martes 21  de  enero 2025
EEUU

Deuda excesiva de EEUU compromete su futuro, dicen economistas

Ante la aprobación de otro paquete de estímulo de 1,9 billones de dólares, EEUU enfrenta graves consecuencias por su abultada deuda
Por Leonardo Morales

MIAMI- Las alarmas sobre el enorme incremento de la deuda estadounidense salieron de Washington e incluso se escuchan en otros sitios del planeta. El recién aprobado nuevo paquete de estímulo de 1,9 billones de dólares se agregará al abultado déficit… La excesiva deuda actual podría hipotecar el destino de EEUU y asfixiar a los contribuyentes.

La pandemia originada en China ha puesto a prueba la fortaleza estructural de la primera economía del orbe: Estados Unidos (EEUU). Sin embargo, esa supremacía también podría verse en riesgo.

Desde hace más de seis meses los principales índices macroeconómicos indicaban una recuperación sostenida, tras la recesión creada por el COVID-19 a mediados de marzo del 2020. En ese momento, el Congreso y la administración Trump comenzaron un enfrentamiento contrarreloj para contener el enorme impacto del virus en la economía y en el sistema de salud, reducir las muertes e iniciar la reactivación del país lo antes posible.

Medidas de urgencia

El virus, frente a los desaciertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el sorpresivo impacto, devoró en su primera fase y en solo semanas cientos de miles de vidas en China, Italia y España hasta llegar a EEUU, el país más afectado y con mayor número de fallecimientos [más de 445.000], según estadísticas oficiales.

Debido a la situación de emergencia y parálisis mundial, sin precedentes en la historia moderna, la economía de EEUU también entró en un proceso excepcional. Además de las medidas implementadas por la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro, el Congreso aprobó fondos por más de 4 billones de dólares, que se agregaron a la deuda pública de la nación con una economía golpeada con fuerza por los efectos del virus y la crisis global.

De no haberse ingresado esos fondos a la economía y al sistema de salud, ambos sectores hubieran colapsado, además del altísimo costo en vidas humanas, desempleo y caos general. Gracias al vital rescate federal, el país se encuentra en mejor posición y circunstancias para salir definitivamente de la contagiosa enfermedad y sus estragos.

La deuda estadounidense

Tras esas válidas y oportunas decisiones, la deuda de Norteamérica alcanzó en enero del 2021 los 27,54 billones y la tercera parte de esa cifra se le debe a China, el mayor acreedor de la deuda de EEUU, el resto se divide entre otros compradores extranjeros y el pueblo estadounidense.

El azote de la pandemia del coronavirus ha forzado un aumento del gasto fiscal que supone un 19,6% del PIB del país.

Al llevar esa estadística al ámbito popular, en estos momentos cada ciudadano norteamericano enfrenta una deuda superior a los 83.250 dólares y de 220.130 dólares por cada contribuyente.

La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) prevé que en el 2021 el déficit baje de manera notable sin el surgimiento de nuevos obstáculos; sin embargo, estará sobre el 9% del PIB.

El economista Jan Hatzius, jefe de Goldman Sachs (uno de los grupos de banca e inversiones más grandes del mundo), aumentó en dos puntos porcentuales las previsiones de crecimiento para el primer trimestre del 2021 hasta un 5% y espera que concluya el año en un 5,8%. Por su parte, Capital Economics suma medio punto porcentual al pronóstico y lo ubica en 5,5. El cálculo se basa en los resultados de las inyecciones fiscales durante la administración del expresidente Donald J. Trump y su gabinete.

El Departamento del Tesoro

Quizás en todos estos avances y en la solidez de la infraestructura norteamericana se basa la nueva secretaria del Tesoro, Janet Yellen, cuando en sus palabras minimiza la importancia del monto actual de la deuda de EEUU. “Hay un consenso: sin nuevas acciones, corremos el riesgo de una recesión más larga y más dura ahora, y cicatrices para la economía a largo plazo. [Olvídense de la cantidad que se está pidiendo en deuda]”, argumentó Yellen ante los miembros del Comité de Finanzas del Senado.

“Concéntrense en la tasa de interés que se paga y los retornos que generará, un enfoque que argumenta que el futuro potencial económico del país puede respaldar más préstamos hoy”, afirma la secretaria del Tesoro.

Pero no pocos analistas e instituciones acuñan esas aseveraciones. La realidad ha demostrado lo contrario: seguir endeudándose hasta la asfixia solo trae desmoronamiento y más dependencia extranjera, que arriesga cada vez más la supremacía de EEUU. Los pagos de intereses del gobierno federal -que ascienden ahora a casi 600.000 millones anuales- son casi insostenibles.

