2019, el comprador obtenía su vehículo al momento, con una oferta amplia de modelos y colores. Eso terminó…, al menos posiblemente hasta el 2023. Ahora su compra puede tardar meses en llegar y con escasas opciones para elegir ¿Solución para el comprador?: mercancía de uso a un altísimo precio, sobre todo los de mayor demanda, como la GMC Sierra 1500, el Toyota Tacoma, el Mercedes-Benz G-Class o el Toyota RAV4 Hybrid, entre otros modelos y marcas.
Esta no es la primera crisis. Desde 1986, la fabricación de los chips y microchips no responde a la creciente demanda global.
Analistas culpan a la pandemia, pero el virus solo agravó las dificultades que ya existían en la producción y el abastecimiento. De hecho, en el 2017, sin rastros de COVID-19, la industria automotriz en EEUU sufrió otra debacle similar causada por China, Taiwán y Corea del Sur, países que controlan la mayor parte las manufacturas de semiconductores.
TSMC y Samsung, los principales fabricantes de componentes electrónicos, han gastado miles de millones de dólares para acelerar la fabricación de chips de cinco nanómetros altamente complejos; pero hasta el momento esas inversiones parecen insuficientes frente a la desorbitada demanda.
"La mayoría de las fundiciones de nivel dos han registrado ganancias escasas, márgenes bajos y un alto índice de endeudamiento durante los últimos años", señala un reciente informe de Counterpoint Research citado por BBC News.
Luz al final del túnel
Los senadores estadounidenses aprobaron el mes pasado, por amplia mayoría, un ambicioso plan de inversiones en ciencia y tecnología, presentado como un texto "histórico" para contrarrestar la amenaza económica de China y su modelo "autoritario".
El plan destina más de 170.000 millones de dólares a la investigación y el desarrollo, con especial atención en animar a las empresas a producir semiconductores en EEUU. Consolidar ese proceso y crear toda la infraestructura requerida tardaría años.
No obstante, la industria de tecnología estadounidense cuenta con recursos y personal altamente calificado para una producción de emergencia. Habría que ver la capacidad real para reducir los efectos de la crisis.
Por lo pronto, parecen muy reducidas las soluciones efectivas a corto plazo frente al apocalipsis de los chips en la industria rodante. Los consumidores seguirán pagando las consecuencias con altos precios, bajo inventario y escasas opciones; un escenario que podría extenderse hasta el 2023.