Al exponer sus argumentos ante el Senado, Yellen se refería a las políticas de la nueva administración y en específico a la propuesta del presidente Joe Biden sobre un paquete de estímulo de 1,9 billones, que se suman a los recientes 900,000 millones firmados por Trump días antes de dejar la Casa Blanca.

Directrices de la nueva administración

Biden busca una subida de los impuestos y a criterio de algunos economistas es una medida contraproducente, en medio de la recesión y crisis sanitaria que atraviesa el país; un período en que grandes, medianas y pequeñas empresas intentan recuperar los niveles de ganancias prepandemia. Decenas de miles han quebrado, a pesar de las ayudas, y se encuentran en procesos de bancarrota; otra cantidad considerable de negocios ha cerrado definitivamente.

Leyes aprobadas en Nueva York y California sobre la subida de impuestos a los más ricos han causado una emigración casi masiva de capital hacia otros estados en busca de oxigenar sus empresas, pagar menos dinero en tasas impositivas y reestructurarse para una recuperación rápida.

Los desembolsos federales en EEUU fueron vitales al principio y en los picos de la pandemia, cuando el virus era desconocido, había una gran incertidumbre y el tiempo escaseaba para probar tratamientos frente a las emergencias. Ahora, a pesar de un aumento de casos en varios estados, la situación es muy diferente con el uso de varios fármacos que garantizan la vida de un porciento mucho mayor de pacientes que ingresan a los hospitales.

En opinión de expertos, añadir billones de dólares a la deuda pública no representa una opción viable, mucho menos en la situación actual del país; más bien crea problemas e incrementa el ya casi imparable déficit, cuando en Washington se busca la aprobación de otro paquete de casi 2 billones de dólares.

“Hay ventaja en refinanciar deuda, en particular cuando las tasas de interés son muy bajas, emitiendo obligaciones a largo plazo”, insistió Yellen, expresidenta de la Reserva Federal durante el mandato de Barack Obama, cuando la deuda siguió en espiral y de forma indetenible.

El análisis de expertos

En algunos enfoques, los analistas coinciden con Yellen al aseverar que “China ha perjudicado a empresas estadounidenses con políticas que incluyen subsidios ilegales, dumping (venta por debajo del costo) de productos, robo de propiedad intelectual y barreras de ingreso a productos norteamericanos”.

El presidente de la Reserva Federal de EEUU (Fed), Jerome Powell, considera que “El presupuesto federal de Estados Unidos está en un camino insostenible, lo ha estado durante algún tiempo. El déficit del 2020 es más del triple del déficit anual en el 2019. Y es el más alto desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial”.

El problema con los niveles de deuda tan altos en un futuro inmediato es que limitan cada vez más lo que el gobierno puede hacer para satisfacer las necesidades del país y para contener el alto costo de vida de la mayoría de los estadounidenses, opinan los economistas. Aumentar la deuda en medio de una recesión económica es casi como poner los dos pies al borde de un precipicio.

Se proyecta que el gasto seguirá en aumento con la política demócrata de dar prioridad al aporte financiero internacional de EEUU y a todo lo relacionado con el medio ambiente, que genera enormes gastos de inversión, cero ingresos y resultados inciertos a largo plazo. "Los pagos de intereses por sí solos sobre la deuda, incluso si las tasas continúan en casi cero, consumirán una parte cada vez mayor de los impuestos de los contribuyentes americanos", manifiesta Powell.

“No hay un punto de inflexión establecido en el que una crisis fiscal se vuelva probable o inminente. Ni hay un punto identificable en el que los costos de los intereses como porcentaje del PIB se vuelvan insostenibles, pero a medida que crece la deuda, los riesgos aumentan”, dijo Phillip Swagel, al frente de la Oficina de Presupuesto del Congreso.

El alarmante incremento del déficit

La deuda pública de EEUU comenzó su ascenso desde la administración de George W. Bush, luego de la Guerra del Golfo, la tragedia del 9/11 y políticas fallidas de ese gobierno. Los dos mandatos de Barack Obama –con la Gran Recesión [2007-2010] y diversos desatinos- dispararon la deuda en 10,6 billones de dólares hasta los 19,9 billones; y cuando en el 2020 las medidas de saneamiento de Trump se encaminaban a dar los primeros resultados positivos para revertir parte del déficit financiero del país, llegó la pandemia, paralizó la economía y Trump dejó detrás un incremento del 36% hasta los 27,54 billones de dólares.

El director ejecutivo de la empresa privada de información financiera Sageworks, Brian Hamilton, define como “deuda ‘buena’ la inversión que genera ganancias suficientes y capacidad para amortizar el déficit y eliminarlo a mediano o largo plazo. La deuda mala –explica- es similar a la de EEUU con la adquisición de dinero que luego no puede pagar porque los dividendos que produce y puede destinar a pagos no reducen el monto que se debe. Si no se toma el control a tiempo, esta situación se convierte en una crisis imparable”.

Hamilton alerta que “lidiar con la deuda actual sería muy difícil si los prestamistas (nacionales y foráneos) en algún momento determinan que EEUU ya no es un prestatario confiable”.

"A partir de ahora, nuestro país debe pagar el 69,9% de nuestros dólares de impuestos simplemente para cumplir con obligaciones fijas que no se pueden reducir", concluye el director ejecutivo de Sageworks.

En el verano del 2018, el congresista republicano Andy Biggs advirtió que EEUU podría entrar en un proceso de bancarrota en 8 o 10 años.

“Imagínese una cascada, nosotros en un barco y este a punto de caer si no hacemos algo inmediatamente", declaró Biggs.

“Con un endeudamiento corporativo a un récord de casi 35% de los activos de las compañías, la deuda de las empresas claramente ha alcanzado un nivel que debería dar a las firmas y a los inversionistas razones para hacer una pausa y reflexionar”, dijo en el 2019 Powell, el presidente de la Fed.

El nuevo rumbo de EEUU

Las medidas adoptadas por la Casa Blanca bajo la nueva administración indican que el país se inclina a favor de una corriente global que crea más dependencia económica que una salida eficaz de la crisis, una posible caída del valor del dólar estadounidense y el peligro de un aumento inflacionario, que al parecer ya la Reserva Federal detectó y se muestra más flexible frente a un escenario promedio del 2%, incluso mayor.

A finales de enero, el jefe de la Fed reconoció que el ritmo de la recuperación económica en EEUU se estaba desacelerando por el "resurgimiento del virus", refiriéndose al incremento de contagios y muertes.

La aprobación de varias vacunas en el mundo contra el coronavirus y la vacunación masiva fomentaron un optimismo generalizado a finales de noviembre del 2020, pero Powell es más realista: "tomará bastante tiempo llegar a los números que los expertos dicen que son necesarios para obtener inmunidad colectiva". Y está en lo cierto.

Según el último informe demográfico emitido en el 2019 por la Organización de Naciones Unidas (ONU), la población mundial asciende a 7.700 millones y para lograr la inmunidad colectiva debe vacunarse el 75%. Tardaría años llegar a ese objetivo, sin tomar en cuenta las mutaciones que puede hacer el virus antes de que sea erradicado. Así lo corrobora el multimillonario Bill Gates, fundador de Microsoft y muy vinculado desde hace años a las investigaciones de vacunas para enfrentar pandemias. En días recientes, reafirmó que "el mundo debe prepararse para otra nueva pandemia similar al COVID-19".

Muchas dudas persisten sobre si el brote del virus fue intencional o no por parte de China y grupos globalistas inmersos en la ejecución de la llamada Agenda 2030 –discutida en el Foro Económico de Davos- sobre un nuevo orden mundial con el diseño de un gobierno central multinacional liderado por China y no por EEUU.

Por lo anterior, el rumbo prioritario sobre el clima y otros asuntos internacionales distantes de la problemática actual de EEUU alarman a los economistas, mientras observan que Washington desde los primeros días de la actual administración, mediante decenas de órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Joe Biden, se propone, según lo ha expresado, eliminar el legado de la Administración que le precedió.

Subir los impuestos a los más poderosos genera desempleo automático y subida de precios; incrementar los ya altísimos gastos del gobierno federal, destinar fondos a otros países; cumplir los compromisos financieros de acuerdos internacionales, desactivar la industria petrolera y del carbón por grandes inversiones de energía limpia, empeoran la deuda de EEUU y frenan el avance económico que necesita el país.

Las graves y costosas consecuencias

Las próximas generaciones tendrán que pagar las consecuencias por las decisiones de hoy. Desde el primer día que la deuda iguale o supere el Producto Interno Bruto de la nación, las posibles soluciones al endeudamiento estarían demasiado lejos. No solo la supremacía de EEUU está en juego, también el bienestar nuestro, de hijos, nietos y bisnietos en un país que ha dado protección y luz a millones de personas en todas las regiones del planeta. Incluso, con su generosidad y ayuda, China se convirtió en una gran potencia cuando [apenas 50 años atrás] más de 300 millones de personas en esa república sobrevivían en la extrema pobreza.

Adoptar decisiones arbitrarias en medio de los grandes desafíos que enfrenta hoy EEUU y ejecutar medidas que puedan comprometer el destino de Norteamérica por antagonismos políticos, es algo desaconsejable. Optar por un mayor endeudamiento con más gastos improductivos, no es una solución recomendable en ninguna circunstancia.

La deuda que adquiera el país no la pagarán el Congreso ni la Casa Blanca, sino las empresas y los contribuyentes estadounidenses de hoy y del futuro.

[email protected]

¡Recibe las últimas noticias en tus propias manos!

Descarga LA APP

Deja tu comentario

Te puede interesar